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’10 de noviembre…y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea
Publicado
hace 8 añosen

José Luis Fortea
……………….era sábado, aquel día 10 de noviembre de 2007, de hace hoy diez años, cuando en Santiago de Chile se celebraba la tercera y última jornada de la “decimoséptima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno”, la que acabaría conociéndose como la cumbre de la “cohesión social”, y también por algo más, que llegaría a suceder durante la misma.
Las dos jornadas previas se habían desarrollado con el aparente sosiego y la natural calma característica en este tipo de actos, en el que los veintidós países asistentes exponen sus ideas y postulados, e incluso sus quejas ante los demás, imperando el habitual semblante conciliador de lo políticamente correcto, y todo ello a pesar de las evidentes diferencias ideológicas entre los mismos.
Destaca, como viene siendo habitual en estas cumbres, la presencia del monarca español, Juan Carlos I, por su especial función representativa ante las naciones de esta comunidad histórica, acompañado en esta ocasión por el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que encabeza la delegación española.
Fue de hecho, la primera de estas reuniones, celebrada en el mes de julio de 1981 en la ciudad de Guadalajara, del estado de Jalisco en México, realizada, a iniciativa del monarca español, con el objetivo de promover el desarrollo de aquellas naciones de lengua española y portuguesa, que compartiendo unas mismas raíces, con esta fórmula del acercamiento mutuo, tuvieran la posibilidad de mejorar su situación sociocultural, solucionar los futuros conflictos de una manera distendida y conjunta y poder así, fortalecer sus sentimientos de solidaridad e identidad social.
Durante la jornada del día anterior, a aquel de la clausura, ya se había producido un ligero roce entre Argentina y Uruguay por una planta papelera situada en el margen oriental del río Uruguay, en la zona fronteriza de ambos países, ante las protestas de la delegación argentina que en boca de su presidente, Néstor Kirchner, manifestaba ante los presentes sentirse dolido, de la decisión tomada por su vecino, de continuar con aquel proyecto, al haber ordenado su presidente Tabare Vázquez, estando allí mismo, la puesta en funcionamiento de la fábrica de celulosa de la empresa Botnia.
Aquel sábado, solicitó intervenir el presidente de Bolivia, Evo Morales que pidió a los allí presentes una mayor cohesión presidencial antes de intentar si quiera la cohesión social de la que en aquella cumbre se venía tratando, negándose a aceptar que servicios considerados básicos, como el agua potable, el teléfono, la energía e incluso el alcantarillado siguieran constituyendo la base del negocio de empresas privadas, entre las que destacaba sobre todo a las europeas y las estadounidenses.
El siguiente turno de palabra, correspondió al presidente del Gobierno de España, que priorizó centrar la atención, más que en el origen de la producción de determinados servicios, ya fuera desde el sector público o desde el privado, que no constituyen a su juicio y en sí mismo, un fin, tratar de encaminar las acciones contra la discriminación, o cualquier atisbo de racismo, destacando durante su alocución el papel fundamental que había tenido Europa, precisamente en el desarrollo de las ideas y de la cohesión social, del papel fundamental de la misma Revolución Francesa y en un intento de manera distendida, tratando de revertir las críticas de aquellos, llegando a afirmar que hasta Carlos Marx “era europeo”.
Y entonces le tocó el turno al presidente venezolano, Hugo Chávez, quien con su manera particular de realizar su exposición, con el ímpetu y la vehemencia que le caracterizaban, aprovechó el eco de aquel escenario para airear sus deterioradas relaciones con el expresidente del Gobierno español, José María Aznar, al que en varias ocasiones llegó a tildar de “fascista”.
Las relaciones entre Chávez y Aznar habían quedado rotas tras el intento fallido del golpe de Estado que tuvo lugar en Venezuela en 2002 contra el presidente. En una desafortunada intervención del entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en el programa 59 segundos de RTVE, conducido por Ana Pastor, este llegaba a reconocer que el embajador español en Caracas había recibido órdenes de apoyar el mencionado golpe. (En un minuto de duración y en imágenes lo aquí señalado; https://youtu.be/CTLIavXWXeo).
El presidente Rodríguez Zapatero replica el tono y las palabras duras de su homólogo venezolano, señalándole que el expresidente Aznar, elegido por el pueblo español de manera democrática, requería un mayor respeto, siendo interrumpido constantemente por un más que agitado y bullicioso Chávez, hasta que saltándose todos los protocolos existentes hasta la fecha, el rey Juan Carlos, acabó espetándole, ante la sorpresa de los allí presentes y posteriormente del mundo entero la ya célebre frase,
–“¿Por qué no te callas?”- (https://youtu.be/e593L94DA2E?t=50)
Acto seguido tomaba la palabra Daniel Ortega presidente de Nicaragua, que comenzó su discurso criticando a las empresas españolas, y de nuevo, en otro gesto sin precedentes, el monarca español abandonaba la sesión plenaria de la cumbre, hasta que la anfitriona, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, solicitase su regreso para estar presente durante el acto de clausura.
La tensión originada, durante los días posteriores, aumentó considerablemente, hasta el punto de que en una sucinta y velada amenaza, el presidente venezolano llegara a afirmar, que si el rey de España no se disculpaba, empezaría quizás a repasar las actividades de los bancos españoles.
La distensión final vino con motivo de la elección de Cristina Fernández de Kirchner como nueva presidenta de Argentina, un mes después, el 10 de diciembre, a la que acudían el presidente Chávez, y en representación española el entonces príncipe Felipe manteniendo una primera toma de contacto durante aquella celebración. En el mes de julio, del año siguiente, ambos protagonistas mantuvieron un encuentro cordial en el palacio de Marivent, aprovechando el viaje que aquel realizaba, en visita oficial a España, reafirmando la buena sintonía entre ambos un años después, en 2009 y que recoge el siguiente enlace https://youtu.be/RVRQloej9Sk.
-“En política, decía Antonio Machado, sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela”-
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José Luis Fortea
………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.
Bernard Thévenet
Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.
Qué pasó un 22 de julio
El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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