Firmas
’12 de julio… y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea
Publicado
hace 8 añosen
José Luis Fortea
…………………… Hace hoy veinte años, el sábado 12 de julio de 1997, en el valle del Swat, en el noroeste de Pakistán, lugar idílico de montañas, cascadas y lagos al que los habitantes de aquella zona llaman “ El Paraíso”, situado en la provincia de Jaiber Pajtunjuá, en su ciudad más extensa y poblada, la de Mingora, nacía una niña a la que pusieron de nombre Malala, que viene a ser una variante de “Malalai”, que en el idioma pastún (el hablado en Pakistán y Afganistán) significa “atravesada por el dolor, afligida por la tristeza”.
Cuando los doctores anuncian a la madre, Toor Pekai y al padre, Ziauddin Yousafzai la buena nueva, muchos de los familiares allí presentes no lo celebran de igual manera que si se hubiera producido el nacimiento de un varón. En aquellas tierras del valle del Swat, como en otros muchos sitios, no es lo mismo nacer niño que niña, pero a aquel padre, de profesión maestro, que tiene su propia escuela de chicas, la Khushal high School, fiel defensor de las libertades y comprometido con la igualdad de derechos, esta circunstancia parece no afectarle, ya que está dispuesto a educarla de la misma manera que lo haría como si de un chico se tratara. De hecho, acabará teniendo dos hijos más, dos varones, Khushal y Atal que serán educados de la misma forma que ella, sin distinción alguna.
En Pakistán, con casi doscientos millones de habitantes, el sexto país más poblado del mundo, tan sólo una de cada cuatro mujeres sabe leer y escribir, consecuencia de la política represiva impuesta por aquellos veteranos de guerra de Afganistán contra la invasión de la Unión Soviética en 1979, que habían llegado a crear una facción político militar fundamentalista, conocida como los Talibanes, imponiendo paulatinamente en aquella zona geográfica, incluyendo el noroeste del Pakistán, su área de influencia y con ella, sus ideales extremistas islámicos, al realizar una más que estricta y restrictiva interpretación de la ley Sharia, de lo que debería ser, a juicio de estos, la vida de un “musulmán ejemplar”.
Los Talibanes (término pastún que bien puede traducirse por “estudiantes religiosos”), acabaron por establecer, compeliendo mediante el uso de la violencia, una serie de medidas extremas. Las niñas, no podían acudir a la escuela una vez cumplido los ocho años para proseguir con su educación y las mujeres en general, tenían prohibido ejercer actividad laboral alguna, amén de la implantación de toda una serie de valores, disposiciones y normas de carácter religioso y social, como por ejemplo el respeto por “el Purdah”, que demanda a las mujeres cubrir con un velo su rostro de quienes no sean familiares directos.
En 2007, la ciudad de Mingora y por extensión todo el valle del Swat estaba ya bajo influencia de los Talibanes, que llegarían a prohibir la reproducción de todo tipo de música, los cantos, las danzas, el uso de radios, de televisores, los DVD´S y todo lo que pudiera conllevar al “libertinaje”. En apenas año y medio se llegará a prohibir, a todas las niñas de cualquier edad acudir a las escuelas, siendo privadas de recibir educación alguna.
Pero Malala, con el beneplácito y comprensión de su padre no está dispuesta a dejar de recibir esas clases que tanto le gustan. Al cumplir los once años, comienza a escribir en un blog de la BBC, en el idioma Urdú, firmando con el seudónimo “Gul Makai” (que puede ser traducido por “anciano”), exponiendo el miedo que siente una niña de esa edad al tener que acudir a clase en aquellas circunstancias, y aunque lo hace de forma anónima en aquellas tierras, todos saben de quien se trata. Casi a diario es detonada una bomba en algún colegio donde se sigue impartiendo clases a niñas, contraviniendo lo manifiestamente prohibido, y casi a diario desde su blog ella lo va denunciando.
Para no levantar sospechas y ser descubiertas, aquellas niñas acuden a clase en una especie de transporte escolar, en una camioneta, en la que ocultas tras un lienzo, en silencio se desplazan a la escuela, a la que llaman, la escuela secreta, para poder proseguir con sus estudios, camuflando entre sus vestimentas los libros de texto.
El martes día 9 de octubre de 2012, cuando regresaban de la escuela hacia casa, apenas a tres minutos de su destino, dos hombres vestidos de blanco armados obligan a detener su marcha a aquella especie de autobús escolar. Uno de ellos accede al interior y se dirige donde están sentadas, preguntando en voz alta,
–“¿Quién es Malala?”– …………..
Todas gritan, todas llevan el rostro cubierto, menos ella, y sin contestar la pregunta inconscientemente la miran, señal que le sirve a aquel sujeto para cerciorarse que esa es Malala, la niña que buscan, sacando un arma, y apuntando hacía su cabeza, descargando tres tiros sobre ella. Uno de los proyectiles penetra en su rostro por debajo del ojo izquierdo, seccionándole uno de los nervios faciales, saliendo en su trayectoria desde la cara hacia el hombro, en donde quedará alojado.
Trasladada por su gravedad en helicóptero a un hospital militar, posteriormente sería llevada al Hospital Reina Elizabeth de Birmingham en Gran Bretaña, donde tras pasar ocho días en coma, milagrosamente despertará, necesitando la implantación de una placa de titanio en la parte dañada del cráneo por el impacto de las balas, así como la inserción de un complejo sistema auditivo en su oído izquierdo, y tras dos meses recibir el alta hospitalaria.
El 12 de julio de 2013, día de su decimosexto cumpleaños, fue invitada a la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, por su secretario general, el surcoreano Ban Ki-moon, dando Malala un emotivo discurso, portando ese día un chal que había pertenecido a la desaparecida Benazir Bhutto (primera ministra del gobierno en Pakistán, asesinada en diciembre de 2007), mostrando con una enorme templanza su agradecimiento ante la asamblea, por los cuidados recibidos tras el atentado sufrido y enviando un mensaje de esperanza por la lucha de todos los niños al derecho a recibir una educación.
……-“Un niño, un maestro, una pluma y un libro pueden cambiar el mundo. Déjennos levantar nuestras armas más poderosas, nuestros libros y nuestros lápices”-….
En el año 2014, todavía con dieciséis años, sería nombrada con el Premio Nobel de la Paz en un galardón que compartiría con el hindú Kailash Satyarthi por su lucha contra la represión de los niños y jóvenes.
Y entonces sucedió que aquel sábado día 12 de julio de 1997, el mismo día, mes y año, en el que Miguel Ángel Blanco Garrido, recibía en Lasarte-Oria aquellos dos disparos en la nuca, hiriendo de muerte al mismo tiempo a la propia organización terrorista ETA, nacía, a ocho mil kilómetros de allí, quien de igual forma acabaría sufriendo un atentado por parte de una organización terrorista, como si los hados del destino hubieran querido que el mismo espíritu de Ermua se encarnara físicamente en la persona de quien en 2014, acabaría siendo nominada con el Premio Nobel de la Paz.
Con aquellos dos tiros murió Miguel Ángel Blanco, con aquellos tres murió la Malala temerosa y asustadiza y con ellos, de la misma forma, la debilidad y el temor, naciendo igual que sucediera con el “Espíritu de Ermua”, la fortaleza, el poder y el valor.
Feliz vigésimo aniversario de cuerpo y espíritu……………
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
Relacionado
Te podría gustar

José Luis Fortea
………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.
Bernard Thévenet
Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.
Qué pasó un 22 de julio
El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
Puedes seguir toda la actualidad visitando Official Press o en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter o Instagram y también puedes suscribirte a nuestro canal de WhatsApp.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
Tienes que estar registrado para comentar Acceder