Firmas
’14 de mayo… y entonces sucedió que…», por José Luis Fortea
Publicado
hace 8 añosen
De
José Luis Fortea
14 de mayo…………….y entonces sucedió que…………
………………en 1553, nacía un 14 de mayo, Margarita de Valois, la reina Margot, en Francia, en el viejo castillo de Saint Germain en Laye, construido en 1348 por el rey Carlos V, en el mismo lugar donde ochenta y cinco años más tarde, nacería Luis XIV, el rey sol, que sería nombrado monarca de Francia precisamente un 14 de mayo, del año 1643.
Era Margarita de Valois la séptima hija del rey de Francia, Enrique II y de Catalina de Médici, y también, muy a su pesar, sería en agosto de 1572, a sus diecinueve años de edad, la primera esposa del futuro rey de Francia, Enrique IV, el primer Borbón, que a sus dieciocho años, por aquel entonces, ya era rey de Navarra desde hacía un par de meses antes del mencionado enlace. Lo cierto es que aquel matrimonio no satisfizo a ninguno de los dos contrayentes.
Diecisiete años después, querrá el destino que el tercer hermano de su mujer, el rey Enrique III, fallezca sin dejar descendiente alguno, el día 2 de agosto de 1589, fecha en la que Enrique de Navarra reclamará la corona para sí, con el título de Enrique IV, frente a la oposición del entonces rey de España, Felipe II y del mismo Sumo Pontífice Sixto V y su sucesor Urbano VII, que por su condición de protestante no era aceptado ni reconocido como rey de Francia.
Sería entonces cuando, para finalizar con aquel conflicto que se había prolongado ya durante casi cuatro años, Enrique de Navarra, dijera aquella célebre frase de –“París bien vale una misa”- abjurando de esta forma de la religión protestante y abrazando el catolicismo.
En esta época, como monarca de Francia, acabará siendo conocido como “el buen monarca o el buen rey”, atribuyéndosele la frase -“Un poulet tous les dimanches, “un pollo, (en la olla), todos los domingos”-, en una clara alusión a una política de bienestar, hacia sus súbditos, por quienes verdaderamente se llegó a preocupar, y por el que de igual manera fue correspondido con numerosas muestras de afecto y de cariño.
Sin embargo, aquel oportunismo religioso y repentino fervor, le llegaría a granjear la desaprobación y el descontento de una buena parte de la población, que intentaría acabar con su vida en varias ocasiones. Así y de esta forma, el 27 de diciembre de 1594, el joven de diecinueve años, Jean Châtel, acudiendo a una recepción que daba el monarca, camuflado entre la multitud, aprovechando un descuido en el que el rey se disponía a besar a los señores de Ratgny y de Montigny, que arrodillados le rendían pleitesía, abalanzándose sobre este, trató de asestarle un golpe de cuchillo dirigido al corazón, pero que por la inclinación natural, en la que se encontraba el soberano en aquel momento, recibió el impacto en su labio superior derecho, llegándole a partir, como consecuencia de este, uno de sus dientes.
El delito del regicidio (consistente en atentar contra la vida del monarca) se encontraba fuertemente castigado con la pena consistente en el desmembramiento del acusado, que por su nombre se entiende en que podría consistir la misma. La responsabilidad de este intento de asesinato se hizo extensiva a la Compañía de Jesús, ya que fruto de las pesquisas e interrogatorios, el joven llegaría a confesar haber estudiado con los Jesuitas.
No sería este sin embargo el último conato de atentado contra la vida del monarca, ya que según consta en los documentos de las investigaciones llevadas a cabo a lo largo de su reinado, podrían aproximarse estos, en número, a la veintena, bien por haber atacado directamente al rey o por ser descubiertos, antes de su ejecución, con dicho ánimo e intención, de aquellos que dejándose llevar por la indignación, la rabia o el enojo, habían llegado a anunciar a los cuatro vientos, sus verdaderos propósitos, siendo detenidos y condenados por ello.
El 14 de mayo de 1610, sin embargo, el atentado que sufrió sería el definitivo, cuando el monarca se disponía a visitar a un amigo suyo que se encontraba de salud delicada. Su mujer ya por aquel entonces, y desde ese mismo año, en segundas nupcias, María de Médici, le aconseja que no lo haga, pero este, ordena le preparen el carruaje para después del almuerzo.
Allí junto al coche, a la hora requerida le aguarda el capitán de su guardia personal, Charles de Choiseul, el marqués de Praslin, al que el soberano amablemente despacha disponiéndose pues a realizar, sin su protección, el trayecto hasta casa de su ministro y amigo Maximilien de Béthune, el duque de Sully.
Y fue precisamente el mismo día que su primera esposa Margarita hubiera cumplido los cincuenta y siete, aquel 14 de mayo sobre las cuatro de la tarde, cuando un tal François de Ravaillac de treinta y dos años, abriéndose paso entre los viandantes, se lanzó contra el carruaje de su majestad, asestándole dos certeras puñaladas, que le desangrarían acabando con su vida.
Será a partir de su cabeza momificada y empleando técnicas antiterroristas de reconstrucción facial del FBI cuando se le ha podido poner rostro a esta, que podemos ver en el siguiente enlace (http://images.teinteresa.es/increible/Ponen-fundador-Borbon-Fotos-AFP_TINIMA20130212_1102_1.gif).
Tras Enrique IV, fue nombrado rey su hijo, Luis XIII, ese mismo día 14 de mayo, que al contar con tan sólo ocho años de edad, necesitaría de una regencia, llevada a cabo por la viuda, su madre, María de Médici, hasta que cumplió los dieciséis. Quisieron los hados que este monarca, tras un reinado de treinta y tres años (incluidos en estos los de la regencia), falleciera después de seis semanas de enfermedad, entre cólicos y vómitos, el 14 de mayo de 1643, el mismo día, que veintitrés años antes había sido asesinado su padre, y el mismo día que fue declarado rey de Francia, su hijo, Luis XIV, al que sólo le bastó, si se me permite cierta licencia, por lo curioso de esta historia y el devenir de los acontecimientos, haber sido conocido como Luis XIV de mayo.
Que caprichoso pues es el destino y que situaciones coincidentes pueden articularse alrededor de una misma fecha concreta, a lo largo de la historia.
Y es que ya lo dijo Esquilo (creador de la tragedia griega);
-“Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar, puede el hombre escapar a la sentencia de su destino”-.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
Relacionado
Te podría gustar

José Luis Fortea
………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.
Bernard Thévenet
Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.
Qué pasó un 22 de julio
El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
Puedes seguir toda la actualidad visitando Official Press o en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter o Instagram y también puedes suscribirte a nuestro canal de WhatsApp.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
Tienes que estar registrado para comentar Acceder