…………………esta es la historia de una niña, llamada Grace Bedell, de once años de edad, que un buen día decidió, por su cuenta, escribirle y darle un consejo a quien se presentaba como candidato para la presidencia de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln.
Cuatro candidatos se presentaban por aquel entonces a las elecciones presidenciales previstas para el mes de noviembre de 1860. El primero de estos, el ya mencionado Abraham Lincoln, de cincuenta y un años de edad, en representación del reciente Partido Republicano (creado seis años antes, en la localidad de Ripon en el estado de Wisconsin, en el mes de marzo de 1854, tras la desintegración del Partido Whig).
Dos aspirantes más, pertenecientes al mismo Partido, el Demócrata, profundamente dividido por la cuestión esclavista, Stephen Douglas seleccionado por los estados del norte, de cuarenta y siete años de edad, conocido como el “pequeño gigante”, y John Breckinridge vigente vicepresidente, que a sus treinta y nueve años y en nombre de los estados del sur, era un firme defensor de la esclavitud, abogando, por permitir esta, en aquellos nuevos territorios del Oeste recientemente incorporados.
Por último, el terrateniente esclavista John Bell, que a sus sesenta y cuatro años era candidato del otrora existente Partido de la Unión Constitucional.
En plena campaña electoral, y con fecha de 15 de octubre de 1860, de un día como hoy, de hace por tanto ciento cincuenta y siete años, la niña Grace Bedell, remitía una carta al candidato por el Partido Republicano, Abraham Lincoln, timbrada desde la localidad de Westfield, perteneciente al estado de Nueva York, señalándole que, tras verle en una foto que traía su padre, tras regresar de la feria, en la que aparecía junto al otro candidato republicano para la vicepresidencia, Hannibal Hamlin, esta, le pedía que se dejara crecer la barba, ya que a su juicio, y según argumentaba, seguramente la misma le favorecía, asegurándole que si accedía a su petición, ella haría lo posible para tratar de convencer a sus cuatro hermanos, para que votaran por él, además del voto de su padre, que al parecer ya lo tenía asegurado al declararse partidario suyo, finalizando su escrito señalándole que ;
-“Con la barba, su aspecto mejoraría mucho porque su cara es muy delgada. A todas las mujeres les gustan los hombres con barba, y seguro que intentarían convencer a sus maridos para que le votasen y entonces usted acabaría siendo presidente, que es lo que yo deseo”-
El viernes día 19 de octubre, Abraham Lincoln le contestaba con otra carta manuscrita y sellada desde la localidad de su residencia en Springfield, Illinois, mostrándole sus reservas sobre la sensación que podría causar dejándose de pronto crecer la misma, cuando siempre se había preocupado por mostrar un rostro barbirrapado, lo cual y al parecer, era la moda común entre los varones adultos de la época de principios del siglo XIX. (En el siguiente enlace podemos observar la evolución estética del vello facial en los hombres estadounidenses, a través de la historia, en apenas dos minutos; https://youtu.be/UHj1tm5xz6k ).
No cabe duda que la misiva de la niña acabó persuadiendo al candidato republicano, que a las pocas semanas ya mostraba una más que decente barba, dando un aspecto, mucho más sobrio y elegante, hecho que no pasaría en modo alguno desapercibido incluso para la prensa del momento, tal y como se hacía eco de ello el periódico local “Evansville Daily Journal”, que señalaría meses más tarde en una de sus crónicas, –“Dicen que el viejo Abe está dejándose crecer un par de bigotes-“.
En las elecciones celebradas el día 6 de noviembre, Lincoln acabaría siendo elegido el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América, con la obtención de cerca de dos millones de votos favorables (casi quinientos mil más que Stephen Douglas), lo cual representaba, en el censo electoral de la época, un 40% de los participantes.
Antes de la ceremonia de la toma de posesión del cargo, celebrada en Washington el 4 de marzo de 1861, Lincoln quiso conocer en persona a aquella niña, haciendo su tren escala en la estación de la localidad de Westfield, donde ambos conversaron unos minutos amistosamente. En esta localidad se erigiría, años más tarde, una estatua conmemorando este encuentro.
No tendría un mandato sencillo, pues al mes siguiente, el 12 de abril de 1861, con el ataque al fuerte Sumter en Charleston, Carolina del Sur, se iniciaba la llamada guerra de Secesión Americana, que duraría hasta el 9 de abril de 1865, la práctica totalidad de su mandato presidencial, pues este, acabaría siendo asesinado seis días después, el 15 de abril, falleciendo a la edad de cincuenta y seis años.
Grace Bedell, por su parte fallecería a la edad de ochenta y siete años el día 2 de noviembre de 1936 (dos días antes de cumplir los ochenta y ocho).
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