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Cultura

4 curiosidades del 9 d’Octubre que no sabías

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4 curiosidades del 9 d'Octubre

Como cada 9 d’Octubre los valencianos celebramos nuestra fiesta. Tradición, cultura, historia y sentimiento se unen en un día en el que disfrutamos de nuestros orígenes. Pero, ¿Sabes por qué se celebra el 9 y no otro día? ¿Cuál es el motivo por el que regalamos mazapanes? Official Press te cuenta las 4 curiosidades sobre este día que no sabías.

4 curiosidades del 9 d’Octubre

Bandera única en el mundo

La Real Senyera, es la única bandera del mundo que tiene un título igual al de un monarca. Desde 1375 es la única bandera del mundo con rango de realeza, como recuerda la corona que luce, debido a que el rey Pedro el Ceremonioso le otorgó estatus de rey. Este es el motivo por el que no se inclina ante nada ni nadie y se baja por el balcón del Ayuntamiento de manera vertical.

¿Por qué se celebra el 9 d’Octubre?

La fiesta de los valencianos conmemora la entrada en 1238 a la ciudad del rey Jaime I y la conquista de las tierras que se encontraban bajo el poder musulmán. Es día nacía el Reino de València, que se uniría a la Corona de Aragón en 1239 como reino independiente, como quedó reconocido posteriormente mediante la ley de los Fueros de Valencia o els Furs. 

El día de los enamorados valencianos

El 9 d’Octubre, Día de Sant Donís, es el día de los enamorados valencianos. La tradición manda que los hombres deben regalar a las mujeres la ‘Mocadorà‘ un pañuelo que contiene dulces hechos con mazapán de distintas formas y colores que simbolizan las frutas y hortalizas de nuestra huerta.

A mediados del siglo XV se comenzó a celebrar el nacimiento del Reino y algo tan nuestro como la pólvora se fue popularizando con los disparos de ‘triquitraques’, ‘piuletes’ y ‘tronadors’.

Tras la Guerra de Sucesión, con la llegada de la llegada de Felipe V,  quedaron abolidos los fueros y la festividad. Pero el ingenio valenciano supo evadir la censura cuando el gremio de pasteleros reprodujo como dulces de mazapán la ‘piuleta i tronador’, junto con un multitud de frutas y hortalizas tal y como ha llegado hasta nuestros días.

También se dice que los ‘piuletes’ y ‘tronadors’ simbolizan los órganos sexuales del hombre y la mujer.

¿Cuándo fue la primera vez que celebramos la fiesta de los valencianos?

La primera vez que se celebró el 9 d’Octubre fue en 1976 quedando reconocida como fiesta autonómica seis años más tarde en el Estatuto de Autonomía.

EFE/Manuel Bruque/Archivo

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Cultura

El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

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El misterio del nicho 1501
El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

El Cementerio General de València esconde una curiosa historia en la que el amor, la desgracia, el terror y la fortuna se dan la mano. La historia de un nicho, el nicho de Emilia. Un enigmático caso que parece salido de la mente de Edgar Allan Poe Lovecratf, pero que es real y nos vuelve a confirmar que la realidad supera siempre a la ficción.

Para conocer quien descansa en el nicho 1501 y la historia olvidada que allí yace, debemos trasladarnos hasta finales del siglo XIX. Vicente García Valero era un actor y autor teatral nacido a mediados del siglo XIX que se enamoró perdidamente de Emilia Vidal Esteve. A pesar de su juventud, él contaba con 15 años y ella con 13 no tardaron mucho en casarse.

El trabajo de Vicente le llevó a trasladarse a Madrid, donde un día la alegría se transformó en desgracia cuando la joven falleció 1876 por un brote de fiebres tifoideas. 

El misterio del nicho 1501

Su cuerpo fue enterrado en una fosa común debido a que la familia no podía costear los gastos, pero el actor quiso recuperar el cuerpo de su amada costara lo que costara y finalmente logró exhumarla de manera clandestina casi dos años más tarde en el día de Nochebuena de 1877. Cuentan que Vicente tuvo que sobornar con dinero al sacerdote que pocas semanas atrás había enterrado a la chica.

Cuando abrió el féretro, Vicente relató que la joven «parecía como dormida». Tal vez lo viera así fruto de su enamoramiento ya que por el tiempo transcurrido su estado debía ser el de putrefacción y descomposición.

250 pesetas fue el precio que le tocó pagar, sin duda toda una pequeña fortuna para la época, para hacerse con el nicho número 1501 a perpetuidad. Y allí en el Cementerio General de València descansa desde entonces.

El tiempo pasó y Vicente se casó con Ángela, la hermana de su difunta esposa. Pero la historia no queda ahí, ya que el matrimonio tuvo una hija, a la que curiosamente llamaron Emilia, el mismo nombre que el amor de su vida.

Porque Vicente seguía obsesionado con su primera mujer. No la podía olvidar, y así lo demostraba cada año, mandando todos los 1 de noviembre dinero al cementerio para que limpiaran el nicho y lo adornaran de flores, hechos que relata él mismo en su libro ‘Páginas del pasado’.

Pero la desgracia volvió de nuevo a su vida con la muerte de su hija a la edad de 4 años y la de su esposa. Duro es el testimonio de un cartero, que fue testigo de la muerte de la pequeña cuando acudió a la casa para entregar un correo y le abrió la puerta Vicente con su hija en brazos. El cartero pensó que la niña estaba dormida y García Valero le respondió «no, está muy dormida, esta muerta.»

Pero en la mente de Vicente permanecía Emilia. No podía olvidar su recuerdo y tal vez fuera por eso que se volviera a casar con la otra hermana, Amparo. ¿Buscaba en ellas a su amada?

El décimo 1501

Si el relato hasta el momento es ya sorprendente todavía faltaba una última vuelta de tuerca. Un nuevo giro que hace de esta, una historia increíble pero cierta. Vicente, dedicó su vida al teatro, repartiendo su tiempo entre Madrid y València, pero tomando como residencia la capital de España. Allí le inundó la pena y tristeza por estar tan lejos del nicho de su amor a pesar de encargarse desde la distancia de su cuidado.

Hasta que un día dejó de enviar dinero. Era el 1 de noviembre de 1911 y su situación económica había empeorado por lo que no pudo hacer que limpiaran la lápida y le colocaran flores. Pero por fin a Vicente García Valero le iba a sonreír la suerte. El destino o lo que ahora llaman karma o tal vez, quien sabe si su amor, le iba a devolver todo el cariño que le había dedicado Vicente durante años.

Caminando por una administración de lotería próxima al teatro Apolo, Vicente vio un décimo y lo compró. Era el 1501.  En el sorteo del 10 de octubre de 1912 su número fue premiado con 6000 pesetas de la época. “Tantos años enviando dinero a mi amada y ahora es ella la que me lo devuelve”, exclamó Vicente según narra en su libro de memorias.

Ahora Vicente podía seguir pagando los arreglos y cuidados de la lápida cada 1 de noviembre. Y así lo hizo hasta que le llegó la muerte en Madrid el 12 de octubre de 1927. Y allí lejos de su amada se piensa que está enterrado.

Hoy en día nadie se acuerda ya del nicho 1501. La inscripción de la lápida está casi borrada por el paso del tiempo. “Recuerdo de V. García Valero” se puede leer.

Pero desde hace unos años, alguien coloca flores en el nicho 1501…

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