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‘8 de octubre… y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea #CheGuevara

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forteaJosé Luis Fortea

…………..era domingo, como hoy, aquel día 8 de octubre de 1967, de hace por tanto cincuenta años. En Bolivia, en la provincia de Vallegrande, en un lugar conocido como la “quebrada del Churo”, a unos tres kilómetros del poblado de La Higuera, a más de dos mil metros de altitud, en un terreno muy accidentado, abrupto, escarpado, donde recorrer tan solo unos metros supone todo un esfuerzo, llegaban sobre las cinco de la madrugada dos compañías rangers (especializadas en el seguimiento y la captura de individuos, formadas y entrenadas por asesores de la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de los Estados Unidos, la CIA), pertenecientes al regimiento Manchego del ejército boliviano.

Ambas compañías, cada una de ellas compuesta por ciento cuarenta y cinco hombres acudían advertidas por un campesino de la zona, Honorato Rojas, que había divisado la presencia de un grupo de diecisiete guerrilleros deambulando por los desfiladeros de la Tusca y el Churo, entre quienes se encontraba, al parecer y según fuentes bien informadas de la CIA, uno que se hacía llamar Ramón Benítez y que por una peculiar cicatriz en el dorso de su mano izquierda, se trataba del mismo Ernesto Guevara, el “Che”, que había entrado en el país en agosto del año anterior con la determinación de expandir la revolución socialista, hasta “ vencer o morir”, tras su frustrado intento en el Congo, contra el gobierno que presidía Moisés Tshombé.

La misión, denominada operación “yunque y martillo”, disponía que la compañía A, comandada por el subteniente Carlos Pérez Panoso, persiguiera y empujara, a aquel grupo de guerrilleros, contra los miembros emboscados de la compañía B, comandada por el capitán Gary Prado Salmón.

Los “rangers bolivianos” aunque acostumbrados a las dificultades de desplazarse por aquellos terrenos tan escarpados y a tanta altitud, transcurridas ya ocho horas, tienen verdaderas dificultades para avanzar siquiera unos metros, presentando los primeros síntomas de agotamiento entre sus filas. Una patrulla de la compañía B, coordinada por el sargento Bernardino Huanca, toma posiciones entre aquellas angostas rocas montañosas, aguardando el momento de la emboscada, en el lugar exacto en el que Pedro Peña, uno de los espías del ejército disfrazado de campesino había señalado  previamente, como el lugar de la guarida de la guerrilla. Para entonces, ya era la una y media de la tarde.

El Che, a través de sus exploradores, igualmente había detectado la presencia de la Primera Compañía, la del subteniente Panoso. Evaluando los posibles movimientos a realizar, era consciente que no podía deshacer el camino realizado, volviendo tras sus pasos, dirigiéndose directamente contra aquellos soldados, que en número altamente superior acabarían rápidamente con ellos y que avanzar, resultaría extremadamente peligroso, al exponerse demasiado en aquella parte del desfiladero que no había más que unos pequeños arbustos, a ambos lados de aquel cerro, donde ocultarse.

Y fue entonces, cuando uno de aquellos soldados de la sección del sargento Huanca, divisando las sombras de los guerrilleros apostados, dando la pertinente voz de alarma comenzaba a disparar, con su carabina automática, iniciándose un enfrentamiento en el que se producirían numerosas bajas, en ambos lados.

Uno de aquellos disparos impactó en la pierna de Ernesto Guevara, y otro, en el fusil que portaba, dejándole herido y sin munición. Al tratar de ascender por un escarpado muro de aquella quebrada, junto a otro guerrillero, Simeón Cuba Sanabria, a quien llaman “Willy”,  ambos son descubiertos por el propio grupo de soldados del sargento Huanca, que de un fuerte golpe en el pecho, este mismo, frenaba al “Che”, en un lugar conocido como “la huerta de Florencio Aguilar”, que a duras penas, consecuencia de la herida sufrida, el esfuerzo realizado, la altitud de aquellas montañas y el asma que padecía, cubierto de tierra y polvo, se identificaba;

-“Soy Che Guevara, supongo que no me matarán ahora, valgo más para ustedes vivo que muerto”-

El capitán Gary Prado emitía rápidamente por radio a sus superiores la captura de ambos, -“Tenemos a papá y a Willy. Papá herido leve. El Combate continúa”-

Eran las tres y media de la tarde de un domingo 8 de octubre, como hoy, de 1967, cuando el “Che” era capturado y trasladado a la población más cercana, a la escuela de la Higuera, junto a Willy, y Alberto Fernández Montes de Oca, al que llamaban “Pacho” (que acabaría falleciendo sin recibir asistencia médica alguna) y los cuerpos sin vida de los guerrilleros abatidos, “Antonio” y “Arturo”.

El presidente Boliviano, René Barrientos Ortuño, recibe a las once de la noche, la visita del embajador norteamericano, Douglas Henderson quien le traslada mensaje emitido desde Washington, con la necesidad de acabar con la vida de los prisioneros, poniendo fin de esta manera a la tensión internacional que supondría la custodia de ambos y minimizando riesgos de liberación por parte de grupos afines, asestando un duro golpe a la revolución cubana y al propio Fidel Castro.

Y así, el lunes 9 de octubre, el entonces coronel Joaquín Zenteno Anaya, recibía la orden codificada de acabar con la vida de aquellos, mediante un escueto –“saludos a papá”-.

El coronel Zenteno reúne a los tres sargentos y cuatro suboficiales que se encuentran custodiando a los prisioneros y solicita de entre estos, dos voluntarios para efectuar la ejecución. Al presentarse los siete sin fisuras voluntariamente, Zenteno elige a dos, al sargento Mario Terán Salazar para el “Che” y al sargento Bernardino Huanca para el “Willy”.

Mario Terán, años más tarde, en una entrevista concedida en 2014, confesaría que al entrar en aquella sala, a sus veinticinco años, agarrotado por el miedo, llegaría a sentirse sorprendido por la actitud del Che, que se mostró mucho más entero que él mismo, aconsejándole relajarse ante el acto que iba a realizar, diciéndole, -“póngase sereno, usted va a matar a un hombre”-.

El lunes 9 de octubre de 1967, a las 13 horas y 10 minutos, moría a los treinta y nueve años, Ernesto Guevara de la Serna, el “Che”.

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Carlos Mazón: Un líder comprometido en la batalla contra el cáncer

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Carlos Mazón comprometido batalla cáncer
El president de la Generalitat, Carlos Mazón, en una imagen de archivo. EFE/Miguel Ángel Polo

S.R.A

En un momento en el que el cáncer sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en el mundo, resulta vital que los líderes políticos prioricen la lucha contra esta enfermedad. En la Comunitat Valenciana, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha demostrado un compromiso ejemplar al situar la lucha contra el cáncer en el centro de su agenda. Este enfoque no solo responde a una necesidad urgente, sino que también refleja la sensibilidad de un político que comprende la importancia de poner la salud y el bienestar de los ciudadanos en primera línea de objetivos.

El cáncer, un enemigo de todos

¿Quién no ha sufrido la pérdida de un ser querido debido al cáncer? Esta enfermedad, que parece expandirse a más velocidad cada día, no discrimina entre edades ni condiciones. Las estadísticas son devastadoras: en España, el cáncer es la segunda causa de muerte, con miles de nuevos diagnósticos cada año. En este contexto, es más urgente que nunca que los gestores de la calidad de vida de las personas adopten medidas para combatir esta crisis de salud pública.

Durante el primer Debate de Política General de su legislatura, celebrado en Les Corts, Carlos Mazón dejó claro que no pretende quedarse de brazos cruzados ante esta amenaza. Entre las múltiples iniciativas anunciadas, una de las más destacadas es la creación de una nueva planta especializada en protonterapia en el Hospital Universitario La Fe de Valencia, una infraestructura crucial en la lucha contra el cáncer.

Inversión en infraestructuras y tecnología de vanguardia

La nueva planta de La Fe, que supone una inversión de 50 millones de euros, no solo moderniza el sistema de radioterapia con la incorporación de la protonterapia—una técnica que reduce la irradiación del tejido sano circundante y mejora la precisión del tratamiento—, sino que también marca un hito en la historia sanitaria de la Comunitat Valenciana. Este tipo de tratamiento es especialmente eficaz en tumores cerebrales, de cabeza, cuello y médula espinal, y es especialmente relevante para pacientes pediátricos, cuyas necesidades requieren un enfoque aún más cuidadoso.

El presidente Mazón, en colaboración con la Fundación Amancio Ortega, ha logrado que este proyecto avance tras tres años de parálisis, colocando a la Comunitat Valenciana a la vanguardia de la lucha contra el cáncer en España. Con una superficie de 5.491 metros cuadrados, esta infraestructura atenderá no solo a los valencianos, sino también a pacientes de comunidades limítrofes, mejorando la calidad de vida de miles de personas.

Innovación tecnológica al servicio de la salud

El compromiso de Mazón no se detiene en la construcción de infraestructuras. Uno de los puntos más innovadores de su plan es la incorporación de inteligencia artificial (IA) en el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Mazón ha avanzado la aplicación de IA para la lectura de mamografías en hospitales como La Fe, el Clínico de Valencia y el General de Castellón. Esta tecnología también se aplicará al tratamiento del cáncer de próstata, marcando un salto cualitativo en la atención médica oncológica.

La integración de la inteligencia artificial en el diagnóstico permitirá una detección precoz, algo que puede salvar innumerables vidas. La IA no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que también alivia la carga sobre los profesionales de la salud, acelerando los procesos y proporcionando un tratamiento más eficiente para los pacientes.

Priorizar la salud pública

En un contexto político donde a menudo las prioridades parecen centrarse en lo urgente y no en lo importante, es un alivio ver a un líder como Carlos Mazón priorizar la sanidad pública y, específicamente, la lucha contra el cáncer. La salud de una sociedad es su pilar fundamental, y al reforzar el sistema sanitario valenciano, Mazón está garantizando que las generaciones futuras puedan enfrentarse con mejores herramientas a esta enfermedad devastadora.

El cáncer es una enfermedad que ha tocado la vida de casi todos, y la lucha contra él requiere un esfuerzo conjunto de todos los sectores de la sociedad. Al posicionar este tema como uno de los ejes de su mandato, Mazón no solo responde a una necesidad urgente, sino que también envía un mensaje claro: la prevención, el diagnóstico precoz y el acceso a tratamientos de vanguardia son derechos esenciales que todos los valencianos merecen.

El camino hacia una mejor sanidad

La apuesta firme por mejorar las condiciones laborales de los profesionales sanitarios, reducir las listas de espera y construir nuevas infraestructuras son muestras del compromiso del gobierno del cambio liderado por Mazón. No se trata solo de una declaración de intenciones, sino de acciones concretas que buscan mejorar la vida de miles de pacientes que enfrentan la dura batalla contra el cáncer.

A medida que la Comunitat Valenciana avanza en la implantación de estas políticas, es esperanzador ver cómo se coloca la salud pública en el lugar que merece. La batalla contra el cáncer es larga, pero con personas comprometidos como Carlos Mazón, el futuro se vislumbra más prometedor para quienes hoy luchan y para aquellos que podrán prevenirlo mañana.

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