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¿Cada cuánto tiempo podríamos enfrentarnos a DANAS extremas?

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climatólogo DANA Valencia

¿Qué está pasando con las danas en el Mediterráneo? Nos responde el climatólogo Jorge Olcina

Las danas conocidas anteriormente como «gota fría», están intensificándose y volviéndose más frecuentes en el Mediterráneo. Según el climatólogo Jorge Olcina, en la próxima década podrían ocurrir eventos extremos como el reciente en Valencia cada cinco años, en lugar de cada 50 años como sucedía en los años 80. Este cambio es un claro reflejo del impacto del calentamiento global.

 

PREGUNTA (P): ¿Qué está pasando?

RESPUESTA (R): Se están evidenciando las consecuencias del calentamiento global. El Mediterráneo se ha calentado mucho en los últimos 30 años y esto provoca que procesos de inestabilidad, como las danas, muevan mucha más energía de que la que movían en los años 70, ocasionando lluvias muy intensas y torrenciales.

Lo peor está siendo la intensidad, es decir, la cantidad de agua que cae en un periodo corto de tiempo. Se ha llegado a medir el récord europeo de 177 litros por metro cuadrado en una hora (el anterior era de 145).

Además, el proceso de calentamiento global genera el desarrollo de más circulaciones de dana (depresiones o borrascas aisladas en niveles altos) en nuestras latitudes. Esto tiene que ver con los procesos de reajuste térmico que intenta hacer la atmósfera, como la estamos sobrecalentando, nos manda masas de agua más frías y frecuentes desde el norte.

P: ¿Y cuánto más frecuentes están siendo?

R: Desde los años 80, el número de días de dana ha aumentado un 12 %. No todas las danas acaban en inundación, pero si tienes más días de danas tienes más probabilidades de que ésta se convierta en un fenómeno extremo.

El cambio climático no genera desastres por sí sólo, pero aumenta la energía e intensidad de los fenómenos extremos. Todos los modelos hablan del aumento de este tipo de fenómenos porque no logramos frenar el calentamiento pues cada año emitimos más gases.

P: ¿Y qué podemos hacer?

R. Es importante que después de lo sucedido – 219 muertos en Valencia y multimillonarios daños económicos- se aprenda la lección de que el cambio climático no es una broma y que la gente se conciencie de que el clima de España, especialmente en el Mediterráneo, es más complejo y extremo y de que tenemos que adaptar nuestra actividad y las ciudades a esa nueva realidad.

Los primero, lo más básico, es reconocer que esto es así; lo segundo, entender que hay que desarrollar medidas para reducir su impacto; y lo tercero, que hay que llevar a cabo más investigación climática en España. Tenemos que seguir invirtiendo porque somos uno de los territorios a nivel mundial que más está notando los efectos.

P: ¿Por qué notamos más los efectos en España?

R. La explicación está en el calentamiento del mar Mediterráneo. Desde los años 80, su temperatura ha subido unos 1,5 grados, el doble que la temperatura del aire (0,7°C).

Esto sucede porque es una cuenca pequeña, cerrada, no tiene flujo de aguas frías que la puedan templar y en los meses cálidos del año (mayo a septiembre) es un acumulador de energía. Durante muchas semanas, el agua supera los 25 grados. El verano pasado alcanzó el récord de 29°.

P: Las danas (antes gota fría) pasaban en septiembre y octubre; ahora estamos a mediados de noviembre, ¿es normal?

R: El calendario se ha alterado, antes eran básicamente en septiembre y octubre, mientras que ahora se pueden dar de agosto a principios de diciembre, lo que está muy relacionado con el calor que acumula el mar. La tierra se intenta reajustar, se trata de «física y termodinámica».

Inundaciones así no pasaban desde el 82, cuando implicaron la rotura de la presa de Tous. En los 80, una dana así de intensa solía ocurrir cada 50 años, ahora la probabilidad es de que ocurran cada 10 y si se mantiene la proyección podemos tener un evento de estas características cada 5 años en la próxima década (2030-2040).

El calentamiento se está acelerando porque no dejamos de emitir y la concentración de CO2 en la atmósfera es cada vez mayor.

P: Si dejáramos hoy de emitir, ¿se frenará el proceso?

R: Aunque paralizáramos radicalmente las emisiones hoy, algo que no va a ocurrir, todavía pasarían 20 o 30 años de efectos por ese calentamiento acumulado en las cuencas marinas.

El calor tiene que salir y tarda mucho más en hacerlo del agua que de la atmósfera por lo que se denomina «inercia térmica», que implica que se calienta o se enfría al doble de tiempo que el aire.

La temperatura del Mediterráneo no debería superar los 25 grados en julio y agosto para en septiembre estar a 20 y 21 grados, temperatura que aunque sigue siendo elevada no transfiere tanta energía a las danas. Sin embargo, hasta hace apenas una semana estaba a 23/24 grados en muchos puntos, lo que es un polvorín.

Nuestras danas ya son los huracanes del Mediterráneo.

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Valencia

Por qué el tráfico se colapsa todos los días en València: causas y posibles soluciones

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El tráfico de València dispara los niveles de ruido entre la población a máximos

Cada mañana, miles de conductores se enfrentan al mismo panorama: kilómetros de atascos en las entradas y salidas de València. La congestión del tráfico se ha convertido en una rutina diaria que afecta tanto a quienes se desplazan por trabajo como a los residentes de los municipios del área metropolitana. Pero, ¿por qué se producen estos colapsos de forma tan constante?

🔴 Un área metropolitana altamente dependiente del coche

La Gran València concentra a más de un millón y medio de habitantes repartidos en más de 40 municipios, la mayoría conectados por autovías radiales como la A-7, la V-31, la V-21 o la CV-35.
A pesar de contar con red de metro y autobuses interurbanos, el transporte público no cubre con eficacia todos los desplazamientos diarios. Esto hace que el coche particular siga siendo el medio más utilizado, especialmente en los trayectos de acceso al centro y los polígonos industriales.

🚧 Cuellos de botella en los accesos principales

Las entradas a València desde el norte, sur y oeste concentran la mayor parte de los atascos.
Tramos como la A-7 a la altura de Cruz de Gracia, la V-31 entre Silla y Catarroja, la V-21 desde Alboraia o la CV-35 desde Burjassot registran cada día varios kilómetros de retenciones, especialmente entre las 7:30 y las 9:00 de la mañana y entre las 17:30 y las 19:30 horas.
La falta de carriles suficientes y los numerosos puntos de confluencia entre vías provocan un efecto embudo difícil de resolver.

🏗️ Obras, transporte público limitado y crecimiento urbano

A estos factores se suman las obras de mejora viaria, la alta densidad de polígonos industriales en el entorno metropolitano y un crecimiento urbano disperso, que obliga a desplazamientos más largos y frecuentes.
Además, el transporte público metropolitano sigue fragmentado entre diferentes operadores, lo que complica la intermodalidad y hace menos atractiva la alternativa al coche.

🌿 La falta de carriles BUS-VAO y zonas de aparcamiento disuasorio

A diferencia de otras grandes ciudades, València aún no dispone de carriles BUS-VAO ni de una red amplia de aparcamientos disuasorios conectados con metro o tranvía.
Esta ausencia de infraestructuras fomenta que la mayoría de los trabajadores accedan al centro urbano directamente en coche, saturando tanto los accesos como el anillo interior (V-30 y bulevares).

💡 Posibles soluciones a medio y largo plazo

Las administraciones trabajan en planes de movilidad sostenible que buscan aliviar esta situación, con proyectos como:

  • La ampliación del metro y tranvía hacia municipios periféricos.

  • La creación de nuevas zonas de aparcamiento disuasorio en las entradas principales.

  • La implantación de carriles BUS-VAO para fomentar el uso compartido del vehículo.

  • Campañas para promover la movilidad activa (bicicleta y patinete) y el teletrabajo.

Aun así, los expertos advierten que sin una reducción real del uso del vehículo privado, los atascos seguirán siendo una constante. La solución pasa por una visión metropolitana del transporte y por apostar decididamente por un modelo de movilidad sostenible y eficiente.


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