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Salud y Bienestar

Colesterol e hipertensión: mejor dos pastillas a los 40 años que 25 a los 60

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Colesterol e hipertensión
Catheline Lauwers, jefa del servicio de Cardiología de Quirónsalud Valencia, junto a Luis González, jefe de Cardiología de Quirónsalud Alicante. EFE/Ana Escobar

València, 23 dic (EFE).- Una vida sana con dieta y ejercicio no es suficiente para prevenir enfermedades cardiovasculares como la hipertensión y el colesterol, muy determinadas genéticamente, de ahí que los expertos apuesten por el tratamiento precoz porque es “mejor tomar dos pastillas al día a los 40 años que 25 a los 60 años”.

Así se ha manifestado en un encuentro informativo organizado por la Agencia EFE y Quirónsalud para analizar los últimos avances en salud cardiovascular, en el que la jefa del servicio de Cardiología de Quirónsalud València, Catheline Lauwers, ha destacado que, además de los hábitos de vida saludables, “es importantísimo el tratamiento precoz”.

“Existe la idea de que si uno no toma fármacos es que está sano, pero no es así”, ha afirmado Lauwers, que ha añadido que, cuando las personas retrasan la consulta al especialista por un problema cardiovascular “puede tener corazones gruesos por la tensión, rígidos, con arritmias, o con vasos coronarios llenos de placas de grasa”.

«Todo el mundo tiene asumido que lo que envejece la piel es el tiempo de exposición al sol”, pero no que el tiempo de exposición al colesterol es lo que genera problemas cardiológicos, porque “no es lo mismo si solo has tenido colesterol alto en el último año que si lo tienes desde hace 25 años y no te has tratado porque estabas delgado y hacías ejercicio” y creías que eso era suficiente.

Ese tratamiento precoz «puede evitar una serie de medicamentos y procedimientos en el futuro», ha indicado.

La doctora ha resaltado el peso de la carga genética en este tipo de patologías y ha detallado que “si tus padres son hipertensos, tú lo vas a ser, y si tienen colesterol, lo vas a tener”, aunque “la ventaja que tenemos frente a las generaciones anteriores es precisamente la posibilidad del diagnóstico y el tratamiento precoz”.

En esta línea, el presidente de la Sociedad Española de Cardiología, Julián Pérez-Villacastín, ha coincidido en la importancia del tratamiento precoz y ha indicado que «no se trata solo de morirse antes o después, sino conservar la calidad de vida”.

«Hay gente que asegura que les da igual morir seis meses antes o después, pero hay que decirles que no se trata de eso, sino de pasar los años que te queden bien o fatal”, ha dicho Pérez-Villacastín.

“No se puede extender el tratamiento precoz sin la necesaria cultura de confianza en la ciencia, que es la que lleva a las personas a acudir al médico antes de que la enfermedad se complique demasiado”, ha afirmado, y ha lamentado que “estamos invirtiendo mucho en tratamientos pero realmente tendríamos que reforzar la prevención, las reglas de circulación para que se transite por la vida de forma saludable”.

Para el jefe de la unidad de Cardiología de Quirónsalud Alicante, Luis González, “todo suma” y no se debe olvidar la carga familiar y personal, ya que no es lo mismo una persona sin antecedentes familiares con enfermedades cardiológicas que «otra que haya perdido a su padre con un infarto a los 37 años”.

González ha resaltado, además, un factor desencadenante de enfermedades cardiovasculares como el estrés, que “sube la tensión, favorece la arritmia, puede facilitar que se te rompa una placa y provocar un infarto”, por lo que ha apostado por “controlarlo con concienciación”, para lo que ha llamado a las personas que tengan una gran carga laboral a que, por lo menos, se hagan chequeos para mantener controlados otros factores de riesgo como la hipertensión.

Por su parte, Catheline Lauwers y el jefe de Cardiología de Quirónsalud Torrevieja, Rafael Florenciano, han coincidido en que el estrés es un factor “difícilmente modificable” y han apuntado a “controlar muy bien los demás factores físicos cuando se lleva una vida estresante”.

“No le voy a decir a un empresario que se vaya a navegar en solitario si lo que le gusta es estar en su empresa todos los días”, ha destacado Lauwers, que ha señalado la efectividad del yoga, el pilates o la meditación para “ayudar a gestionar el estrés”.

“Nosotros podemos actuar sobre factores de riesgo modificables, como la diabetes, el colesterol o la hipertensión, pero no sobre la edad, la genética, y difícilmente sobre los niveles de estrés”, ha afirmado Florenciano, quién ha resaltado además que existe la creencia de que el ejercicio y una vida sana nos hacen inmunes a la enfermedad cardiovascular, «pero no es verdad».

El jefe de Cardiología en Quirónsalud Torrevieja se ha referido también al rechazo que suscita tener que tomar pastillas para controlar la tensión, por ejemplo, pero sin embargo esa misma persona que es reacia a esa medicación a lo mejor «toma pastillas para que no se le caiga el pelo» o toma remedios naturales igualmente en forma de pastilla.

Florenciano ha aludido también a la hipertensión como un asesino silencioso que hace su trabajo «lentamente» y, aunque mucha gente se controla le tensión, «otra cosa es que detectar esa tensión alta implique el necesario cambio en los hábitos dietéticos, ejercicio o la necesidad de tomar medicación».

Los pacientes deben entender que tener la tensión alta no es una mera alteración de un parámetro, sino que «puede afectar a cualquier parte del cuerpo, desde el hígado al corazón o el cerebro».

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ESTUDIO| El envejecimiento del cerebro comienza a los 57 años

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envejecimiento cerebro
Los investigadores observaron que los cambios no eran lineales con el aumento de la edad, sino que se observaban tres picos con cambios abruptos, relacionados con cambios metabólicos a los 57 años; pérdidas cognitivas y de movimiento a los 70, y fragilidad neuronal en torno a los 78. / Adobe Stock

El avance en la longevidad humana ha hecho cada vez más común superar los 90 años y alcanzar el siglo de vida. Sin embargo, más allá de vivir más tiempo, el desafío está en preservar la lucidez y la calidad de vida. Un reciente estudio publicado en Nature Aging ha identificado que el envejecimiento del cerebro comienza a los 57 años, con picos adicionales a los 70 y 78 años. Estas edades podrían ser claves para implementar intervenciones que mitiguen el deterioro neurológico.

El deterioro cerebral, vinculado frecuentemente con enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, representa un obstáculo significativo. Según el Ministerio de Sanidad, el riesgo de padecer alzhéimer se duplica cada cinco años a partir de los 65, pasando de un 1 % de afectados al 40 % a los 90 años.

Los puntos de inflexión del envejecimiento cerebral

El estudio, liderado por Wei Cheng, de la Facultad de Medicina de Shanghái, se basó en muestras humanas de plasma sanguíneo obtenidas del Biobanco del Reino Unido. Los investigadores seleccionaron 13 proteínas relacionadas con el envejecimiento cerebral. Ocho de estas proteínas, vinculadas a la matriz extracelular y los factores de crecimiento celular, aumentan con la edad. Las otras cinco, relacionadas con la degradación de proteínas, disminuyen durante el proceso de envejecimiento.

Dos de estas proteínas, Brevican (BCAN) y el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15), han sido asociadas no solo con el envejecimiento, sino también con condiciones como la demencia, el ictus y la función motora deteriorada. Esto evidencia que las concentraciones de proteínas cambian a lo largo del tiempo, reflejando la salud cerebral en edades clave.

¿Por qué comienza el envejecimiento cerebral a los 57 años?

El análisis incluyó datos de imágenes cerebrales de 10.949 adultos sanos para estimar la brecha de edad cerebral (BAG, por sus siglas en inglés), un indicador del declive cognitivo. Según Cheng, a los 57 años se observan cambios relacionados con la inmunidad adaptativa y el metabolismo, dos factores esenciales en el inicio del envejecimiento cerebral.

Cambios no lineales en el deterioro cerebral

Jesús Ávila, neurocientífico del CSIC, señala que el declive cerebral no es lineal, sino que presenta picos abruptos:

  • A los 57 años, cambios metabólicos.
  • A los 70 años, pérdidas cognitivas y de movimiento.
  • A los 78 años, fragilidad neuronal.

A los 70 años, las proteínas asociadas están directamente vinculadas con la demencia y el ictus, según Cheng. Por ello, esta etapa es crucial para adoptar un estilo de vida saludable y prevenir posibles trastornos cerebrales.

La importancia de la prevención

Los expertos destacan que ciertos trastornos neurodegenerativos pueden prevenirse mediante hábitos saludables, como el ejercicio regular, una dieta equilibrada y el contacto social. No obstante, serán necesarios más estudios para validar estos biomarcadores y explorar su viabilidad en la prevención del deterioro cerebral.


Referencias:

  • Liu et al. Plasma proteomics identify biomarkers and undulating changes of brain aging. Nature Aging (2024).
  • Fuente: SINC. Derechos: Creative Commons.

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