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COMUNICADO| Carmen Martínez Bordiu aclara sus problemas con Hacienda

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MADRID, 13 Sep. (CHANCE) – Carmen Martínez-Bordiú vuelve a estar dispuesta a coger el toro por los cuernos y a que su nombre no se vea inmiscuido en apreciaciones que ella no considera reales. Siempre que aparece una información o un rumor que considera que puede dañar su honorabilidad no duda en aclarar la situación.

De nuevo la nieta de Franco, vuelve a mandar un comunicado a la prensa para aclarar una situación que no es de su agrado. Según la información publicada por ‘infolibre’, la actual duquesa de Franco habría sido condenada en marzo pasado a pagar 525.063 euros a la Agencia Tributaria por un desfase a la hora de su declaración de renta.

Esta multa tendría su origen en el año 2006 cuando vendió unas acciones de la empresa fr promociones del suroeste S.A. que en esa misma fecha le donó su madre, Carmen Franco.

Por esa operación habría ingresado nueve millones de euros, con los que adquirió diversas propiedades. Según Hacienda, Carmen Martínez-Bordiú redujo esa cifra de la ganancia real a 6,7 millones de euros y, por lo tanto, consideró que había defraudado.

Tras dicha publicación, Carmen Martínez-Bordiú ha emitido un comunicado en el que quiere puntualizar lo publicado y su situación real.

«No he sido condenada por la comisión de ningún delito ni infracción administrativa y además no tengo ninguna deuda con la Agencia Tributaria.

Reitero que estoy al corriente de mis obligaciones fiscales. No es cierto que haya sido condenada al pago de sanción alguna a favor de la agencia tributaria tal y como se asegura en medios de prensa.

Aclaro que en mi declaración de IRPF del 2006 y 2007 declaré todas las ganancias patrimoniales obtenidas por la venta de acciones, acogiéndome a unas bonificaciones contempladas en la ley de IRPF.

La Agencia Tributaria interpretó que no quedaba acreditado el cumplimiento de la totalidad de los requisitos previstos en la norma para la aplicación de dicha bonificación y en defensa de mis derechos recurrí este criterio.

La controversia administrativa finalizó por sentencia de la Audiencia Nacional de 7 de marzo de 2018, en la que confirma el criterio de la Agencia Tributaria.

Por supuesto, se trata de una desestimación de mis recursos, pero no ha supuesto la imposición de sanción alguna, porque la administración no apreció la comisión de ninguna infracción tributaria por mi parte y por lo tanto no ha existido fraude ni evasión fiscal, tal y como se insinúa en las mal intencionadas notas de prensa publicadas desde el día de ayer.

Estamos ante unas normas que generan mucha controversia y son especialmente complejas, mi actuación ha estado absolutamente amparada en una interpretación razonable de la norma y la propia sala ha llegado a reconocer en la sentencia la complejidad de la situación enjuiciada, al señalar expresamente en el fundamento de derecho quinto: «La complejidad de la situación enjuiciada deriva en buena medida del hecho de que confluyen, en la determinación de sus efectos tributarios, múltiples preceptos, haciéndose en unos varias remisiones a los otros».

Insisto en que declaré la totalidad de las cantidades oportunamente en forma y plazo y me acogí a una bonificación prevista en la normativa tributaria vigente y además dicha deuda tributaria, resultante de la regularización practicada, fue completamente abonada, sin que en ningún momento haya entrado en vía ejecutiva, por lo que no se adeuda ninguna cantidad.

Reitero que la administración tributaria apreció que no existió ninguna conducta constitutiva de infracción tributaria, tal y como se recoge en el acuerdo de liquidación, ratificado por la audiencia nacional, en el que se hace constar lo siguiente: «En base a los hechos y circunstancias de cuyo reflejo queda constancia en el expediente, y en opinión del actuario abajo firmante, no existen indicios de la comisión de infracciones tributarias tipificadas en el artículo 183 de la ley 58/2003, de 17 de diciembre, general tributaria, porque dada la complejidad de las normas utilizadas en la declaración de la ganancia patrimonial, y el hecho de que la propuesta de regularización se basa en la calificación de la actividad de arrendamiento como generadora de rendimientos del capital inmobiliario, en vez de rendimientos de la actividad económica, así como en la interpretación de normas jurídicas de manera contraria a la mantenida por el contribuyente, sin que esta última merezca el calificativo de irracional, no se aprecia en el comportamiento del contribuyente el elemento subjetivo de culpabilidad requerido en una conducta constitutiva de infracción tributaria».

Por tanto, las manifestaciones vertidas por los medios de prensa son absolutamente tergiversadas e insidiosas. Es por ello que me veo en la obligación de emitir el presente comunicado, reservándome las acciones legales que procedan frente a quienes continúen atentando y manipulando la verdad

Carmen Martínez-Bordiú».

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La ‘jeta’ de Bertín Osborne: de negar a su hijo a exhibirlo en una portada 

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Bertín Osborne hijo portada
Portada de ¡Hola!

De villano a padre ejemplar en cuestión de meses. Así parece que quiere venderse ahora Bertín Osborne, que tras negar a su hijo David, pedir una prueba de paternidad y asegurar que no quería volver a ser padre a los 70, aparece sonriente en la portada de ¡Hola! abrazando al pequeño. Todo bajo el argumento de que no quiere que «sea un niño escondido».

La jugada huele a lo de siempre: negocio, blanqueo de imagen y un reportaje bien pagado. Osborne no se conforma con el perdón íntimo de Gabriela Guillén, la madre del niño, sino que lo convierte en espectáculo mediático, el mismo que él mismo alimentó con sus desplantes.

El padre ausente que ahora posa de revista

Que Bertín quiera presentarse como un padre orgulloso no borra la hemeroteca. Cuando se filtró el embarazo, el artista se desentendió y dudó de Guillén públicamente. Ahora, con el niño ya crecido y diciendo «papá», Osborne asegura: «Con el niño estoy encantado. Estoy muy contento de conocerlo, de compartir con él momentos. El niño es una monada, cariñosísimo, un amor».

El contraste es brutal: el hombre que en su día declaró que «nunca quiso ser padre otra vez» es el mismo que ahora afirma querer «conocerlo, que me conozca, estar y que sepa quién es su padre». Una contradicción que resulta difícil de digerir para quienes recuerdan su reacción inicial.

Gabriela Guillén: dignidad frente al espectáculo

Guillén también aparece en el reportaje, aunque no hay ninguna foto de los tres juntos «para evitar confusiones», según explican. La empresaria se muestra cordial, pero sus palabras siguen cargadas de verdad: «Quiero que mi hijo sea lo más feliz posible y que tenga una normalidad. Que, independientemente de que sus padres no estén juntos, él sienta el amor de los dos».

Una declaración que contrasta con la confesión de su propio pasado: «Tener un padre es muy necesario. Yo no lo tuve. Por eso, no le quiero privar a mi hijo de ese derecho, porque él sí lo tiene». Una frase que evidencia lo mucho que ella ha cedido para facilitar esta relación y lo poco que Osborne asumió al principio.

El discurso de Osborne: entre excusas y resignación

En la entrevista, Osborne reconoce que «ejercer de padre es complicado a estas alturas de mi vida, pero el niño no tiene culpa de nada». Una frase que muchos interpretan como una justificación tibia, que no encaja con el desplante inicial ni con el giro posterior hacia el escaparate de revista.

Además, habla de Gabriela como «una mujer estupenda, discreta, trabajadora, responsable», aunque no evita subrayar que nunca quiso volver a tener hijos: «Ahora ayudaré a que el niño tenga sus estudios estupendos y que viva lo mejor que pueda». Palabras que suenan más a compromiso económico que a verdadera implicación emocional.

La estrategia de Osborne: del escándalo al “padre modelo”

Lo llamen “reconciliación” o “presentación oficial”, lo que hay detrás es: un reportaje supuestamente rentable y una nueva narrativa para Bertín, que quiere pasar página con una sonrisa y unas declaraciones amables. El problema es que la memoria colectiva no es tan frágil: cuesta olvidar la prueba de paternidad, los desplantes y las frases hirientes.

Lo que ahora Osborne presenta como un acto de normalidad suena más a marketing que a amor paternal. Y la pregunta queda en el aire: ¿de verdad busca ser un padre presente o simplemente otro titular que engorde su ya larga lista de portadas? Lo que sí parece confirmarse es que la imagen de Bertín será difícil de recuperar.

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