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Dime qué emoticonos usas y te diré qué edad tienes
Publicado
hace 3 añosen
València, 13 ago (OFFICIAL PRESS-EFE).- Un estudio de una investigadora de la Universidad Politécnica de València analiza el uso de los populares ‘emoji’ o emoticonos en la plataforma Whatsapp y logra establecer pautas diferenciadas por edades y también por sexos, en función de si se participa en un grupo mixto o no.
Carmen Pérez Sabater, investigadora de la Universitat Politècnica de València (UPV), perteneciente al Departamento de Lingüística Aplicada, ha desarrollado un estudio en el que ha analizado el uso actual en las conversaciones de WhatsApp de estos elementos gráficos, describiendo las principales diferencias existentes hoy en día y las tendencias del futuro.
El primer emoji fue creado en 1999 por el japonés Shigetaka Kurita, si bien no fue hasta 2010 cuando empezaron a utilizarse de forma masiva con las diferentes aplicaciones de mensajería instantánea.
Actualmente, 23 años después de aquel de Kurita, existen ya más de 3.000 emojis diferentes, que no siempre se utilizan de la misma forma. En su uso e interpretación influyen diferentes factores, desde los culturales, hasta la relación entre los interlocutores, la tipología de conversación o si quien escribe es un hombre o una mujer.
Entre las conclusiones, el estudio señala notables diferencias dependiendo de la edad de quien lo escriba: «la gente joven, de menos de 30 años, usa muchos gifs y stickers personalizados, no tantos emojis convencionales que, como dicen, no son los suficientemente expresivos para ellos».
«En aplicaciones como TikTok o Instagram los emplean para las descripciones, pero en sus grupos de WhatsApp los suelen evitar. No sucede así con los usuarios mayores de 50 años, cuyas conversaciones son una fiesta de emojis constante”, explica Carmen Pérez.
Atendiendo a las diferencias por género, el trabajo de esta investigadora valenciana saca a relucir que, en las conversaciones de grupo, el comportamiento de los hombres varía en función de si el grupo es mixto o no.
LOS HOMBRES USAN MENOS EMOJIS EN AUSENCIA DE MUJERES
“Si no lo es, no usan tantos emojis como las mujeres, cuyo comportamiento no varía independientemente de por quién esté formado el grupo. Y si lo es –mixto-, los hombres se suelen acomodar al tono general del grupo y a lo que hacen las mujeres”, explica Carmen Pérez.
En su análisis, la investigadora de la UPV remarca también que la interpretación de los emoji depende del contexto y la cultura. “Estos elementos no son universales, varían según la aplicación que se use y el país donde vivamos”, incide Carmen Pérez.
Otra de las conclusiones del estudio es que se advierte una tendencia a la personalización del elemento gráfico.
STICKERS Y GIFS
“Nos queremos diferenciar del resto, cada vez buscamos más ser originales en nuestras conversaciones y para ello creamos nuestros propios stickers y gifs. Sobre todo en las conversaciones grupales de jóvenes, cada comunidad tiene su propia batería de gifs y stickers a la carta, que son la seña de identidad del grupo”, añade Carmen Pérez.
Tras analizar más de 90.000 mensajes, esta investigadora concluye que «cuando una persona habla en un grupo y tiene que compartir una información usa texto. Los graficonos, como se llama a los emojis, stickers y gifs en lingüística, evitan el silencio grupal, refuerzan los lazos de unión con el resto, son el detonante de una risa grupal, pero nunca sustituyen por completo las palabras. Las conversaciones por internet son mayoritariamente textuales”.
EMOJIS Y CIBERACOSO SEXUAL
En otro trabajo, Carmen Pérez Sabater y la estudiante de doctorado de la UPV, Andrea García Montes, están analizando un corpus de texto cedido por el Ministerio del Interior de agresores condenados por ciberacoso sexual a menores, con el objetivo de caracterizar el uso que hacen de los emojis los ciberacosadores en las redes.
“Nuestra hipótesis de partida era que nos íbamos a encontrar con elementos gráficos que hicieran alusión implícita al sexo, como berenjenas, cerezas y melocotones. Sin embargo, son conversaciones con una gran presencia de emojis de corazones y besos», señala la investigadora valenciana.
«Esto se debe a la intención del agresor de ganarse la confianza de su víctima a través del desarrollo falso de una relación de amistad o noviazgo convencional. Si usara de primeras los elementos gráficos que hacen referencia al sexo, el agresor desvelaría sus intenciones reales y pondría en alerta al menor, que cortaría probablemente la conversación de inmediato”, apunta Andrea García Montes.
Este estudio de los emojis en conversaciones de manipulación sexual está enmarcado dentro del proyecto stoponsexgroom (stoponsexgroom.com).
El objetivo de este proyecto dirigido por Carmen Pérez Sabater (IP) es la creación de perfiles lingüísticos para el desarrollo de herramientas digitales forenses para prevención, detección y priorización en España del ciberacoso sexual a menores.
Publicado
hace 4 horasen
27 noviembre, 2025
Cada cuarto jueves de noviembre, Estados Unidos celebra Acción de Gracias (Thanksgiving), una de las festividades más importantes y emocionantes del país. Considerada por muchos más relevante que la propia Navidad, esta cita reúne a millones de personas en torno a un mismo propósito: agradecer, compartir y reencontrarse con la familia. Tanto es así, que es la semana con más desplazamientos del año en todo el territorio estadounidense.
Aunque hoy la imagen de esta jornada se asocia al pavo asado, las largas sobremesas, el fútbol americano y el desfile de Macy’s, Acción de Gracias tiene una historia fascinante que se remonta al siglo XVII, además de múltiples tradiciones modernas que no todo el mundo conoce.
A continuación, repasamos sus orígenes, el porqué del menú y cinco curiosidades sorprendentes sobre esta centenaria celebración.
El origen más extendido sitúa la primera celebración de Acción de Gracias en 1621, cuando los colonos ingleses de Plymouth (Massachusetts) y los nativos Wampanoag festejaron la primera cosecha exitosa tras un invierno devastador. Aquella reunión, que duró tres días, incluyó pavo, calabaza y frutas secas, aunque también había maíz, venado y marisco.
Sin embargo, existen otros precedentes:
El primer servicio de Acción de Gracias europeo documentado en Norteamérica se celebró en 1578 en Terranova.
Es muy probable que los españoles realizaran ceremonias de agradecimiento incluso antes en Florida.
Mucho antes de la llegada europea, los pueblos indígenas celebraban rituales para asegurar buenas cosechas, como la Danza del Maíz Verde de los cherokee.
A lo largo de los siglos, las celebraciones locales fueron dando paso a una festividad nacional. Tras una propuesta de 1789 para dar gracias por la Constitución, George Washington estableció una primera fecha. Más tarde, la incansable editora Sarah Josepha Hale promovió durante décadas la unificación del festivo, hasta que en 1863 Abraham Lincoln declaró Acción de Gracias como celebración nacional el último jueves de noviembre.
El Congreso fijó definitivamente la fecha en 1941, tal y como se celebra hoy.
El pavo no se convirtió en protagonista por tradición simbólica, sino por practicidad. Para los primeros colonos, el pavo salvaje:
era abundante en la región,
tenía un gran tamaño, ideal para alimentar a grupos numerosos,
no aportaba otros recursos como huevos o leche, por lo que sacrificarlo no afectaba a la economía doméstica.
Con el tiempo, la preparación del pavo se convirtió en un símbolo de abundancia y unión familiar, hasta convertirse en el plato más icónico del día.
Además, cada año el presidente de Estados Unidos indulta un pavo en una ceremonia televisada. Aunque la tradición se formalizó en 1989, surgió de forma espontánea cuando George H. W. Bush, ante el nerviosismo del ave, bromeó con que no terminaría en la mesa de nadie. Desde entonces, los pavos indultados viven en granjas y parques agrícolas convertidos en auténticas “celebridades”.
En 1621, colonos y nativos celebraron durante tres días un banquete de agradecimiento. Aunque se suele relacionar esta fecha con el pavo, el menú incluía venado, pescado, marisco, maíz, calabaza y frutas secas, más cercano a un festín de supervivencia que al típico menú actual.
Mucho antes del banquete familiar, Acción de Gracias era una jornada de reflexión religiosa entre los colonos ingleses. Se trataba de un día para ayunar, rezar y agradecer cosechas o pedir protección. Con el tiempo, el ayuno se convirtió en abundancia y la fiesta tomó un carácter más comunitario y festivo.
Aunque hoy es inmovible, en 1939 y 1940 Franklin D. Roosevelt adelantó la celebración al tercer jueves de noviembre. ¿El motivo? Dar más días de compras a los comerciantes en plena Gran Depresión. La polémica fue tal que en 1941 se fijó definitivamente la fecha actual.
Desde 1970, algunas comunidades indígenas celebran, en paralelo, el National Day of Mourning (Día Nacional de Luto). En vez de dar gracias, denuncian que la llegada de los colonos supuso violencia, epidemias, desplazamientos y pérdida de tierras para los pueblos nativos.
Thanksgiving no sería lo mismo sin:
El desfile de Macy’s, que desde 1924 llena Nueva York de carrozas, globos gigantes y bandas musicales, marcando el inicio de la Navidad.
El fútbol americano, tradición desde 1934, con los Detroit Lions y los Dallas Cowboys como protagonistas.
Las “turkey trots”, carreras populares que se celebran por la mañana en cientos de ciudades para “ganarse la cena”. La más antigua data de 1896 en Buffalo.
Acción de Gracias es mucho más que una gran comida: es una reunión nacional que mezcla historia, familia, memoria y agradecimiento. Cuatro siglos después de aquel primer banquete, sigue siendo una de las celebraciones más queridas y arraigadas de Estados Unidos.
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