Salud y Bienestar
El dolor modifica la respuesta cerebral y lleva a consumir opiáceos o alcohol
Publicado
hace 4 añosen
Además, la asociación de esas drogas en pacientes con dolor contribuye al número de muertes por sobredosis de opiáceos, según señala a EFE Lucía Hipólito, profesora en el área de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universitat de València (UV).
Esta investigadora es autora del proyecto «Incremento en el riesgo de adicción al alcohol y opiáceos derivada de la presencia de dolor: estudios clínicos y preclínicos con perspectiva de género».
EL DOLOR CAMBIA LOS PATRONES DE CONSUMO DE DROGAS
El trabajo, que comenzó en Estados Unidos en 2012 con estudios preclínicos en modelos animales, ha iniciado recientemente una fase clínica en humanos, concretamente en pacientes de la Unidad de Dolor del Hospital General de València, de la que aún no se tienen resultados.
En paralelo, están realizando estudios financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación que ahondan en los mecanismos neurobiológicos para, además de incrementar el conocimiento en esta situación, poder desarrollar terapias antirrecaída en el consumo de alcohol más efectivas en este tipo de pacientes.
En los modelos animales sí que se observó un cambio en los patrones de consumo de opiáceos en relación con la presencia de dolor inflamatorio.
Según Hipólito, en Estados Unidos es mucho más alta la prescripción de opiáceos que en España, ya que es bastante común que la receten para un simple dolor de muelas, y cuando se inició el estudio preclínico se estaba observando entre los estadounidenses un incremento en las muertes causadas por sobredosis a estos fármacos.
«Exponían a una gran cantidad de población a los opiáceos, con lo cual tienen a más personas en riesgo», según Hipólito, que añade que esto, unido a que se observó que el dolor modifica la respuesta que se produce en el cerebro a la administración de opiáceos y promueve el consumo más elevado, «podía dar una explicación a esas sobredosis».
«Vimos que simplemente por tener un dolor crónico se producen alteraciones en el cerebro que pueden promover que se necesite incrementar la dosis de oxicodona o morfina, no para paliar el dolor físico, sino para paliar el componente emocional del dolor», explica la investigadora.
Según indica, «hay una fuerza que hace que se escale en la dosis para calmar la situación emotiva negativa que puede sentir una persona por sufrir un dolor crónico, y al consumir cantidades más grandes se pone en riesgo la muerte por sobredosis».
PERCEPCIÓN MUY BAJA AL RIESGO DE CONSUMIR ALCOHOL
Lucía Hipólito explica que cuando regresó a Valencia desde Estados Unidos quiso continuar con esta línea de investigación, pero en España la trasladó al alcohol porque el patrón de consumo de opiáceos en España «está muy limitado por la prescripción» médica, «algo que está muy bien porque tenemos un mayor control» sobre esos fármacos.
«Al estar más controlado, das a la población el mensaje de que es un fármaco más peligroso que si, como en Estados Unidos, lo recetas para calmar un dolor de muelas», explica para añadir que en España la percepción de peligrosidad de los opiáceos «es mucho más grande».
Por contra, en el caso del alcohol, una droga que a nivel cerebral actúa por los mismos receptores, las mismas moléculas y neuronas que los opiáceos, en España la percepción de riesgo que tiene su consumo «es muy baja».
Según explica, vieron que, por similitud en los mecanismos cerebrales, el alcohol podría actuar con un factor de riesgo en el desarrollo de conductas adictivas, no solo para su consumo sino también para el de opiáceos.
El dolor impacta negativamente en el procesamiento de la motivación y la recompensa y, en consecuencia, induce un estado afectivo negativo, lo que contribuye al incremento del consumo de heroína pero también a la recaída en el consumo de alcohol solo en hembras.
MAS AFECTACIÓN EN EL SEXO FEMENINO
Durante sus estudios preclínicos con modelos animales de investigación, pudieron observar que solo las ratas hembras que desarrollaban una condición dolorosa durante la abstinencia eran las que mostraban una conducta de recaída.
Es decir, en el efecto del dolor sobre los sistemas que regulan el consumo de alcohol, la adicción a esta sustancia tiene más afectación en las hembras que en los machos, en los que no vieron ningún cambio en la conducta ni a nivel bioquímico.
Según explica, aunque en España no tienen todavía datos de la prevalencia de la adicción en pacientes con dolor, en otros países, especialmente anglosajones, se pasa de un 10 o 12 % de prevalencia de adicción en la población general a un 20 o 40 % en la población con dolor.
¿MENOS DOLOR ES IGUAL A MENOS ADICCIÓN?
Preguntada por si al disminuir el dolor también se reduce esa adicción a las drogas, explica que es algo que están revisando en este momento y es uno de los objetivos de este estudio financiado por el Plan Nacional sobre Drogas.
«Será muy importante determinar qué tipo de analgésico es el adecuado para esta población», asegura a EFE la investigadora y profesora de la Universitat de València.
A su juicio, un «control estricto de las dosis» de opioides puede «permitirnos tratar correctamente la patología dolorosa sin poner en riesgo de recaída, de consumo compulsivo o de sobredosis».
ADICCIÓN CON DOLOR AGUDO Y DOLOR CRÓNICO
Según Hipólito, en los casos de dolor agudo no se han observado alteraciones en los patrones de consumo de drogas, pero sí se ha visto tanto en casos con modelos de dolor crónico inflamatorio (cualquier tipo de artritis) y con modelos de dolor neuropático (diabético o en el nervio ciático).
Esto también sería importante a la hora de adaptar los esquemas terapéuticos, señala, para añadir que se ha visto que la exposición a dosis bajas para controlar el dolor «es mucho menos peligrosa» y por tanto hay que evitar incrementarlas.
Según explica, tanto en el caso del alcohol como de los opiáceos, el paciente puede incrementar la dosis sin que el profesional lo sepa, pero indica que es más sencillo ir al supermercado a comprar alcohol -porque nadie te lo prescribe- que el hecho de que te digan que no debes tomar más de un comprimido cada doce horas porque, si no, podrías tener problemas de adicción.
Concha Tejerina
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Publicado
hace 3 díasen
20 noviembre, 2024La tradición popular atribuye propiedades curativas a los alimentos con vitamina C, pero ¿sabemos cuáles son los alimentos para prevenir resfriados?
Algunos como el ajo, la sopa de pollo o la miel frente al resfriado, la tos, la congestión o la gripe. Sin embargo, en la actualidad no hay ninguna prueba científica que demuestre que su consumo sea beneficioso para este objetivo.
Según ha explicado la doctora Laura Arranz, profesora del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimenación y Gastronomía de la Universidad de Barcelona, lo que realmente contribuye a prevenir estas enfermedades, e incluso a aliviar sus síntomas, es seguir hábitos de vida saludables y una alimentación equilibrada.
La doctora ha precisado que «más allá de la vitamina C hay muchos nutrientes imprescindibles para el sistema inmunitario. Todas las vitaminas, minerales como el zinc, antioxidantes como los polifenoles o los betacarotenos, grasas como los Omega-3 y las fibras (sobre todo de tipo soluble) son básicos en un cóctel de salud».
MINERALES Y VITAMINAS
Las vitaminas A, C y E, el magnesio, el cobre, el manganeso o el hierro son algunos de los elementos clave en los procesos celurares que ayudan a neutralizar los radicales libres y el estrés oxidativo.
La doctora Arranz ha aclarado que «el funcionamiento correcto del metabolismo y de las defensas antioxidantes requiere la presencia de estos nutrientes en cantidades suficientes». La pregunta que subyace es qué alimentos propocionan estos nutrientes.
Según la experta, «los alimentos de origen vegetal son ricos en antioxidantes, pero especialmente la fruta, las hortalizas, las verduras de hoja verde, las semillas y los frutos secos». Además, ha aconsejado «consumir una buena parte de estos vegetales en crudo o con tiempos de cocción adecuado para que la ingesta de antioxidantes se amayor».
EL ZINC COMO REGULADOR DEL SISTEMA INMUNE
La doctora Arranz ha explicado que «el zinc es un oligoelemento esencial que juega un papel clave en más de 300 enzimas y está involucrado en la comunicación celular, además de desempeñar un importante papel en la regulación del sistema inmune».
Ha añadido, además, que «el déficit de zinc, que afecta al 20% de la población mundial, se asocia a la disminución del sistema inmunitario». Entre los alimentos que contienen zinc se encuentran las carnes, el pescado, los moluscos, las espinacas o los frutos secos.
OMEGA-3: GUARDIÁN DE LAS DEFENSAS
Las grasas Omega-3 son importantes para el sistema inmunitario, para la salud cardiovascular y para la salud visual y cerebral pero además intervienen como precursores de las moléculas antiinflamatorias.
La experta ha detallado que «si queremos cuidar las defensas, debemos aumentar la ingesta de frutos secos, especialmente nueces y almendras, para conseguir un aporte diario de dos gramos de ácido alfa-linolénico y pescado azul para conseguir 200 gramos de ácido docosahexaenoico (ácido graso poliinsaturado omega-3)».
LA FIBRA, UNA COMPAÑERA ALIADA
La nutricionista ha revelado que «la fibra ayuda a la nutrición y el bienestar de las bacterías beneficiosas que residen en el intestino y que juegan a un rol principal en el sistema inmunitario, por lo es imprescindible en el día a día».
Además, la fibra dietética proviene de los alimenos de origen vegetal tales como las legumbres, las semillas, los frutas secos, las verduras o las frutas.
Sin embargo, la doctora ha advertido que las legumbres «puedencausar problemas de flatulencia debido a la gran cantidad de fibra que aportan». Por ello, para evitar este problema ha aconsejado «tomar raciones pequeñas tres veces pro semana en lugar del tradicional plato de legumbres solo un día a la semana».
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Los huevos son un comodín en la cocina, no dudes en prepararlos un par de veces por semana. Un huevo contiene casi 7 gramos de proteína, pero además aporta al organismo vitaminas y minerales, entre los que destacan las vitaminas B6 y B12, el selenio y el zinc, ¡fundamentales para mantener fuerte el sistema inmunológico!
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Hoy en día se habla mucho de probióticos en la publicidad, pero ¿qué son? Los yogures tienen cultivos vivos que ayudan al sistema inmunológico a evitar que las bacterias malas progresen dentro del cuerpo. ¿Cómo? Muy fácil: si las bacterias buenas son más que las malas, ¡la guerra por la salud está ganada!
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La mayoría de nosotros piensa en un zumo de naranja para ingerir vitamina C. ¿Qué me dirías si te digo que las espinacas, las coles de Bruselas, la lechuga y el brócoli tienen más vitamina C que los cítricos? Incluye estas verduras en la dieta de los peques y si los niños se niegan a comer verduras, ¡disfrázalas! En el enlace te damos ideas al respecto.
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Tanto la cebolla como el ajo ayudan a prevenir y curar la gripe y los resfriados. Ambos tienen propiedades mucolíticas que ayudan a expulsar secreciones. ¿Un consejo? A los peques suele molestarles más la textura que el sabor de estos alimentos, por eso te recomendamos trocearlos y cocinarlos hasta que no sean perceptibles en el paladar. No abuses de ellos y verás que los peques los comen sin casi darse cuenta.
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Incluir la miel en el desayuno de los niños mayores (recuerda que los niños menores de 3 años no deben consumir miel por el riesgo de botulismo) puede ser una gran idea. La miel tiene un efecto preventivo al aumentar las defensas naturales y antitusivo, aliviando la molesta picazón de garganta. Sírvele a tu hijo una tostada con miel o coloca un poco de miel en la leche, ¡le encantará!
10. Frutos secos y legumbres para mantener el calor corporal
Parece una locura pero no lo es: en invierno, perdemos fácilmente el calor corporal, exponiéndonos a toda clase de enfermedades. Los alimentos híper calóricos como las legumbres y los frutos secos aportan la energía necesaria para mantener la temperatura corporal correcta, manteniendo a raya a las enfermedades. Además, tanto los unos como los otros aportan hierro y antioxidantes, fundamentales para mantener el sistema inmunológico fuerte.
11. Frutos rojos, vitamina C en pequeñas dosis
Los frutos rojos aportan vitamina C aunque para que sean realmente efectivos es necesario consumir gran cantidad. Los mencionamos porque ¡son fáciles de incluir en la dieta y a los peques les encantan! ¿Quién puede resistirse a las fresas, las moras y los arándanos? Incorpóralos al yogur o haz un rico batido de frutos rojos con leche.
12. Setas, propiedades antibacterianas
Las diversas setas, hongos y champiñones tienen propiedades antibacterianas que ayudan a combatir las enfermedades. Utilízalos en tostadas, cremas o como acompañamiento para carnes. Una buena alimentación es tan importante como un buen abrigo. Este invierno no lo dudes y prepara un menú equilibrado que incluya estos alimentos para prevenir gripes, catarros y resfriados.
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