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El origen valenciano del ajedrez

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El origen valenciano del ajedrez

En el año 1475, en pleno Siglo de Oro valenciano, se publica en València, ‘Scachs d’amor’, un poema manuscrito escrito en valenciano por Francí de Castellví y Vic, Bernat Fenollar y Narcís de Vinyoles. En ese ‘Ajedrez de amor’ compuesto de sesenta y cuatro estrofas comienza la historia de uno de los juegos más apasionantes del mundo. Porque es aquí donde aparece por primera vez la nueva dama o reina en sustitución de la vieja pieza del alfarje.

Durante muchos años se pensó que el ajedrez moderno había sido inventado por los italianos. ¿Pero qué sucedió realmente?​ ¿Cómo se extendió por Europa desde València? La historia de esos orígenes está llena de giros, tramas y misterios dignos de la mejor novela.

El origen valenciano del ajedrez

 

Scachs d’amor Imagen: wikipedia A25031957a

Desde el punto de vista literario, ‘Scachs d’amor’ es todo un prodigio creativo en cada verso, en cada estrofa, pero además es una obra clave en nuestro ajedrez. La destreza y curiosidad de este poema reside en que utiliza una partida de ajedrez como trasfondo para realizar toda una alegoría del amor, en el que son sus protagonistas los tres autores locales: Castellví  juega con las «blancas» (Marte, Amor y rojas en la obra); Vinyoles juega con las «negras» (Venus, Gloria y verdes) mientras que Fenollar (Mercurio) es el comentarista de la partida, quien va explicando las reglas del juego.

El ingenio de sus autores nos permite ver un reflejo social y conceptos morales de manera alegórica a través de las piezas: En las piezas de Marte el rey es la Razón, la dama es la Voluntad, los alfiles son Pensamientos, los caballos Loores, las torres Deseos y los peones Servicios. Mientras tanto, el lado de Venus el rey es el Honor, la dama la Belleza, los alfiles son Miradas, los caballos Desdenes, las torres Vergüenzas y los peones Cortesías.

El poema es un tablero en sí, ya que se estructura en sesenta y cuatro estrofas, el mismo número de las casillas que tiene el juego, y que son compuestas alternativamente por cada uno de los tres autores. Sin duda todo un prodigio literario de uno de los periodos más grandes de nuestra tierra.

Pero antes de llegar aquí, hay que viajar aún más atrás en el tiempo. Debemos remontarnos a la India en busca de los orígenes remotos, dado que es allí donde surge de un antiguo juego hindú llamado «chaturanga».

Más tarde serían los persas los que lo adoptaron hasta que finalmente los árabes lo introducen en Europa, y es según diversos estudios, en la ciudad de València, en su siglo de Oro, donde se forja las normas que siguen vigentes en la actualidad.

La Reina

Muchos son los que buscan la persona que inspiró la creación de esa nueva pieza, la más poderosa del tablero. Investigadores como José Antonio Garzón y Govert Westerveld afirman que esa nueva figura poderosa y ágil está inspirada en la reina Isabel la Católica, por el poder que tenía en todas las esferas de la época.

Para Agustí Mezquida, director y guionista del documental sobre el maestro ajedrecista Francesch Vicent, la mujer que sirvió de inspiración fue María de Castilla, consorte de Alfonso el Magnánimo.

El investigador francés Jean-Michel Péchiné promueve la teoría de que se trata de la última señora de Alaquàs en el siglo XV, Margarita de Les Velles, quien inició su señorío en el año 1489 y lo finalizó en el año 1500.

Por su parte, la especialista Marilyn Yalom, de la Universidad de Standford cree que no surge de una mujer concreta sino de la suma de varias y el protagonismo que adquirieron durante aquella época.

El maestro valenciano que cambió el mundo

Esas nuevas normas del ajedrez se extendieron por el viejo continente tan solo dos décadas después gracias a la figura de Francesch Vicent, un maestro ajedrecista de Segorbe que en el año 1495 editó en València ‘Llibre del jochs partits dels schacs en nombre de 100’, el primer tratado de ajedrez del mundo.

Según cuenta el libro ‘El regreso de Francesch Vicent. La historia del nacimiento y la expansión del ajedrez moderno’ de Garzón, el objetivo era divulgar las nuevas normas por España y el resto del continente.

Pero en 1811, cuando las tropas de Napoleón incendian la biblioteca y el monasterio de Montserrat se pierde el último ejemplar que quedaba, aunque se piensa que pudo ser rescatado por algún monje.

Cuentan que en 1913 un coleccionista estadounidense lo compró en Barcelona. A día de hoy sigue siendo un misterio su paradero y tan solo se conservan cartas en las que se pone de manifiesto la existencia de dicho ejemplar.

¿El ajedrez provenía de Italia?

Pero, ¿por qué se creyó durante años que el ajedrez actual provenía de Italia? La respuesta la encontramos en la expulsión de los judíos por orden de los Reyes Católicos. En ese momento Vicent probablemente tuvo que abandonar su tierra y huir a los Estados Pontificios bajo el protectorado de los Borgia.

Hay historiadores que afirman que el segorbino fue maestro de ajedrez de Lucrecia Borgia encontrándose parte de su obra en manuscritos encontrados en Perugia y Cesana en Italia y en el libro del portugués Pedro Damiano en 1512. ¿Sería Damiano el seudónimo tras el que se ocultaba Vicent?

Las numerosas ventas del ejemplar Damiano desde Italia al resto del mundo hizo pensar que el ajedrez moderno era invento de los italianos. Pero en la actualidad los expertos italianos reconocen el origen valenciano de este juego, concretamente de la mano de los tres genios del Siglo de Oro valenciano.

Como así lo afirman también los antiguos campeones del mundo de ajedrez como Anatoly Karpov y Gari Kasparov.

​A diario, en todos los rincones del mundo se inicia una partida de ajedrez, sin que muchos sepan que las reglas del ajedrez moderno nacieron hace siglos en la tierra levantina, frente al mediterráneo.

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Cultura

Muere a los 55 años Esther Uria, actriz de ‘Hospital Central’ y ‘Cuéntame cómo pasó’ 

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Esther Uria
Esther Uria, en una imagen del sindicato vasco de actores. (Euskal Aktoreen Batasuna)

El mundo de la interpretación y la cultura vasca llora la pérdida de Esther Uria, actriz y pedagoga donostiarra conocida por sus papeles en series de televisión tan emblemáticas como Hospital Central, Cuéntame cómo pasó, Doctor Mateo o El comisario.
La intérprete falleció el pasado jueves 23 de octubre a los 55 años, en el Hospital Donostia, tras sufrir una breve enfermedad que sorprendió a familiares, compañeros de profesión y antiguos alumnos.

Su muerte ha provocado un hondo pesar en el sector audiovisual y educativo, donde era muy querida por su doble faceta como actriz y docente.


Una artista con alma de educadora

Nacida en San Sebastián, Esther Uria se formó en Arte Dramático y dedicó buena parte de su vida a unir dos de sus grandes pasiones: el teatro y la educación.
En el escenario, destacó por su talento natural, su versatilidad y su compromiso con los textos clásicos y contemporáneos. Participó en obras como La cacatúa verde y La importancia de llamarse Ernesto, donde demostró una sólida técnica interpretativa.

Su rostro también se hizo familiar en la pequeña pantalla, con participaciones en algunas de las series más populares de la televisión española.
Entre ellas, Cuéntame cómo pasó, El comisario, Doctor Mateo y Hospital Central, donde interpretó a personajes secundarios cargados de humanidad y cercanía.


Una nueva etapa dedicada a la investigación y la enseñanza

En 2008, en el punto álgido de su carrera artística, decidió dar un giro radical y retomar sus estudios universitarios. Su inquietud intelectual la llevó a obtener el Premio Extraordinario en Educación Especial y la Licenciatura en Psicopedagogía con Premio Fin de Carrera.
Posteriormente, cursó un Máster de Formación del Profesorado en Secundaria (2012) y una beca internacional en la Universidad de Victoria (Canadá) para desarrollar una tesis sobre el teatro como herramienta pedagógica para fomentar la convivencia en las aulas.

Esa investigación culminó en 2018 con su doctorado en la Universidad del País Vasco (EHU/UPV), bajo el título:
Diseño, desarrollo y evaluación de un programa basado en las técnicas del sistema teatral para el fomento de la convivencia positiva en el alumnado de secundaria del País Vasco.

Con este trabajo, Esther Uria consolidó una línea de investigación pionera sobre el poder del teatro como motor educativo y emocional.


Teatro, pedagogía y vida: su legado

Pese a su dedicación a la docencia, Esther Uria nunca abandonó del todo los escenarios. En 2013, junto a su pareja y colaborador artístico Edu Errondosoro, estrenó la obra Cada día es solo una vez al día, un montaje íntimo y reflexivo sobre la importancia de la risa, el amor y el presente.

En una entrevista concedida a El Diario Vasco, Uria resumía su filosofía vital con una frase que hoy resuena con fuerza:

“No nos lamentamos del pasado, tenemos el presente y una forma muy positiva de vivirlo es empezar a hacerlo con humor reflexivo. Vivamos el presente con humor y amor.”

Esta obra representaba fielmente su manera de entender la existencia: optimismo, resiliencia y humanidad. A través de su trabajo, defendía que el teatro no solo debía emocionar, sino también educar y sanar.


Una figura querida en Donostia y en el ámbito cultural vasco

En el País Vasco, su figura trascendía el ámbito artístico. Esther Uria fue reconocida por su compromiso con la cultura local, la enseñanza inclusiva y la promoción del arte como herramienta de convivencia.
Sus compañeros de la Universidad del País Vasco la definen como “una mujer brillante, entusiasta y profundamente humana”.

También numerosos intérpretes que coincidieron con ella en platós y escenarios han expresado su tristeza en redes sociales, recordando su sonrisa constante, su humildad y su forma de hacer del teatro un espacio de encuentro.


El adiós a una vida dedicada al arte y la educación

La muerte de Esther Uria deja un vacío en el panorama cultural español, pero también un legado de inspiración para nuevas generaciones de actores, docentes y creadores.
Su vida fue una lección sobre cómo reinventarse sin perder la esencia, y cómo el arte puede convertirse en una herramienta de transformación personal y social.

El funeral se celebrará en Donostia-San Sebastián en la más estricta intimidad familiar, aunque sus allegados no descartan organizar más adelante un acto público de homenaje para celebrar su vida y su obra.

A los 55 años, Esther Uria se despide dejando tras de sí una huella imborrable: la de una mujer que hizo del teatro una forma de entender el mundo y del humor una forma de resistirlo.

Las tragedias de los protagonistas de la serie Hospital Central

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