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En una Semana Santa que dará qué pensar, por Paco Ferrandis

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Paco Ferrandis

Se atribuye al sentimiento religioso (mistérico?, mágico?) una raíz incardinada en los mecanismos irracionales de la mente humana. Por eso es puesto en cuestión por los sectores sociales progresistas o de izquierdas que comulgan con el pensamiento de Carlos Marx(anterior a la invención del fútbol) según el cual: “La religión es el opio del pueblo”. Mas, el camino que habría de conducir al encuentro del hombre ideal, libre de alienaciones personales y de sumisiones sociales, se ha mostrado plagado de violencia física y mental hacia el hombre real, aquel que piensa y siente con arreglo a lo que ha heredado de la tradición y él ha asumido.

Esta disputa se produce porque a menudo se contrapone al sistema de pensamiento lógico, científico o racional, el conjunto de creencias religiosas o espirituales, a los que determinados intelectuales añaden los sentimientos de pertenencia étnica o territorial: nacionalismo, fundamentalmente, que son clasificadas dentro las coordenadas psicológicas donde imperan los instintos básicos —miedo a aquello desconocido o a perder las señas de identidad, de manera principal— y las supersticiones más incontroladas por el ser humano.

Sin embargo, podemos dar la vuelta a esa tortilla al objeto de conceptuar los sistemas mentales de tipo religioso como fabricación genuina del pensamiento típicamente humano, es decir, producto del razonamiento que da lugar a la lógica y a las hallazgos científicas, el cual siempre, evidentemente, forma matrimonio indisoluble con los impulsos instintivos. Porque, solo cuando el hombre adquiere la capacidad de pensar —por encima de las fuerzas instintivas, no necesariamente en contra de ellas, por lo menos en un principio— es cuando se puede plantear, por ejemplo, cuáles pueden ser las causas de los fenómenos físicos: atmosféricos, los fundamentos de la vida y de la muerte, etc. Y, dada la torpeza y la escasa eficacia del temprano pensamiento lógico para alcanzar la complejidad de los fenómenos naturales —en contraposición a la capacidad de adaptación e integración en el medio que tienen los instintos, gobernados por los genes supervivientes de un largo y complejo proceso evolutivo—, los humanos depositaron en fuerzas sobrenaturales la responsabilidad activa en la producción de estos fenómenos de la Naturaleza. De aquí a la creación de diferentes mitos y divinidades, capaces de ofrecer una explicación razonable―y razonada― a los fenómenos de causa desconocida, tan solo hay varios escalones en la corta aventura de la especie humana en el planeta Tierra, la cual, por otro lado, resulta prácticamente despreciable en comparación con la larguísima existencia de la vida y del incierto currículum vitae del Universo.

Por tanto, los que creen ciegamente en el poder absoluto de la lógica y la ciencia no deberían rechazar, de primeras, las cosmogonías mítico-religiosas por irracionales, ya que son un resultado del prístino sistema de comprensión de la Naturaleza fundamentado en el pensamiento lógico y científico: son las diferentes caras de la misma moneda con la que el hombre paga su tributo de desnaturalización, mediante la pérdida de potencia sensitiva y del sentimiento de pertenencia a la Naturaleza.

Verdaderamente, la inadaptación del ser humano al medio natural se concreta en debilidad física y estado enfermizo (tan solo hay que ver como están de plenos los hospitales y ambulatorios de los sistemas estatales de salud pública) que, al mismo tiempo, repercute a la Naturaleza en forma de polución atmosférica, contaminación de tierras y de aguas, etc. Además, los dos polos de su mecanismo psíquico —instintos y raciocinio— a menudo luchan en un campo de batalla donde resulta malherida la persona humana, con el resultado de la proliferación de enfermedades psíquicas que podemos constatar también en la sociedad actual. Y, para acabar de redondearlo, la máquina de pensar tiene dos fuentes de alimentación de diferente signo, de manera que una de ellas, el sistema lógico y científico, avasalla a la otra, fundamentada en las creencias religiosas y sobrenaturales. Eso es así, porque la ciencia ha ido progresando y ha demostrado que los fenómenos físicos tienen unas causas materiales concretas, de manera que no hay lugar para las deidades de las cuales todo se hacía depender.

Curiosamente, el desarrollo cultural y tecnológico a lo largo de la historia elimina los dioses múltiples (paganismo) e impone la creencia —muchas veces por la fuerza de las armas— del Dios único de las grandes religiones: judaísmo, cristianismo e islamismo. Eso comporta la desacralización de los fenómenos naturales a favor de la implantación de un Dios único y abstracto, aunque con diferentes nombres (¿el último de ellos es “Ciencia”?), los cuales llegan a ser motivo de crueles guerras santas, en las que el poder político-económico y el poder religioso suelen actuar apoyándose mutuamente.

Este fenómeno de imbricación de la razón y la creencia se puede observar a lo largo de la historia de la humanidad, donde, al principio, el pensamiento inquisitivo de los humanos hacia los fenómenos de su entorno, y la duda existencial alrededor de su naturaleza mortal o inmortal, residía en el pensamiento mítico, la evolución del cual posibilitó el nacimiento, tanto de los instrumentos mentales científicos, como de las herramientas tecnológicas que aumentarían el poder de la ciencia, el cual, al mismo tiempo, fue en detrimento de la fe mítico-religiosa. sin embargo, no hay que olvidar que hasta Newton, cuando menos, no había una diferenciación metodológica y sustantiva entre la alquimia y la ciencia. No obstante, el desarrollo de la humanidad ha ido potenciando el caudal científico al tiempo que ha menguado la creencia en el Dios omnipresente, omnipotente y omnisciente.

Llegados a este punto, se ve difícil que ciencia y religión lleguen a vencer completamenteuna a la otra: detrás, o antes, de un hipotético Big Bang siempre se podrá colocar un Dios Todopoderoso al que imputar la creación del Universo tal como lo conocemos actualmente o podemos llegar a conocerlo.

Mientras, nos limitaremos a asistir al paso de las procesiones de Semana Santa, en cuanto monumentos levantados por el sentimiento religioso de determinado pueblo o, tal vez, huiremos de ellas aprovechando el tiempo de vacaciones… para acceder al interior de los templos de otros lugares, y quedar admirados por el rico tesoro artístico que atesoran.

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Cultura

VÍDEO| Así ha sido la recepción de la Diputació a las juntas locales

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recepcion diputacio juntas locales 2023

La Fallera Mayor de València, Laura Mengó, y su Corte de Honor han participado en la primera jornada de la tradicional Recepción Fallera de la Diputació de València, a la que estaban invitadas el medio centenar de juntas locales que representan a las 445 comisiones repartidas entre los municipios de la provincia.

El presidente de la Diputación, Toni Gaspar, ha explicado la evolución de este acto institucional que se celebra en la sede central de plaza Manises desde hace décadas, y que “empezó siendo una recepción de un solo día que ha evolucionado hasta las cuatro jornadas que hemos habilitado este año para dar la oportunidad de visitarnos a las más de 800 comisiones de València y sus pueblos”.

Antes de iniciar la recepción a las comitivas de la provincia, formadas por los responsables de las juntas locales, alcaldes y alcaldesas y comisiones de municipios de las distintas comarcas con tradición fallera, el presidente Gaspar ha acompañado a Laura Mengó y su Corte de Honor en la visita a la primera exposición del Año Sorolla en la Comunitat, organizada por la propia Diputación con fondos propios de la etapa del pintor como pensionado de la institución en Roma.

La recepción de la Diputació a las juntas locales:

La Fallera Mayor de València, que ha firmado en el Libro de Honor de la Diputació, ha calificado de “increíble” el montaje con las obras que un joven Joaquín Sorolla entregó a la Diputación en los años en que la corporación costeó sus estudios en el extranjero, principalmente en las ciudades italianas de Roma, Florencia y Asís. “Es un privilegio para mí y las compañeras de la Corte de Honor haber visitado esta exposición”, ha señalado Laura Mengó junto a la imagen de la campaña fallera de la Diputación, que con el lema ‘Soroll a València’ ha recreado el universo de ‘Las grupas’, otra de las grandes obras del pintor valenciano.

La Diputación, volcada con las Fallas

La Recepción Fallera, que se prolongará durante el viernes, con la visita de las comisiones de la ciudad de València, así como el sábado y el lunes con las juntas locales que no han podido asistir en la primera jornada, culmina la programación fallera de la Diputación, que se inició el 23 de febrero con el homenaje a las Falleras Mayores de la historia de València y el estreno del documental ‘Falleres Majors de València’, emitido por À Punt en la previa de la Crida.

Días después, la institución provincial lanzó la campaña ‘Soroll a València’, protagonizada por la Fallera Mayor de 2019, Marina Civera, y el grupo de bailes populares Les Folies de Carcaixent. Tanto el spot como los carteles, inspirados en ‘Las grupas’ de Sorolla, fueron la antesala de la presentación de la muestra sobre los años de aprendizaje del pintor en tierras italianas, que acogerá hasta julio el Saló de Respecte de la Diputación con visitas los fines de semana y acceso libre.

Un año más, la Diputación vuelve a estar con las Fallas de València y sus pueblos, un vínculo que, más allá de los actos organizados con motivo de la fiesta, se pone de manifiesto con la inversión que realiza la institución en los distintos sectores tradicionales y las comisiones que dan vida a las Fallas. Más de un millón de euros que anualmente se reparten entre el Gremio de Artistas Falleros, pirotécnicos, indumentaristas, floristas y, por supuesto, las más de 800 fallas de la provincia que han visto duplicada la subvención que reciben de la ‘Dipu’.

 

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