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La silla vacía en Navidad: ¿cómo afrontarla?

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La silla vacía en Navidad: ¿cómo afrontarla?

La Navidad ya está aquí y, con ella, las vacaciones en el caso de los más afortunados, los regalos, las luces y la decoración propias de estas fechas, las reuniones familiares o con los amigos… Y también quizá nos acordamos de quienes ya no están con nosotros.

La silla vacía es un fenómeno que ocurre metafóricamente cuando nos sentamos en una mesa llena, rodeados de nuestros seres queridos, y curiosamente lo que vemos es el vacío en el sitio que solía ocupar aquella persona que significaba tanto para nosotros y esto nos provoca sentimientos como la tristeza y el desasosiego.

Las tradiciones familiares, los recuerdos de la infancia, sentirse acompañado… Todo ello le da un sentido muy marcado a estas fiestas, las cuales no son otra cosa que pasar un tiempo rodeados de los nuestros. En España, al margen de las creencias religiosas de cada familia, tenemos la costumbre de celebrar la Navidad volviendo a casa con los nuestros y sentándonos alrededor de la mesa, y el cambio que conlleva una pérdida amenaza ese sentimiento de pertenencia y arraigo familiar.

Para muchas personas, esa silla vacía es un recordatorio constante y agudo de la ausencia de alguien que significaba mucho para nosotros, y es que a veces no sabemos cómo hacerlo de otra manera.

La silla vacía en Navidad: ¿cómo afrontarla?

Cuando las personas que nos mantenían unidos ya no están, los recuerdos de aquellas cosas que hacíamos juntos vuelven a nuestra mente con cariño y, al mismo tiempo, tristeza durante estas fechas. Por ello, la Navidad también es tiempo para cuidarse emocionalmente, con la intención de no ahogarse en esa marea de tradiciones, costumbres y recuerdos que estos días tenemos por delante.

Hay a quien le resulta útil hablar sobre la ausencia de esa persona o llorar, otros prefieren hacer como que nada ha cambiado, o bien irse de vacaciones o buscar celebraciones alternativas. En cualquier caso, cuidarse implica comprenderse a uno mismo, permitirse sentir, escucharse, desahogarse… Y lo más importante es que cada uno siga su ritmo y se tome el tiempo que considere necesario para asumir qué significado tenía esa persona, así como adaptarse al cambio que ha supuesto su pérdida.

La Dra. García Guerra es una reputada especialista en Psicología y ella explica que la persona que ha sufrido una pérdida no estará en buenas condiciones para afrontar los acontecimientos de la vida, que se transformarán en un sobreesfuerzo. Aún estará ocupada en realizar la despedida, poco a poco. Si la elaboración de la pérdida se va llevando a cabo, se irá deslingando de la persona que ya no está y se encontrará en condiciones de establecer nuevos vínculos de afecto.

¿Cuáles son las etapas de un duelo?

En el duelo se distinguen 5 etapas:

  • Negación: no se puede aceptar lo que ha ocurrido, es demasiado duro y doloroso.
  • Rabia: una vez reconocida la realidad, aparece la rabia. Es una fase en la que se intenta atribuir la culpa de dicha pérdida a algún factor.
  • Negociación: etapa en la que la culpa se dirige hacia uno mismo entorno a lo que podría haber hecho y no hice, algo a lo que se le puede dar vueltas de una forma torturadora. Hasta que se llega a la conclusión de que la realidad es que esa persona se ha ido y no va a volver.
  • Depresión: se empieza a asumir de forma definitiva la realidad, lo que genera tristeza y desesperanza.
  • Aceptación: dirige a un estado de calma y se acepta la muerte como algo que forma parte de la realidad de la vida.

 

La llegada de la Navidad y el recuerdo de los que ya no están

En Navidad, la decoración de las calles, el ambiente de alegría y las canciones pueden generar un aumento de los sentimientos que tengamos en ese momento.

Es un periodo en el que el recuerdo de los que ya no están se hace más palpable. Es un tiempo en que parece que retrocedas todo lo que has ido avanzando en tu proceso de duelo.

No podemos imponernos cómo nos hemos de sentir, ya que es necesario darnos permiso para conocer los sentimientos que surgen en nuestro interior. Necesitaremos hablar de la persona fallecida, como forma de ayuda para aclarar las emociones que nos vayan surgiendo.

Es esencial conectar con las emociones, sean las que sean para poder tolerarlas. Hacerse cargo de que lo que aparece en ese momento es eso, y no otra cosa. Hay que evitar juzgarse. Cuanto mayor sea la tolerancia hacia nuestros sentimientos y emociones, mayor será la actitud comprensiva con uno mismo y mayor acompañamiento interno.

Celebraciones navideñas

Encontrar diferentes maneras de reunirse y diferentes formas de actuar puede ser de ayuda cuando una persona está en proceso de duelo por la pérdida de un ser querido. La actitud flexible puede ayudar a cambiar la forma de celebrar las fiestas.

En muchas ocasiones, es frecuente tratar de evitar las celebraciones. La persona puede tener una tendencia a querer aislarse, pero el hecho de sentirse acompañado por personas a las que uno quiere y por las que se siente querido es lo que más reconforta y ayuda a pasar el trance.

Hacer ver que no ha pasado nada y celebrar como siempre es una forma artificial de hacer, que no otorga espacio a los sentimientos generados por la ausencia. El hecho de recordar a la persona que se ha perdido permitirá compartir el sufrimiento, lo que puede ayudar al apoyo mutuo.

¿Qué actitud ayuda?

Es fundamental expresar las emociones, solo o acompañado de alguien de confianza. Las lágrimas son una buena descarga de la congoja.

Por otro lado, también es muy importante cuidarse, alimentarse bien, respetar las horas de descanso y hacer ejercicio.

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Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja

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Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja

Los expertos en terapia de pareja del gabinete de psicología Psicólogos Málaga PsicoAbreu destacan que de forma frecuente las parejas atribuyen sus problemas a la rutina, el estrés diario y el trabajo; esperando que al llegar las vacaciones desaparezcan todas las dificultades.

Sin embargo, los problemas suelen tener poco que ver con factores externos, y por tanto, al llegar las vacaciones y pasar más tiempo juntos, los desencuentros afloran con mayor ímpetu que el resto del año.

Ana Romero Gómez, psicóloga, afirma que «la rutina, aunque de forma popular tiene una mala reputación, es un factor necesario para las personas, y también para las parejas, pues cubre una necesidad de los seres humanos, la seguridad.

Verano: clave para unir o separar

Si no existen problemas relevantes de fondo, entonces, el verano constituye una oportunidad para reforzar a la pareja, que al contar con más tiempo libre, interaccionan, se comunican más y tienen más ocasiones para resolver los conflictos.

Además, las vacaciones constituyen una oportunidad única para aumentar las relaciones sexuales, al disponer de más tiempo libre y menos obligaciones».

En definitiva, la época de vacaciones aleja del estrés diario, pero constituye en sí misma una situación estresante, pues supone un distanciamiento con la rutina y la necesidad de seguridad.

Ante dicha situación, las parejas sólidas, saldrán más reforzadas, pero las que presenten problemas de fondo se enfrentarán a una situación de riesgo para la continuación de la relación.

Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja:

  • Mantener una actitud abierta. Las vacaciones constituyen una oportunidad para explorar sitios nuevos, conocer gente, culturas o costumbres diferentes. Esto genera emociones positivas, fomenta la creatividad y promueve mayores niveles de bienestar.

 

  • Escoger el destino de forma conjunta. Hay que olvidarse de la creencia errónea de escoger el destino que más ilusión le hace a la pareja para que sea feliz. Es importante que el lugar escogido le guste a ambos miembros de la pareja, así, si surge algún imprevisto, no habrá lugar para los reproches.

 

  • Compartir actividades. Planificar actividades que resulten atractivas para ambos favorece el lazo de unión, aumenta la sensación de satisfacción, promueve la interacción y el contacto.

 

  • Respetar el espacio propio. Tampoco hay que olvidarse de uno mismo, es fundamental que cada miembro de la pareja mantenga su propio espacio y sus propias actividades de forma independiente, esto proporciona oxígeno, implica negociar y comunicarse, y promueve la independencia y la autosatisfacción.

 

  • Manifestar conductas de afecto y respeto. Promover la intimidad, cuidar la parte afectiva, las muestras de cariño y las relaciones sexuales genera emociones positivas y promueve mayores niveles de satisfacción en la relación.

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