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Cultura

La verdadera historia de las misteriosas lápidas de la Pechina de Valencia

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lápidas de la Pechina de València

Desde 1984 se celebra formalmente cada 18 de abril el Día Internacional de los Monumentos y Sitios. Valencia es una ciudad llena de historia y cada uno de sus rincones guardan secretos que esperan ser descubiertos por curiosos.

Caminando por el Paseo de la Pechina, entre el Puente de Campanar y el Puente de Ademuz, sobre el pretil del margen derecho del antiguo cauce del Turia nos encontramos con un misterioso monumento.

Su estado de abandono hace que sean muchos los que pasen a su lado sin prestarle atención, sin saber que ante ellos tienen un tesoro que esconde una de las historias más asombrosas de la ciudad.

Justo frente al complejo deportivo de la Pechina, casi olvidado, y maltratado por pintadas, se erige majestuoso una joya de aspecto barroco, el Monumento a Isis.

A pesar del paso del tiempo este altar dedicado a la diosa egipcia conserva aún su belleza y ese halo de misterio escrito en la piedra.

Lápidas de la Pechina de Valencia

Todo aquel que se acerque a verlo con atención descubrirá las tres partes que forman este monumento.

En la parte superior podemos ver una lápida circular en la que destaca un grabado que hemos visto en más de una ocasión asociado a la ciudad levantina en escudos y monedas, el cuerno de Almatea atravesado por los rayos de Júpiter.

Pero a pesar que este símbolo fue el primero de la Valentia romana, esta lápida no corresponde a esa época. Su construcción data del siglo XVIII y se cree que se colocó ahí para resaltar a las dos lápidas inferiores.

CO JVIT VALENTIA se puede leer en la inscripción cuya traducción no está clara del todo. Para muchos autores se traduce como «Valentia Colonia Julia Italici» y para otros como «Valentia Colonia Julia Italica».

El misterio de las lápidas de la Pechina

Justo a continuación, en la parte del centro, encontramos una segunda lápida de forma rectangular que da nombre a este monumento, la lápida dedicada a Isis. Apenas se puede leer la inscripción «Sodalicivm i vernarvm colentes isidem» escrita durante el periodo romano y cuya traducción sería «El colegio de los vernas (o vernáculo) de los adoradores de Isis».

¿Pero cómo llegó hasta ahí? Esta lápida se encontró en el lecho del río el 17 de octubre de 1759 y colocada en este lugar por ser el lugar más próximo de donde fue hallada.

Pero todavía este tesoro nos tiene reservada una última sorpresa entre sus piedras. También de la época romana, en la parte inferior se encuentra la tercera lápida. Según algunos textos y estudios realizados, la inscripción que contiene fue escrita en el siglo XVIII y se realizó para contar la forma en la que fueron encontradas las lápidas. Casi es imposible leer hoy esta frase:

«Siste antiquitatis amator, diu socii in alveo sepulti lapides A. D. MDCCLIX inventi, et sequenti in hunc proximorem locum positis, Dic quando primum erecti»

Según el historiador alicantino Manuel Gómez Marco su traducción sería:

«Detente amador de las antigüedades. Estas dos lápidas sepultadas en el álveo del río, fueron descubiertas en el año del Señor 1759 y en el siguiente se colocaron en este más próximo lugar. Dí en dónde y cuando fueron colocadas.»

Pero, ¿por qué un altar a esta diosa egipcia en Valencia?

Como también sucedió con los dioses griegos, los romanos también rindieron culto a Isis, eso sí transformando y adaptando su imagen a un aspecto más acorde con su cultura.

Según diversos historiadores, el culto a esta deidad en Hispania tiene su raíz en los comerciantes, hombres de paso, militares o ciudadanos griegos y romanos que quisieron mantener el culto a Isis en muchas ciudades de la península, incluida Valentia.

El nombre de vernas que se lee en la segunda lápida se refiere a los exclavos nacidos en casa de sus dueños, los cuales tenían más valor que los que eran adquiridos por compra. Estos exclavos formaron esta congregación de culto a Isis. Así de esta manera fue introducido en el Imperio Romano el culto por Isis y otras deidades egipcias.

¿Quién era Isis?

La diosa Isis era una de las principales diosas de la religión del Antiguo Egipto y su culto se extendió por todo el mundo grecorromano. La primera vez que aparece fue durante el Imperio Antiguo (c. 2686-2181 a. C.) cuando resucita a su marido, Osiris (el dios de los muertos) y engendra y protege a su heredero, Horus del asesino de su padre el dios Set.

Aquellos que la veneraban creían que ayudaba a los muertos a entrar en la otra vida como había ayudado a Osiris. Isis, que significa trono, era la madre divina del faraón, a quien se le identificaba con el dios Horus.

Este grabado de la Biblioteca Digital Hispánica (Biblioteca Nacional de España) nos muestra el monumento el siglo XIX y al fondo como curiosidad Campanar.

Biblioteca Digital Hispánica (Biblioteca Nacional de España)

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Cultura

Muere a los 47 años el valenciano Azuquita, creador del Rumbakalao e icono de la Ruta del Bacalao

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Azuquita
Azuquita-INSTAGRAM

El mundo de la música en España llora la pérdida de Pedro Bermúdez, conocido artísticamente como Azuquita, fallecido a los 47 años en Palma de Mallorca, ciudad en la que residía en los últimos años. La noticia fue confirmada por la prensa balear en la mañana del sábado 6 de septiembre de 2025 y rápidamente se difundió entre seguidores y compañeros de profesión.

Azuquita deja tras de sí un legado musical muy singular, marcado por la creación del Rumbakalao, un estilo híbrido que en los años 90 unió la rumba con los sonidos electrónicos de la mítica Ruta del Bacalao. Con esta fusión, el artista valenciano alcanzó una gran popularidad y se convirtió en uno de los nombres propios de aquella época.

El origen del Rumbakalao: la rumba se cruza con la Ruta del Bacalao

En plena efervescencia de la Ruta del Bacalao, un movimiento musical y cultural que marcó la Comunitat Valenciana y se extendió por toda España en los 80 y 90, surgió la figura de Azuquita. Mientras los clubes de Valencia y alrededores vibraban con el techno, el dance y el house, él apostó por un camino alternativo: versionar los grandes éxitos de la música de discoteca desde un prisma rumbero.

Ese experimento dio lugar al Rumbakalao, un género propio que unía el ritmo festivo y cercano de la rumba con la energía electrónica que dominaba las pistas de baile. Fue en 1993, con apenas 17 años, cuando Azuquita saltó a la fama al versionar “Así me gusta a mí” de Chimo Bayo, uno de los himnos indiscutibles de la Ruta. Su propuesta sorprendió y conectó con un público que buscaba nuevas formas de vivir la música.

Azuquita, un artista que rompió moldes en los 90

Con su estilo desenfadado, su humor característico y una personalidad cercana, Azuquita logró hacerse un hueco en la escena musical de los 90. Sus versiones convertían los éxitos electrónicos en temas que podían sonar tanto en una discoteca como en una verbena popular, lo que ampliaba enormemente su público.

Durante esa década lanzó tres discos:

  • Rumbakalao (1994)

  • Escucha que te digo (1995)

  • Sinelo Kalo (1997)

Cada uno de estos álbumes reforzaba su propuesta musical y consolidaba su imagen de artista rompedor. Su voz y su particular manera de interpretar canciones lo convirtieron en un referente de un estilo único que, aunque surgido en un contexto muy concreto, sigue siendo recordado por quienes vivieron aquella época.

La Ruta del Bacalao: un fenómeno cultural más allá de la música

Para entender la relevancia de Azuquita, es necesario recordar lo que supuso la Ruta del Bacalao. Más que un movimiento musical, fue una auténtica revolución cultural en la Comunitat Valenciana que tuvo su epicentro en discotecas míticas como Barraca, Spook, Puzzle o ACTV. Allí sonaban sesiones maratonianas de música electrónica que marcaron a toda una generación.

En ese ambiente dominado por el techno y el dance, irrumpió Azuquita con un toque inesperado: fusionar ese sonido de club con la rumba valenciana. Su propuesta, lejos de pasar desapercibida, ofreció un soplo de aire fresco y demostró que la Ruta también podía reinterpretarse desde otros estilos.

El Rumbakalao se convirtió así en un símbolo paralelo al fenómeno de la Ruta, con un aire más desenfadado y popular, que lo acercaba tanto a la cultura de la calle como a la de las discotecas.

Colaboraciones y proyección internacional

Aunque su época dorada estuvo en los 90, Azuquita no se quedó anclado en el pasado. Ya en los 2000, participó en proyectos que le llevaron más allá de España. Una de las colaboraciones más destacadas fue con el alemán Matthias Reim, lo que le permitió acercarse al público centroeuropeo.

Su versatilidad musical y su capacidad para adaptarse a diferentes estilos lo convirtieron en un artista querido dentro y fuera de la Comunitat Valenciana.

Azuquita y Los Rumba Kings: su etapa más reciente

En los últimos años, Azuquita formaba parte de Los Rumba Kings, un grupo que mantenía vivo el espíritu de la rumba española y con el que continuaba actuando en fiestas, conciertos y festivales. Desde Mallorca, su lugar de residencia, seguía compartiendo música y demostrando que su pasión por el escenario permanecía intacta.

Para sus seguidores, cada actuación era un viaje en el tiempo que recordaba la frescura de los años 90 y la época dorada del Rumbakalao.

El legado de Azuquita en la memoria musical valenciana

La muerte de Azuquita supone un golpe para quienes vivieron la Ruta del Bacalao y para los amantes de la música fusión en España. Su aportación fue única: logró unir dos mundos aparentemente opuestos, la rumba y la música electrónica, en un género propio que hoy sigue siendo recordado como una seña de identidad de los 90.

Además de su música, queda en el recuerdo su carácter alegre y su humor, que transmitía tanto en entrevistas como sobre el escenario. Su figura forma parte de la memoria colectiva de una generación que bailó sus versiones en discotecas, verbenas y fiestas populares.

La Ruta del Bacalao como patrimonio cultural

Hoy, con el paso del tiempo, la Ruta del Bacalao se reivindica como un fenómeno cultural que fue mucho más que ocio nocturno. Supuso un laboratorio musical, artístico y social que influyó en la música electrónica en España y dejó huella en generaciones posteriores.

En este contexto, artistas como Azuquita ayudaron a ampliar las fronteras de lo que podía ser la Ruta, demostrando que la innovación también cabía dentro de un movimiento ya de por sí experimental.

Un adiós con sabor a nostalgia

El fallecimiento de Azuquita a los 47 años deja un vacío en la música valenciana y en la historia reciente de la cultura popular española. Sus discos, sus versiones rumberas de clásicos de la Ruta del Bacalao y su papel en Los Rumba Kings forman parte de un legado que seguirá vivo en la memoria de sus seguidores.

En un momento en que se recupera la memoria de la Ruta y se organizan homenajes a aquel movimiento, la figura de Azuquita resurge como la de un artista que se atrevió a mezclar mundos y consiguió crear algo nuevo. Su Rumbakalao siempre será recordado como un sonido propio de los 90, un símbolo de una época irrepetible.

 

 

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