Cultura
Las brujas y el inquisidor, la premiada novela de Elvira Roca
Publicado
hace 1 añoen
El viernes 17 de febrero se dio a conocer el fallo de la vigesimoséptima edición del Premio Primavera de Novela. El jurado, presidido por Carme Riera y compuesto por Antonio Soler, Gervasio Posadas, Fernando Rodríguez Lafuente y David Cebrián, falló por mayoría que la obra ganadora de este año sea Las brujas y el inquisidor, cuya autora es Elvira Roca Barea.
LOS MÉRITOS DE LA NOVELA
La novela recrea un episodio histórico en el enigmático ámbito de la Inquisición Española y rescata una figura tan poco conocida como relevante: Alonso de Salazar. En una época de persecución en toda Europa, este sacerdote e inquisidor español cuestionó la veracidad de las teorías sobre la brujería.
EL PREMIO PRIMAVERA
Dotado con 100.000 euros, el Premio Primavera es, desde su primera edición en 1997, uno de los más prestigiosos en lengua española. Lo convocan la editorial Espasa y Ámbito Cultural de El Corte Inglés, con el fin de apoyar la creación literaria y contribuir a la máxima difusión de la novela como forma de expresión artística de nuestra época.
LA EDICIÓN DE 2023
Para esta edición del premio se recibieron un total de 1335 originales. España, que aporta 661 novelas, encabeza la lista de participantes, seguida de Argentina y México, con 210 y 90 originales respectivamente.
UN PALMARÉS CON GRANDES NOMBRES
El Premio Primavera de Novela ha reconocido en años anteriores a autores de muy diferente índole, todos ellos con una contrastada carrera literaria. En 2022, el galardón fue concedido a la novela Operación Kazán, de Vicente Vallés, que se convirtió en una de las novelas más vendidas del año.
LAS BRUJAS Y EL INQUISIDOR
En 1609 varias personas son acusadas de brujería en la aldea navarra de Zugarramurdi. Lo que parecía un episodio puntual, sin importancia, va adquiriendo una virulencia inusitada. En estas circunstancias el inquisidor general Bernardo de Sandoval envía a Alonso de Salazar y Frías a Logroño, sede del Santo Oficio.
No se trata tan solo de hechicerías, mal de ojo, vuelos nocturnos o tratos carnales con Lucifer: los hay que confiesan atroces asesinatos y la utilización sistemática de niños como acólitos del Gran Cabrón. Pero ¿por qué esta epidemia ahora con epicentro en una aldea cerca de la frontera francesa? ¿Es la brujería un espejo que refleja conflictos e intereses variados, muchos de los cuales no tienen nada que ver con el diablo?
En Las brujas y el inquisidor, Elvira Roca desvela la figura histórica de Alonso de Salazar, tan olvidada como relevante, y nos conduce a un viaje apasionante por los entresijos de la brujería en el siglo XVII, cuando las guerras de religión, los conflictos políticos y otras circunstancias provocaron una masiva caza de brujas en Europa. En el caso de Zugarramurdi, además, no hay que olvidar la rivalidad entre Francia y España por el control de Navarra. A todo esto se enfrentará el inquisidor Alonso de Salazar con la más poderosa de las armas humanas: la razón.
«Espero que mi novela cumpla con la regla horaciana prodesse et delectare, es decir, que enseñe y deleite al lector.»

ELVIRA ROCA BAREA, PREMIO PRIMAVERA 2023
Elvira Roca Barea es licenciada en Filología Clásica y Filología Hispánica, y doctora en Literatura Medieval. Ha enseñado en varias universidades estadounidenses y europeas latín y griego, literatura española e historia del mundo hispano.
Es autora de numerosos artículos publicados en revistas especializadas y diarios como El Mundo, El País o ABC, y ha impartido conferencias dentro y fuera de España. La mayor parte de su vida profesional la ha dedicado a alfabetizar adolescentes en la enseñanza pública como profesora de instituto.
Ha publicado los libros Imperiofobia y leyenda negra, uno de los ensayos de historia más exitosos de los últimos tiempos, y 6 relatos ejemplares 6. En 2018 fue galardonada con la Medalla de Andalucía y la Medalla de Honor de San Telmo, y con el premio Los Libreros Recomiendan, otorgado por el Gremio de Libreros de España. En 2019 recibió el Premio Héroes Olvidados, concedido por la Fundación Blas de Lezo, y en 2022 el Premio 1812 que otorga el Club Liberal de Cádiz, así como también el Premio Bernardo de Gálvez. Su obra Fracasología fue distinguida con el Premio Espasa en 2019.
ZUGARRAMURDI, ENTRE LA REALIDAD Y LA LEYENDA
Zugarramurdi tenía la misma apariencia que cualquier aldea de la comarca. Baltasar se sintió un poco estúpido cuando se notó sorprendido ante el aspecto totalmente pacífico y vulgar del sitio.
Zugarramurdi se halla enclavada entre la montaña Navarra y el mar Cantábrico, en la comarca transfronteriza de Xareta. Este nombre hace referencia a la vegetación característica de la zona, compuesta por olmos, avellanos y laureles. El misterio se respira también en sus frondosos hayedos, recorridos por arroyos. Es, sin duda, una de las zonas más bellas de la península, ya que ofrece una encantadora combinación de paisajes evocadores y de una arquitectura autóctona sólida e integrada en el entorno, que invitan al paseo relajado.
En el siglo XVII, tal y como se describe en Las brujas y el inquisidor, la cercana frontera con Francia —a unos cuatro kilómetros del pueblo— era una entelequia. Las gentes iban y venían de un lado a otro sin control de ninguna clase. «El contrabando de productos como el vino o el aceite lampante era una actividad tan frecuente como hacer pan», nos explica el narrador.
El núcleo urbano de Zugarramurdi está dominado por la iglesia de la Asunción y el palacio Dutaria, y cuenta con caserones sólidos y vetustos. Cuatro vecindarios diseminados, Azkar, Madaria, Etxartea y Olasur, completan los escasos 6 kilómetros cuadrados de extensión del municipio.
La famosa cueva de las brujas es un túnel natural de 120 m de largo y 12 de alto, con dos galerías elevadas, excavado por el arroyo Orabidea. Su nombre en euskera es Sorginen Leizea. La galería principal es la infernuko erreka, o regata del infierno. Su naturaleza e historia la envuelven en un halo de misterio. Por lo demás, la cueva no cuenta ni con pinturas rupestres ni con formaciones de estalagmitas y estalactitas.
La palabra aquelarre procede de esta zona, ya que junto a la cueva hay un prado llamado Akelarre o Campo del macho cabrío.
Se ha rehabilitado el viejo hospital de la localidad para instalar el Museo de las Brujas de Zugarramurdi. Además, en Navarra se han creado cuatro itinerarios turísticos que recorren los escenarios principales de la brujería. El primero lleva a los valles de Roncal y Salazar y la zona de Roncesvalles. En el segundo se encuentran las llamadas Cinco Villas, entre ellas Zugarramurdi. El tercer itinerario se centra en montañas y cuevas, mientras que el cuarto incluye las tierras que rodean Estella.
INQUISICIÓN Y CAZA DE BRUJAS EN ESPAÑA. ROMPIENDO MITOS
En sus famosos ensayos, Elvira Roca Barea rompe mitos negativos y prejuicios sobre episodios relevantes de la historia de España. En su primera novela mantiene esa constante y se centra en la imagen distorsionada que el público, en general, tiene sobre el caso de Zugarramurdi y sobre la intervención de la Inquisición en él.
Pese a que la Inquisición española es la que ha cargado con el sambenito de la crueldad y el fanatismo durante los episodios de caza de brujas en Europa, a partir del siglo XVI, los países en los que, con diferencia, se realizaron más procesos y ejecuciones de brujas fueron Alemania, Suiza, Francia y Escocia. Es más, en el cómputo sobre procesos por cada cien mil habitantes, España ocupa la parte baja de la clasificación mundial.
En un estudio publicado en 2017 por The Economic Journal, una revista académica de economía impulsada por la Royal Economic Society y Oxford University Press, los profesores Peter Leeson y Jacob Russ argumentan que las tensiones religiosas impulsaron la caza de brujas. Recopilaron datos
de 43.000 juicios por brujería en Europa, y tres quintas partes ocurrieron durante el período de agitación religiosa entre 1560 y 1630, en el que está situada Las brujas y el inquisidor.
Las cifras en Alemania, por ejemplo, son demo- ledoras. Solo en la ciudad bávara de Würzburg. En España, las condenas apenas llegaron a cincuenta. Solo en la ciudad alemana de Würzburg, en seis años fueron muertas por brujería más de doscientas personas.
Más de doscientas personas fueron ejecutadas entre 1625 y 1631. En España las condenas totales difícilmente llegaron a cincuenta, sumando las de los tribunales civiles y los inquisitoriales. Además, partir de la lucha de Alonso de Salazar contra la persecución no hubo más condenas. Y, sin embargo, la mala fama internacional se la llevó nuestro país.
Elvira Roca Barea simboliza esa realidad en el enfrentamiento —que no fue personal— entre dos personajes antagónicos: la racionalidad de Alonso de Salazar frente a la credulidad de Pierre de Lancre. Los procesos que este último presidió en Labort, en 1609, condenaron a la hoguera a ochenta personas. Cundió el pánico entre la población, lo que provocó el éxodo de muchas familias hacia Navarra; algunas se establecieron en los alrededores de Zugarramurdi.
Leeson y Russ atribuyen esta histeria contra las brujas a las secuelas de la Reforma protestante. Han demostrado documentalmente que los juicios por brujería fueron más habituales en las regiones donde las iglesias católica y protestante contaban con un apoyo similar y pugnaban por los conversos. En cambio, esos procesos y las ejecuciones eran menos comunes allí donde predominaba un credo.
UNA BIBLIOTECA MISTÉRICA DEL SIGLO XVII
Elvira Roca Barea nos invita a conocer algunos de los títulos fundamentales sobre brujería, hechicería, supersticiones y misterios esotéricos durante el Renacimiento. Lo hace a través de una pequeña biblioteca que acompaña a Alonso de Salazar en su viaje a Logroño y en sus investigaciones sobre los sucesos de Zugarramurdi.
Encontramos el Tractatus de superstitionibus (1517), de Martín de Arlés, religioso navarro doctorado en Teología en París, que contaba con varias ediciones francesas y ninguna española. También hay un volumen del Tratado de las supersticiones, hechicerías y varios conjuros y abusiones y de la posibilidad y remedio dellas, de Martín de Castañega (1529), uno de los primeros libros escritos en español sobre el tema.
Alonso de Salazar cuenta con un ejemplar de Reprobación de las supersticiones y hechicerías (1538), del teólogo y matemático Pedro Ciruelo, que fue preceptor de Felipe II. A Baltasar de Velasco le llama especialmente la atención por sus grabados el Tractatus de confessionibus maleficorum et sagarum (1591), obra del obispo alemán Peter Binsfeld.
En el escritorio del inquisidor destacan unas notas sobre Jean Bodin, intelectual francés muy influyente por sus teorías sobre el Estado, y sobre su obra De la démonomanie des sorciers (1580). Bodin era contrario a las garantías procesales en los juicios por brujería.
Baltasar de Velasco se sorprende al descubrir entre los libros de su tío De occulta philosophia libri tres (1533), de Enrique Cornelio Agripa, que pasaba por ser uno de los grandes filósofos y nigrománticos de su tiempo. «¿Para qué se había traído don Alonso el tratado de Agripa, alquimista, médico y filósofo?», se pregunta su sobrino. En este libro aparece el «círculo de Agripa» —lo reproducimos—, con el que se dice que puede invocarse al demonio. Fue un título leído por cabalistas cristianos que pretendían incorporar la cábala, la numerología judía, al saber cristiano. Agripa fue secretario de Carlos I y sirvió a Fernando el Católico. Con De nobilitate et praeccellentia faemini sexus (1529), en defensa de las mujeres, había provocado un enconado debate universitario, además de haber sido acusado de plagiar Triunfo de las donas, del soldado, poeta y religioso gallego Juan Rodríguez del Padrón.
Entre los pliegos que consulta Alonso de Salazar está An Act against Conjuration, Witchcraft and dealing with Evil and Wicked Spirits, el texto de una reciente ley promulgada por Jacobo I de Inglaterra por la que se condena a muerte a cualquiera que invocara espíritus malignos o se comunicara con espíritus familiares.
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Muere a los 55 años Esther Uria, actriz de ‘Hospital Central’ y ‘Cuéntame cómo pasó’
Publicado
hace 11 horasen
28 octubre, 2025
El mundo de la interpretación y la cultura vasca llora la pérdida de Esther Uria, actriz y pedagoga donostiarra conocida por sus papeles en series de televisión tan emblemáticas como Hospital Central, Cuéntame cómo pasó, Doctor Mateo o El comisario.
La intérprete falleció el pasado jueves 23 de octubre a los 55 años, en el Hospital Donostia, tras sufrir una breve enfermedad que sorprendió a familiares, compañeros de profesión y antiguos alumnos.
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Una artista con alma de educadora
Nacida en San Sebastián, Esther Uria se formó en Arte Dramático y dedicó buena parte de su vida a unir dos de sus grandes pasiones: el teatro y la educación.
En el escenario, destacó por su talento natural, su versatilidad y su compromiso con los textos clásicos y contemporáneos. Participó en obras como La cacatúa verde y La importancia de llamarse Ernesto, donde demostró una sólida técnica interpretativa.
Su rostro también se hizo familiar en la pequeña pantalla, con participaciones en algunas de las series más populares de la televisión española.
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Pese a su dedicación a la docencia, Esther Uria nunca abandonó del todo los escenarios. En 2013, junto a su pareja y colaborador artístico Edu Errondosoro, estrenó la obra Cada día es solo una vez al día, un montaje íntimo y reflexivo sobre la importancia de la risa, el amor y el presente.
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Esta obra representaba fielmente su manera de entender la existencia: optimismo, resiliencia y humanidad. A través de su trabajo, defendía que el teatro no solo debía emocionar, sino también educar y sanar.
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En el País Vasco, su figura trascendía el ámbito artístico. Esther Uria fue reconocida por su compromiso con la cultura local, la enseñanza inclusiva y la promoción del arte como herramienta de convivencia.
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La muerte de Esther Uria deja un vacío en el panorama cultural español, pero también un legado de inspiración para nuevas generaciones de actores, docentes y creadores.
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