Manises (Valencia), 26 mar (EFE).- Un avión fletado por el Ministerio de Defensa ha aterrizado este sábado en Valencia con un centenar de personas procedente de Ucrania, entre ellos niños con cáncer y con discapacidad física y psíquica y sus familias, así como desplazados ucranianos con vínculos con asociaciones de la diáspora en España.
En concreto, 50 de las personas son menores con cáncer y sus familias, otras 22 son menores con discapacidad física y psíquica y sus familias y 35 personas son desplazados con vínculos en España, según fuentes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que ha organizado el vuelo en colaboración el de Defensa.
En el avión de Air Europa también iban dos personas de Migraciones y traductores, como personal de apoyo, junto al personal de Defensa.
Los niños enfermos y sus familias serán acogidos temporalmente hasta el martes por una ONG especializada, y a partir de este día serán derivados a plazas del sistema Estatal de Acogida, según las fuentes.
En cuanto a los niños con discapacidad, en el ámbito de sus competencias los acoge la Generalitat y, en caso de que sea posible -por autonomía de las familias o plazas disponibles para su vulnerabilidad- serán trasladados igualmente al sistema estatal que gestiona el Ministerio de Inclusión.
Respecto al grupo de personas desplazadas, CEPAIM se hace cargo dentro del sistema estatal de acogida de Inclusión.
En el dispositivo también participan el Ministerio de Sanidad, la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas y una asociación oncológica infantil, y ha recibido el apoyo adicional de AENA, Cepaim y Cruz Roja.
Con este nuevo avión ya son tres los vuelos de carácter humanitario con niños enfermos de cáncer que han llegado a nuestro país, los otros dos a Madrid y Barcelona.
Además, el pasado 15 de marzo llegó a Asturias un avión, fletado por Defensa, con 110 personas desplazadas de Ucrania, 86 tenían algún tipo de discapacidad, y de ellas 25 eran menores.
Santiago Posteguillo denuncia la falta de ayuda tras la DANA en Valencia: «Es muy cruel no avisar, pero aún más no ayudar»
El escritor valenciano expresa su indignación por la inacción institucional tras la catástrofe
El reconocido escritor de novela histórica Santiago Posteguillo, uno de los afectados por la DANA que azotó Valencia, compartió su experiencia personal ante el Senado. En un emotivo discurso, Posteguillo relató el desamparo vivido en Paiporta, donde reside a escasos metros del barranco del Poyo, y criticó la falta de apoyo de las instituciones, calificando de «cruel» no solo la falta de avisos ante el desastre, sino sobre todo la ausencia de ayuda tras el mismo.
Un relato de desesperación y abandono institucional
Durante su intervención en la Cámara alta, Posteguillo destacó la «sensación de abandono» experimentada por él y muchos otros en las zonas afectadas por las inundaciones. En su relato, mencionó que al día siguiente de la catástrofe, y después de enfrentar seis horas de torrente ininterrumpido, esperaba la llegada de cuerpos de rescate, sin embargo, «al amanecer no había nadie».
La situación era tan extrema que en plena plaza encontró el cadáver de una joven con su madre, sin que la Policía o el Ejército acudieran al lugar.
Posteguillo hizo hincapié en la falta de coordinación y respuesta institucional, recordando que no fue hasta el tercer día que comenzaron a llegar los primeros voluntarios, mientras los vecinos enfrentaban «saqueos», «coches volcados» y «barro por todas partes».
«Es incomprensible que en un escenario del siglo XXI, en una ciudad como Valencia, la respuesta haya sido tan lenta y tan insuficiente», reflexionó el autor.
La crítica a la actuación de las instituciones en plena catástrofe
En su discurso, el escritor comparó la reacción de los representantes públicos actuales con los de la antigua Roma, ironizando que, mientras hace 2.000 años los dirigentes «se mataban entre ellos», hoy «apuñalan al pueblo».
La contundente declaración refleja el sentimiento de indignación de miles de valencianos, quienes, según Posteguillo, se han sentido «traicionados» por las instituciones que, en teoría, debían protegerlos.
Un escape entre la devastación y la autogestión de los vecinos
Describiendo escenas de una devastación que «no había visto en la vida», Posteguillo relató su recorrido a pie hacia su residencia en Valencia. A su paso, encontró «colas de personas con cubos en busca de agua», edificios destrozados y cadáveres que aún no habían sido retirados.
«No se pueden imaginar lo que está pasando esta gente en Paiporta, Algemesí y Alfafar», explicó el novelista, lamentando la escasez de recursos para aquellos que necesitan «más que solo palas» para limpiar calles y reanudar la vida cotidiana.
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