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Muere Raffaella Carrà a los 78 años

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Raffaella Carrà estará en las nuevas monedas de dos euros

Raffaella Carrà ha muerto a los 78 años de edad tras una larga enfermedad, según publica el diario italiano La República: «Nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre». Con estas palabras Sergio Iapino ha dado el anuncio.

Cantante, compositora, bailarina, coreógrafa, presentadora de televisión y actriz italiana. Presentó diversos programas, la mayor parte en la cadena italiana RAI y en la española TVE, y realizó especiales en Argentina, Chile, México y Perú.

Empezó su carrera profesional a la edad de nueve años, tras ser elegida para un pequeño papel en la película Tormento del passato. Raffaella se matriculó a los quince años en el Instituto de Cinematografía, formándose como bailarina. Trabajó en Hollywood en la década de 1960, pero retomó pronto su carrera en Europa, tanto en el cine como en la televisión.

Nació el 18 de junio de 1943 en Bolonia (Italia), en el seno de una familia de clase media. A la edad de ocho años dejó Bellaria-Igea Marina, donde vivía con la familia, para tomar clases en la Academia Nacional de Danzas. Comenzó su incursión en el mundo del arte casi por accidente en un viaje junto a su madre en Roma. A través de un amigo de su familia, un director la eligió por su simpatía para un pequeño papel en la película Tormento del passato a los nueve años. Desde entonces compaginó el estudio de la danza con el estudio de la cinematografía en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma.

Debutó como actriz reconocida en 1960 en la película La lunga notte del 1943 y en I compagni de 1963 con la dirección de Mario Monicelli. Ese mismo año trabajó en la película francesa La chance et l’amour junto a Michel Piccoli. En 1965, tras traslardarse a Hollywood después de haber firmado un contrato con la 20th Century Fox y siguiendo los pasos de sus coterráneas Gina Lollobrigida, Sofía Loren y Virna Lisi, Carrà apareció en la película El coronel Von Ryan junto a Frank Sinatra, Edward Mulhare y Trevor Howard. Pese a que Raffaella fue considerada para participar en varias películas en Hollywood y de actuar en 1966 en un episodio de la popular serie de la TV norteamericana I Spy, protagonizada por Bill Cosby y Robert Culp, la vida que llevaba en Los Ángeles no era la que esperaba y regresó a Italia.[cita requerida]

Ya de regreso a Italia, firmó un contrato para participar en el programa francés Nino Ferrer, con la condición de disponer de tres minutos propios de la emisión para hacer lo que quisiera. Gracias a esto, se convirtió en un éxito inmediato.[cita requerida]

Fue a mediados de la década de 1960 cuando el director Dante Guardamagna le dio el seudónimo de Carrà, quien, aficionado a la pintura, asociaba su nombre real, Raffaella, que recuerda al pintor Raffaello Sanzio, con el apellido del pintor Carlo Carrà. Sin embargo, Raffaella no pudo obtener mucho éxito (en términos de popularidad) como actriz, tanto que, a principios de la década de 1970, tras el éxito obtenido como actriz en televisión, decidió abandonar la actuación (excepto algunos cameos esporádicos en algunas películas y dramas televisivos) y centrarse en la carrera de presentadora de televisión, bailarina y cantante, con la que, en cambio, alcanzará el éxito y la fama a nivel internacional.
Relaciones

La Carrá llevaba mucho tiempo vinculada al autor de televisión Gianni Boncompagni, autor de sus mayores éxitos musicales, y durante un período igualmente largo con el coreógrafo y director Sergio Japino. En su juventud entabló otras relaciones sentimentales, con el futbolista del Juventus Gino Stacchini (que duró ocho años) y con el cantante Little Tony, siendo cortejada también por Frank Sinatra, con quien compartió el plató de la película Von Ryan’s Express. Con Boncompagni y Japino continuó trabajando a lo largo de su carrera. Nunca tuvo hijos y por eso adoptó a varios niños a distancia en diferentes partes del mundo. El tema de las adopciones a distancia, muy querido para ella, la impulsó a presentar, en 2004, un especial en la televisión española llamado Contigo y, posteriormente, Amore, un programa de televisión de 2006.

Raffaella Carrà está muy ligada al Monte Argentario, donde tiene residencia desde hace mucho tiempo. La villa de Cala Piccola fue fuente de inspiración para muchas de sus retransmisiones, ¡incluso para el título del programa de televisión Carràmba! Qué sorpresa!.

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Las frases más duras del rey Juan Carlos sobre Letizia en ‘Le Figaro’

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rey Juan Carlos Le Figaro
Rey Juan Carlos

Con aspecto cansado y apoyado en un bastón tras sus múltiples operaciones de cadera y rodilla, el rey emérito Juan Carlos I abre las puertas de su refugio en Abu Dabi al medio francés Le Figaro y rompe su silencio tras años de exilio, concediendo una entrevista que ya ha levantado polémica dentro y fuera de España.

En la conversación, el monarca reflexiona sobre su reinado, su legado y su situación actual, marcada por la soledad, la distancia de su familia y el peso de los escándalos. “Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por obligación y mis supuestos amigos han desaparecido, veo que nunca fui libre”, confiesa.


“La democracia no cayó del cielo”

El rey emérito recuerda la Transición española como “uno de los logros más importantes de su vida” y defiende su papel como garante de la democracia.

“La democracia no cayó del cielo”, afirma, insistiendo en que “si pudo llegar a ser rey, fue gracias a Franco”.

Una declaración que sorprendió al periodista francés, quien le advirtió de la polémica que podrían generar sus palabras. Juan Carlos responde con naturalidad:

“¿Por qué mentir, si fue una persona que me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?”.

Estas afirmaciones forman parte de su nuevo libro, Reconciliación, una obra de 500 páginas que se publicará el 5 de noviembre en Francia y en diciembre en España. Según el propio monarca, Felipe VI mostró su preocupación por el tono “sin filtros” del texto.

“Quienes esperen revelaciones trascendentales se sentirán decepcionados”, advierte el emérito, que asegura haber dudado antes de escribir sus memorias:
“Me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían idea de quién era Franco ni de la Transición democrática. Creí necesario dar testimonio directo de lo que viví durante treinta y nueve años de servicio a mi país”.


La melancolía del exilio

Sentado entre olivos centenarios en el jardín de su residencia en la isla de Nurai —una propiedad cedida por el jeque Mohammed Ben Zayed, presidente de Emiratos Árabes—, Juan Carlos I se muestra melancólico y nostálgico.

“Verse obligado al desarraigo y al aislamiento al final de la vida no es fácil. Estoy resignado, herido por una sensación de abandono. Hay días de desesperación y de vacío”, admite.

Desde su marcha en agosto de 2020, el rey apenas ha tenido contacto con su familia, salvo con su nieto Froilán, que vive con él en Abu Dabi. Reitera que su autoexilio fue voluntario, para “no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni a mi hijo en el ejercicio de sus funciones soberanas”.

Aun así, deja entrever una fractura emocional con Felipe VI:

“Mi hijo me dio la espalda por sentido del deber. Entiendo que, como rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí su insensibilidad”.

El emérito recuerda una conversación con su hijo durante la Navidad de 2020, que define como “encerrada en el silencio de la incomprensión y el dolor”.


Juan Carlos I: errores, decepciones y la “debilidad” de Corinna Larsen

Entre la nostalgia y el arrepentimiento, el monarca asume haber cometido errores.

“Soy consciente de haber decepcionado. Tengo numerosas debilidades”, confiesa, señalando que fue víctima de “errores de juicio nacidos del amor y la amistad”.

Sobre sus relaciones más controvertidas, hace una referencia directa a Corinna Larsen, a quien califica como “un grave error”.

“Fue un grave error haber aceptado el regalo de cien millones de dólares del rey Abdulá de Arabia Saudí, pero todos los procesos judiciales han sido desestimados y no se me ha imputado nada”.

Reconoce también que fue “cegado por un cierto séquito malévolo” y que confió en empresarios que lo involucraron “en un embrollo financiero que se escapó de sus manos”.


Letizia y Sofía: la otra cara de la monarquía

El rey dedica unas líneas a las dos reinas de su vida. De Sofía, habla con afecto y nostalgia:

“La llamo ‘Sofi’. Lamento que no me acompañe en mi vida en Abu Dabi”.

Sin embargo, su tono cambia al referirse a la reina Letizia.

“Tengo un desacuerdo personal con Letizia. No contribuyó a la cohesión de nuestras relaciones familiares”, admite.

Esta confesión, una de las más comentadas de la entrevista, deja entrever el distanciamiento histórico entre el emérito y la actual reina consorte, cuya llegada a la familia real marcó un cambio de estilo y tensiones en el entorno monárquico.


La herencia a Leonor y el mensaje a Felipe VI

En un tono más conciliador, Juan Carlos envía un mensaje a su hijo Felipe VI:

“España no es automáticamente un país monárquico. Es responsabilidad del rey moldear la monarquía cada día”.

También dedica unas palabras a la princesa Leonor, heredera al trono:

“Que tenga seguridad en sí misma, que cumpla con su deber con simpatía y amabilidad, que sea garante del respeto a la Constitución Española”.


“Hubo tres golpes el 23-F”

El capítulo sobre el golpe de Estado del 23-F es uno de los más reveladores. Juan Carlos I asegura que no fue un solo golpe, sino tres:

“El golpe de Tejero, el de Armada y el de los cargos electos cercanos al franquismo”.

“Alfonso Armada estuvo a mi lado durante diecisiete años. Lo quise mucho, y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, explica.

El monarca también recuerda que, durante sus primeros años de reinado, tuvo el poder de refrendar penas de muerte, aunque nunca tuvo que ejercerlo:

“Si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado”.


“Nunca fui libre”

En el cierre de su entrevista con Le Figaro, el rey Juan Carlos hace una reflexión que resume su sentir:

“A pesar de mis problemas de movilidad y los intentos de desacreditarme, desde mi nacimiento no he sido dueño de mi destino. Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí”.

Con esta confesión, el emérito deja claro que, a sus 87 años, se siente prisionero de su propia historia, atrapado entre el peso de su legado y las consecuencias de sus decisiones personales.

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