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Salud y Bienestar

La musicoterapia en niños con cáncer: notas de esperanza

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musicoterapia niños con cáncer
Román Rodríguez, doctor en Ciencias de la Salud, destaca en su tesis que la musicoterapia ofrece a niños y adolescentes con cáncer la posibilidad de desconectar de su situación clínica, afrontar mejor su enfermedad, favorecer la comunicación y expresar sus emociones. EFE/Pep Morell

<Alicante, 31 may (OFFICIAL PRESS-EFE).- La musicoterapia ofrece a los niños y adolescentes con cáncer la posibilidad de desconectar de su situación clínica, afrontar mejor su enfermedad, favorecer la comunicación y expresar sus emociones, unos beneficios que se plasman en los gestos de alegría y felicidad de los menores hospitalizados cuando tocan la percusión o improvisan en las sesiones en las que se aplica esta metodología.

Así consta en la tesis ‘La relevancia de la musicoterapia en oncología pediátrica desde la mirada de pacientes, familias y profesionales sanitarios’, que, según su autor, el musicoterapeuta Román Rodríguez, es la primera sobre esta temática que se ha defendido en España -ayer, jueves- y con la que ha obtenido el título de Doctor en Ciencias de la Salud por la Universidad de Alicante (UA).

Musicoterapia

«La musicoterapia se viene utilizando desde hace décadas en el ámbito hospitalario y mi tesis es pionera en nuestro país porque refleja, a través de una investigación cualitativa y utilizando una variedad de técnicas de recogida de datos para triangular la información con veracidad científica, la transformación positiva de las emociones en los niños y adolescentes con cáncer» cuando intervienen en sesiones donde se emplea esta «herramienta eficaz», según ha afirmado Román Rodríguez en una entrevista a EFE.

Su trabajo se ha basado principalmente en sesiones de musicoterapia, en diferentes periodos de tiempo, con 27 pacientes de la Unidad de Oncología y Hematología Pediátrica del Hospital General de Alicante y sus padres, y, por separado, con 18 profesionales sanitarios. Junto a esta técnica se han usado entrevistas, grabaciones de vídeo sobre las reacciones de los menores y el denominado termómetro de sentimientos (imágenes con los estados de ánimos a elegir) con los participantes para la recolección de datos.

Cómo impacta en los pequeños y sus familias

Según los resultados obtenidos, «las intervenciones de musicoterapia son bien recibidas no solo por los niños y adolescentes con cáncer, sino también por sus familias, musicoterapeutas y profesionales de la salud», destaca la tesis, que ha sido dirigida por las doctoras Ana Lucía Noreña Peña y Teresa Cháfer Bixquert, profesora del Departamento de Enfermería de la UA y catedrática del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València (UPV), respectivamente.

Concluye que «la musicoterapia ofrece a los niños y adolescentes con cáncer la posibilidad de expresar sus emociones» y, al mismo tiempo, les permite «desconectar de su situación clínica», favorecer «las relaciones sociales», mejorar «su estado de ánimo» y «afrontar mejor su enfermedad».

De la tristeza a la alegría

«Las emociones positivas estuvieron presentes en todas las sesiones realizadas de musicoterapia, donde los niños con cáncer pudieron cantar, escuchar música, improvisar y tocar instrumentos musicales, además de describir estas emociones en las entrevistas», detalla el trabajo de Román Rodríguez, que es licenciado en Interpretación Musical (especialidad saxofón) por el Conservatorio Superior de Música de Oviedo y máster en Musicoterapia por la Universidad de Vic.

Este experto, que pertenece también al grupo de investigación ‘Enfermería y Cultura de los Cuidados’ de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UA, ha resaltado que, al observar los vídeos de las sesiones de musicoterapia, se pudo corroborar que los niños con cáncer mostraban cambios en sus expresiones faciales en relación a sus emociones: los gestos de tristeza o enfado pasaban a ser de alegría «a medida que la música inunda la habitación».

En la tesis se recoge testimonios de los menores en los que afirman sentirse feliz cuando tocan la percusión, señalan que escuchar las canciones les provoca muchas emociones y les ayuda con su enfermedad, revelan que la música les posibilita liberar su energía y la definen como su «gran compañera», y coinciden en su deseo de compartir las sesiones con sus padres.

En los niños mayores, a nivel cognitivo y emocional, les ayudó a evocar recuerdos positivos y reconocieron que se sentían cómodos con sus interacciones con el musicoterapeuta.

Beneficios también para las familias y los profesionales sanitarios

A su vez, sus familias aludieron a los «efectos positivos en sus hijos de las sesiones de musicoterapia» y aseguraron que ellos mismos habían experimentado «beneficios indirectos al observar a sus hijos más alegres y participativos», asegura la tesis.

«Una madre de una niña de 10 años comentó: ‘Ella suele estar triste, pero cuando empieza a tocar el piano aquí (en el hospital) se emociona mucho, y eso a mí también me pone feliz'», mientras que el padre un niño de 13 años manifestó que verle tan feliz con la música le alegra a él también, según se expone en la investigación.

Mejora la calidad de vida

De igual manera, la musicoterapia ha sido valorada positivamente por los profesionales sanitarios participantes, que constataron los beneficios que implica para los niños y adolescentes hospitalizados. Incluso describieron sus percepciones sobre el uso de esta terapia para «su autoconocimiento y autocuidado», destaca la tesis como otra de las conclusiones.

Román Rodríguez considera indispensable procurar la implementación de la musicoterapia de forma estandarizada en el ámbito sanitario, al tratarse de una herramienta, sostiene, que «mejora la calidad de vida de los pacientes, familiares y personal asistencial».

«En España, la musicoterapia está reconocida como una actividad profesional, pero, a diferencia de otros países, no cuenta con reconocimiento legal como profesión sanitaria, que es lo que es y a pesar de que puede complementar a la medicina convencional», ha dicho.

Guzmán Robador

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¿Por qué vuelve el sarampión a España?

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Sarampión en España

La Evaluación Rápida de Riesgo publicada por Sanidad confirma lo que muchos epidemiólogos temían: el virus está encontrando espacios vulnerables donde antes había inmunidad colectiva. El problema tiene nombre y apellidos: descenso en las tasas de vacunación.

Para frenar el avance del sarampión se necesita que, al menos, el 95% de la población esté inmunizada con las dos dosis de la vacuna triple vírica (sarampión, rubéola y paperas). Sin embargo, solo seis comunidades autónomas en España alcanzan ese umbral. El resto presentan coberturas insuficientes que favorecen la aparición de brotes esporádicos, algunos importados y otros de transmisión comunitaria.


Expertos advierten: el confinamiento afectó a las coberturas vacunales

El catedrático de Inmunología, Alfredo Corell, ha recordado que la pandemia de la COVID-19 dejó un vacío preocupante en la inmunización infantil:

“Durante el confinamiento, bajaron las tasas de vacunación. Aunque España históricamente ha mantenido coberturas altas, algunas comunidades no han recuperado el nivel deseado del 95%”, ha explicado.

Esta relajación en las pautas vacunales podría estar detrás del actual resurgimiento de una enfermedad considerada eliminada en Europa desde hace años.


El impacto global: el caso de Estados Unidos

La situación no es exclusiva de España. Corell advierte también del deterioro del sistema sanitario en Estados Unidos, que podría tener consecuencias globales:

“Han cerrado proyectos científicos, recortado financiación en investigación y eliminado programas de ayuda internacional. Esto va a generar una fuga de cerebros y un retroceso en salud pública global”, asegura el inmunólogo.


España sigue siendo país libre de sarampión… por ahora

Desde 2016, España mantiene la certificación de la OMS como país libre de sarampión, lo que significa que no hay transmisión endémica sostenida. Sin embargo, eso no implica que el virus haya desaparecido: los casos importados siguen existiendo y pueden provocar brotes si no se mantiene la cobertura vacunal.


La tuberculosis también preocupa: repunte de casos en España

Junto al sarampión, los expertos alertan de otro enemigo silencioso que resurge: la tuberculosis. Según Corell, esta enfermedad mata entre 1 y 1,2 millones de personas al año en el mundo, y sigue siendo más letal que la malaria o el VIH.

En España, el repunte es preocupante: en Sevilla, los casos han aumentado un 87% en solo dos años. Muchos diagnósticos se retrasaron durante la pandemia, al confundirse los síntomas con los del COVID o evitarse las visitas médicas.

La tuberculosis es prevenible y tratable, pero su tratamiento es largo y exigente: una combinación de cuatro antibióticos durante al menos seis meses, aunque con una tasa de éxito superior al 90% si se sigue correctamente.


La lección: la prevención salva vidas

Tanto en el caso del sarampión como en el de la tuberculosis, los expertos insisten en que la vacunación, la detección precoz y la vigilancia epidemiológica son las mejores herramientas para evitar crisis sanitarias.

“La inmunidad colectiva es nuestra mayor defensa. Sin ella, abrimos la puerta a enfermedades que ya conocíamos y que creíamos bajo control”, concluye Corell.

Para saber si estás vacunado contra el sarampión, puedes seguir estos pasos:

  1. Revisa tu historial de vacunación: Si tienes acceso a tu cartilla de vacunación o a registros médicos, verifica si has recibido la vacuna contra el sarampión. La vacuna se administra generalmente como parte de la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) en la infancia.

  2. Consulta con tu médico: Si no tienes acceso a tus registros o no estás seguro, puedes pedirle a tu médico que revise tu historial de vacunación. Ellos pueden ayudarte a determinar si has recibido la vacuna en base a la información disponible.

  3. Análisis de sangre (prueba serológica): Si no estás seguro y no tienes acceso a tus registros, tu médico puede ordenar un análisis de sangre para medir la cantidad de anticuerpos contra el sarampión. Si tienes anticuerpos suficientes, significa que estás protegido.

  4. Recuerda las fechas de vacunación: La mayoría de las personas reciben una primera dosis de la vacuna contra el sarampión entre los 12 y 15 meses de edad, y una segunda dosis entre los 4 y 6 años. Si no recuerdas haberte vacunado en estas edades o en la edad recomendada, consulta con tu médico sobre la posibilidad de una dosis de refuerzo.

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