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Valencia

Urbanismo da luz verde a la restauración de la fachada de la Casa de los Dragones

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restauración fachada Casa Dragones

La Concejalía de Urbanismo de València ha dado luz verde a la restauración de la fachada de la Casa de los Dragones, un edificio de cuatro alturas de estilo modernista obra del arquitecto valenciano José Manuel Cortina Pérez, diseñado en 1901 y catalogado como Bien de Relevancia Local (BRL).

Urbanismo ha acordado conceder licencia de intervención en las fachadas del inmueble, ubicado en el número 4 de la calle Sorní, y la duración prevista de las obras es de cuatro meses, según ha informado el Ayuntamiento.

Las obras previstas consistirán en la reparación de las fisuras y grietas en los frentes de forjados de balcones y en el resto de fachada, con acabado del mortero liso, la pintura de la fachada con el mismo color que el actual, y la aplicación de un tratamiento superficial de protección hidrófuga en la zona de las fachadas que presentan ladrillo caravista.

Asimismo, se prevé restaurar las barandillas metálicas de los balcones, que se lijarán y se limpiarán para, posteriormente, pintarlas en color negro satinado. Finalmente, se acometerá la limpieza del zócalo, dejando la piedra vista, y la restauración del portón de acceso de madera con acabado de barniz transparente.

La obra se realizará mediante trabajos verticales con una marquesina de protección en planta baja, como elemento auxiliar y se ocuparán 76,42 metros cuadrados de acera durante un periodo de ejecución previsto de cuatro meses, tal como se planteó el pasado mes de enero en el proyecto técnico de intervención.

El edificio, de cuatro alturas, dedicado a viviendas y con bajos dedicados a la actividad comercial, es fácilmente reconocible, y uno de los inmuebles ejemplo del estilo modernista del barrio del ensanche, propio de principios del siglo XX.

La singular decoración de sus fachadas (en un estilo que ha sido definido como ‘medievalismo fantástico’) dota a la finca de una personalidad propia, que incluye, además de las figuras de los dragones, un conjunto de elementos neogóticos como columnas, ornamentos florales y hasta una locomotora con alas, alegoría de la modernidad y el progreso.

El edificio está situado en la confluencia de las calles Sorní y Jorge Juan, diseñado con frente en chaflán y con una fachada que aunque siguen en su construcción arquitectónica los cánones del clasicismo, los elementos ornamentales se basan en los presupuestos decorativos del Modernismo.

 

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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