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Salud y Bienestar

Trucos efectivos para aliviar el dolor de cabeza, según el neurólogo Chema González

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¿Por qué nos duele la cabeza cuando hace viento?

El dolor de cabeza es una dolencia común que afecta a la mitad de la población española de manera recurrente. En muchos casos, estos episodios pueden volverse crónicos, afectando la calidad de vida de quienes los padecen. Según el neurólogo y divulgador Chema González de Echávarri, el estrés y la ansiedad juegan un papel clave en la aparición de migrañas, al generar un estado de hiperexcitación muscular que provoca la contracción involuntaria de ciertos músculos.

¿Por qué aparece el dolor de cabeza?

El doctor explica que la tensión acumulada en distintos grupos musculares del rostro y cuello es un desencadenante frecuente de migrañas y cefaleas:

  • Tensión en la mandíbula: Al estar nerviosos, tendemos a apretar la mandíbula, activando el músculo masetero y el temporal, lo que puede causar dolor en la sien.
  • Fruncir el ceño: La contracción de los músculos faciales como el piramidal, corrugador y frontal provoca dolor en la frente e incluso detrás de los ojos.
  • Contractura cervical: Posturas como encoger los hombros generan tensión en la musculatura cervical, irradiando dolor hacia la parte posterior del cráneo.

Técnicas para aliviar el dolor de cabeza

El neurólogo recomienda varias estrategias para destensar los músculos y reducir la frecuencia e intensidad del dolor de cabeza:

  1. Masaje en la mandíbula: Aplicar presión con los dedos en la zona del músculo masetero y realizar movimientos circulares para liberar la tensión.
  2. Relajación del músculo temporal: Masajear los laterales del cráneo con movimientos suaves y ascendentes.
  3. Liberación de la tensión frontal: Masajear profundamente desde la nariz hasta la musculatura de la frente para reducir la contracción muscular.
  4. Masaje cervical: Aplicar presión desde la base del cráneo hacia arriba para aliviar la tensión acumulada en la zona del cuello.

Botox: un tratamiento eficaz contra la migraña

Además de los masajes y ejercicios de relajación, el especialista destaca que el uso de toxina botulínica (botox) es una de las soluciones más eficaces para tratar la migraña crónica. Su efecto paralizante ayuda a reducir la actividad muscular excesiva y, por ende, la aparición del dolor.

Si bien los dolores de cabeza pueden tener múltiples causas, aplicar estos trucos puede ser de gran ayuda para prevenir y aliviar el malestar, mejorando la calidad de vida de quienes sufren de migraña o cefaleas recurrentes.

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¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?

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¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?
¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?

Cuando llegan las vacaciones todos soñamos con descansar, desconectar del trabajo y disfrutar del tiempo libre. Sin embargo, muchas personas experimentan justo lo contrario: resfriados, problemas digestivos, dolores de cabeza, alergias o incluso bajones anímicos. Este fenómeno, tan habitual como molesto, tiene una explicación médica y psicológica. Te contamos por qué nos ponemos malos en vacaciones y qué hacer para evitarlo.


El síndrome del ocio o del descanso: la base del problema

Los especialistas lo llaman “síndrome del ocio” o “síndrome del descanso”, un fenómeno que aparece cuando, tras un periodo de alta exigencia física o mental, el cuerpo se relaja bruscamente y aparecen síntomas de enfermedad.

Durante los meses de trabajo o estudio, el organismo mantiene un nivel elevado de cortisol y adrenalina, hormonas relacionadas con el estrés. Estas sustancias ayudan a mantenernos activos, aunque también reducen la eficacia del sistema inmunológico. Cuando llega el descanso, los niveles de estrés caen en picado y el cuerpo aprovecha para mostrar todo aquello que llevaba tiempo acumulando.


Factores que explican por qué enfermamos en vacaciones

1. Bajada de defensas tras el estrés

El estrés crónico provoca que las defensas trabajen a menor rendimiento. Durante semanas o meses aguantamos gracias a la tensión diaria, pero cuando el cuerpo se relaja es más vulnerable a virus y bacterias. De ahí que sea común pillar un resfriado o una infección leve justo al inicio de las vacaciones.

2. Cambios bruscos de rutina

En vacaciones solemos alterar horarios de sueño, alimentación y ejercicio. Dormir menos o demasiado, saltarse comidas, consumir más alcohol o comidas copiosas, y la falta de actividad física repercuten directamente en el bienestar. El cuerpo, acostumbrado a un ritmo regular, reacciona con malestares digestivos, cansancio o dolor de cabeza.

3. Viajes y exposición a nuevos entornos

El hecho de viajar implica cambios de clima, altitud, huso horario y contacto con bacterias y virus diferentes. Todo ello supone un desafío para el organismo, que debe adaptarse rápidamente. Por eso, diarreas, alergias y problemas respiratorios son más frecuentes en vacaciones.

4. El “efecto rebote” del estrés acumulado

Muchos trabajadores llegan al periodo vacacional en estado de agotamiento físico y mental. Al desconectar, el cuerpo interpreta que ya puede bajar la guardia, lo que se traduce en un “reajuste” que en algunos casos se manifiesta como malestar general, dolores musculares o incluso ansiedad.

5. Problemas psicosomáticos

La salud mental también influye. La llegada de las vacaciones, con más tiempo libre y menos obligaciones, puede hacer que afloren preocupaciones que antes se mantenían en segundo plano. Esto se traduce en síntomas físicos como insomnio, dolores de estómago, migrañas o tensión muscular.


Enfermedades más frecuentes en vacaciones

  • Resfriados y gripes leves: fruto de la bajada de defensas.

  • Problemas digestivos: gastroenteritis, diarrea del viajero, indigestiones o acidez.

  • Dolores musculares y de espalda: consecuencia del estrés acumulado y cambios en la rutina de ejercicio.

  • Alergias: al polvo de hoteles, al polen en nuevas zonas geográficas o a ciertos alimentos.

  • Problemas dermatológicos: como quemaduras solares, reacciones alérgicas o eccemas.

  • Trastornos del sueño: derivados de los cambios de horario, viajes largos o exceso de actividad nocturna.


Cómo prevenir ponernos malos en vacaciones

Mantener hábitos saludables antes y durante el descanso

Lo ideal es no esperar a las vacaciones para cuidar el cuerpo. Mantener una alimentación equilibrada, dormir lo suficiente y practicar ejercicio con regularidad ayuda a que el sistema inmunológico no sufra tanto el cambio de ritmo.

Evitar los excesos

Aunque es normal disfrutar de comidas especiales, alcohol o trasnochar, conviene hacerlo con moderación. Los excesos son una de las principales causas de problemas digestivos y fatiga durante el verano.

Preparar los viajes con antelación

Si el destino implica cambios de clima, altitud o alimentación, es recomendable llevar un botiquín básico, hidratarse con frecuencia y dar tiempo al cuerpo para adaptarse. En destinos internacionales, conviene revisar las vacunas necesarias.

Escuchar al cuerpo

Muchas veces el organismo avisa antes de caer enfermo. Síntomas como cansancio extremo, insomnio, irritabilidad o dolores de cabeza recurrentes son señales de que necesitamos parar antes de que aparezca una enfermedad.

Proteger la piel y el sistema respiratorio

El uso de crema solar, ropa adecuada y medidas de higiene básicas (lavado de manos, evitar agua contaminada) reducen el riesgo de problemas en vacaciones.


Vacaciones como oportunidad de resetear el cuerpo

Aunque resulte paradójico, ponerse malo en vacaciones puede ser la forma que tiene el cuerpo de “resetearse”. El descanso permite que afloren desequilibrios que estaban escondidos bajo la rutina del estrés. Lo importante es entender este fenómeno, cuidarse y no verlo como una mala suerte, sino como una llamada de atención a la necesidad de equilibrar trabajo y salud durante todo el año.


Conclusión: disfrutar de las vacaciones sin enfermar es posible

Ponerse enfermo en vacaciones es más habitual de lo que pensamos, y no se debe únicamente a la casualidad. El estrés acumulado, los cambios de rutina y la bajada de defensas son factores clave que explican este fenómeno. La buena noticia es que, con una preparación adecuada y hábitos saludables, se puede reducir considerablemente el riesgo y disfrutar de un descanso reparador.

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