La constancia y la perseverancia son valores que ayudan a conseguir metas en la vida, y si no que se lo pregunten a Marta Agustín, Fallera Mayor de València 2009, que recientemente acaba de lograr el título de piloto comercial, algo con lo que soñaba desde que era pequeña.
Cuando Marta transmitió a sus padres su intención de pilotar aviones de pasajeros, éstos le aconsejaron que «estudiara una carrera de personas», por lo que siguiendo el consejo paterno, la joven cursó Diseño Industrial, carrera que compaginó con el cargo de máxima representante de las fallas 2009, y que al finalizar sus estudios, en 2010, se marchó a Londres, donde ejerció de ingeniera durante dos años.
El carácter decidido de Marta Agustín le ha llevado, no sólo a conseguir sus sueños, tanto en el ámbito profesional como personal, y hasta ‘falleril’, sino también a viajar por todo el planeta. Tras su periplo londinense, la joven viajaba hasta Argentina, donde trabajó como fotógrafa haciendo diseño gráfico para poder comenzar el «trabajo de su vida»: su carrera aronaútica. Fue en tierras argentinas donde Marta consiguió, con esfuerzo y sacrificio, la licencia de piloto privado, consiguiendo sumar gran parte de las horas de vuelo necesarias.
Compaginar sus grandes pasiones
Con parte de su proyecto de vida casi completado, Marta Agustín regresaba a España en 2014, matriculándose en Madrid para poder acabar la carrera de piloto comercial a «distancia» mientras compaginaba sus estudios con otra de sus grandes pasiones: las fallas. Y es que Marta ha trabajado en una conocida firma de indumentaria valenciana para ayudar a costearse el final de sus estudios como piloto, aplicando en sus consejos la gran experiencia adquirida como máxima embajadora de la fiesta.
Durante los meses de mayo a noviembre de ese mismo año, Marta superó todos los exámenes teóricos, mientras que en noviembre de 2016, se trasladaba a Madrid para completar su formación de piloto con horas específicas de vuelo. La recompensa a su esfuerzo llegaba hace unas semanas cuando por fin obtenía el título de piloto comercial, para «orgullo y satisfacción» de sus padres y familiares. A partir de ahora, no será difícil que un fallero pueda ver a Marta Agustín a los mandos de un avión.
Marta Agustín durante sus prácticas de vuelo. Foto: Official Press
Y es que tal como ha asegurado a Official Press, quiere encaminar su futuro «hacia la aviación», una afición que como la propia Marta confiesa «no sé de qué me viene. Nadie en mi familia se dedica a ello. Es vocacional al 100%. Yo siempre lo he tenido claro, me gusta mucho viajar, y a día de hoy, pese a conocer este mundo por dentro, me sigue fascinando que podamos volar», una profesión a la que recalca que «no le he perdido el respeto. Soy consciente de lo que supone pilotar un avión porque siempre puede pasar algo, y es que necesita de la máxima concentración, cala y una alta capacidad de reacción».
A este respecto, Marta confesaba uno de los sustos sufridos durante sus horas de instrucción en las que en un vuelo de prácticas entre Madrid y Valladolid se quedó literalmente «tirada» tras perder el contacto con la torre de control. Otra de ellas, fue la ocurrida en otro vuelo cuando se formó hielo en las alas del avión, lo que obligó a una rápida reacción y descender a una altitud más baja.
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