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’12 de mayo … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea

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forteaJosé Luis Fortea

…….en 1543, en la localidad  portuguesa de Almeirim, perteneciente al actual distrito de Santarém, en Ribatejo (Portugal), en el palacio del entonces embajador de España, don Luis Sarmiento de Mendoza, se celebraba la boda por poderes entre los hijos de los reyes de España y de Portugal, el futuro rey Felipe II y doña María Manuela, que aquel miércoles día 12 de mayo cuentan todavía con quince años de edad.

Constituía este, el primer enlace de los cuatro que a lo largo de su vida tendría Felipe II, en una hábil política matrimonial, en el que la novia elegida, doña María Manuela era hija del rey de Portugal y primo del rey de España, Juan III y de doña Catalina de Austria, la hermana pequeña de Carlos I, siendo por tanto ambos contrayentes, primos hermanos.

No era sin embargo la prometida, de belleza igual a la también portuguesa esposa del rey Carlos I y madre de Felipe II, doña Isabel de Portugal, quien había dejado en la corte española la impronta de su hermosura natural y que todavía perduraba, tras cuatro años desde de su fallecimiento, en el recuerdo de quienes la habían conocido.

Pero sin ser tan delicadamente hermosa y estar algo más entrada en carnes, doña Manuela era una joven también de rasgos bellos, de muy buena presencia, mediana estatura, tez blanca y cabellos rubios, boca pequeña, grandes ojos y bonitos, con una simpatía y gracia natural, culta y refinada, con destreza para la danza y el cante, además de ser buena conversadora y muy locuaz.

La descripción que el propio embajador español le hizo llegar personalmente al príncipe Felipe, señalaba que era la infanta;

–“tan alta y más que su madre, más gruesa que delgada, pero no de manera que no lo esté bien. En palacio, donde hay damas de buenos gestos, no hay ninguna mejor que ella”- (una descripción sin duda que no aclararía las dudas del joven consorte).

La boda se celebraría seis meses más tarde, quizás para evitar los meses más cálidos entre junio y septiembre en la meseta castellana, en la ciudad de Salamanca un sábado día 13 de noviembre de 1543.

Fue el mismo rey español, Carlos I, quien solicitó a don Juan Alonso de Guzmán, el duque de Medina Sidonia, y a don Juan de Silíceo, obispo de Cartagena, que fueran hacia la frontera entre Portugal y España, al encuentro de aquella comitiva que traía a la prometida para la celebración de la boda, y rendirle justos honores, siendo para ello, la localidad de Elvas (a tan sólo diez kilómetros de Badajoz) por donde haría su entrada el cortejo luso, un viernes día 15 de octubre de 1543.

Cuentan que el novio, inspirado por la misma viva curiosidad, salió a su encuentro sin avisar de su llegada, a escondidas, guardándose entre la multitud, junto a los gentiles hombres de su confianza, para ver por sí mismo la apariencia de su futura esposa.

Y pese a tratarse esta de una “misión secreta”, aquella pretendiente se encontraba perfectamente informada de los “incógnitos y sigilosos movimientos de su prometido”, que pese a haber recibido en la localidad de Aldeanueva del Camino, en la provincia de Cáceres, a un emisario portugués que decía portar un “reciente retrato de la infanta”, este, sin duda, no le había dejado totalmente satisfecho, ya que decidió verla, desde una menor distancia, respetando, eso sí, el necesario protocolo que le impedía hablar con ella, asomándose para ello al balcón de una de las casas por donde haría la comitiva su entrada, en un recorrido que habiendo partido desde Elvas, les había llevado hasta Badajoz, Montijo, Mérida y hasta aquella localidad de Aldeanueva, en donde Felipe y su comitiva aguardaban, para posteriormente proseguir aquel viaje a Palencia y dirigirse hasta la misma ciudad de Salamanca, recibiendo, en cada sitio en donde hacían acto de presencia, el cariño y el calor de sus gentes, dándoles la bienvenida.

Y allí, al pasar bajo el balcón de la aludida vivienda, sabiéndose observada, cubre la mitad de su rostro con un abanico que portaba, y es entonces cuando uno de los acompañantes del príncipe, don Antonio de Rojas, descubriendo las cortinas donde se ocultaba, muestra de igual manera a este, dejando de esta manera constancia de su interés por la dama.

Ofició la misa el hermano pequeño del rey de Portugal, tío de la novia, arzobispo de Évora y Lisboa, el Cardenal Enrique (que acabará siendo rey de Portugal treinta y cinco años más tarde, en 1578).

Trasladados a Valladolid, la pareja de recién casados son estrechamente controlados, por consejo de Carlos I, quien advierte a su hijo sobre el peligro de los excesos que conlleva el placer de la carne descontrolado, conminándole a limitar sus encuentros y procurar dominar su sobrante de pasión amorosa, para lo cual dispone a estos bajo tutela y vigilancia de don Juan de Zúñiga.

Los temores de Carlos I venían fundamentados por aquel entonces, al considerar que habían sido precisamente este, el motivo que había provocado la muerte de su tío, el príncipe Juan, el hijo mayor de los reyes católicos, el 4 de octubre de 1497.

De esta manera, la misma noche de bodas, tras un periodo prudencial, permitiendo a los recién casados unas horas para consumar su matrimonio, aproximadamente sobre las tres de la madrugada, el mencionado vigilante, don Juan de Zúñiga entró en la habitación de los príncipes y los separó, para que durmieran en dormitorios separados.

Siguiendo una serie de pautas entre las que se incluían las separaciones forzosas y la evitación de momentos excesivos de soledad e intimidad, fueron pasando los primeros meses hasta que la infanta, quedose en cinta.

Fruto de este matrimonio, en Valladolid, nacerá en la medianoche del día 8 de julio de 1545, tras un complicado parto, un varón, a quien llamarán como al abuelo paterno, Carlos. Cuatro días más tarde, el día 12, con diecisiete años de edad, fallecía la madre, doña Manuela.

Curioso este infante don Carlos, que acabaría confinado por orden de su propio padre, el rey Felipe II, el 18 de enero de 1568, sin comunicación con el mundo exterior, falleciendo el 24 de julio de ese mismo año, apenas dos semanas después de haber cumplido los veintitrés años.

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Deportes

El Girona firma el hundimiento del Valencia CF (2-1)

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Girona-Valencia
VALENCIA CF

El Valencia CF no pudo sumar en su visita a Montilivi y cayó por 2-1 ante el Girona FC en un partido intenso y con alternativas, correspondiente a la jornada 8 de LALIGA EA SPORTS 2025-26. El tanto valencianista lo firmó Diego López, que volvió a demostrar su calidad y olfato en el área rival.

Un arranque accidentado y un Girona más eficaz

El encuentro comenzó cuesta arriba para los de Carlos Corberán, que a los pocos minutos perdieron a Diakhaby por lesión. El central fue sustituido por Copete, lo que obligó a reajustar la defensa. El Girona, muy activo en los primeros compases, llevó la iniciativa con un juego fluido y vertical.

El primer golpe llegó pronto. En el minuto 18, Vanat aprovechó una segunda jugada en la frontal del área para enviar un disparo ajustado al poste derecho de Agirrezabala (1-0). El Valencia intentó reaccionar con orden y buscando el contragolpe, pero le costó romper la presión alta de los de Míchel.

Diego López lidera la reacción blanquinegra

El equipo valencianista fue ganando presencia con el paso de los minutos. Thierry Rendall y Pepelu protagonizaron una buena combinación que terminó con un potente disparo de Jesús Vázquez, al que respondió Gazzaniga con una gran intervención. Poco después, Danjuma tuvo otra ocasión clara, pero su tiro se marchó desviado.

Tras el descanso, Javi Guerra entró por Santamaría y cambió la cara del equipo. El centrocampista de Gilet lideró una jugada brillante que acabó con un zurdazo al larguero de Diego López. Esa acción fue el preludio del empate: en el minuto 58, Danjuma y Lucas Beltrán fabricaron una buena acción por la izquierda y el propio Diego López apareció en el primer palo para empujar el balón a la red (1-1).

El tanto espoleó a los valencianistas, que disfrutaron de sus mejores minutos del partido. En apenas cinco minutos, el Valencia acumuló cuatro ocasiones claras, obligando a Gazzaniga a lucirse ante los disparos de Javi Guerra, Tárrega, Thierry y Copete.

Arnau decide y el Valencia se queda sin premio

Cuando mejor estaba el conjunto che, llegó el mazazo. En una falta lateral, Asprilla puso un centro peligroso que Vanat cabeceó. Agirrezabala rechazó el balón, pero Arnau apareció atento para empujarlo a la red y devolver la ventaja a los locales (2-1).

El Valencia no bajó los brazos. Corberán movió el banquillo dando entrada a Ramazani y Hugo Duro, y el equipo se volcó sobre el área rival. Ramazani rozó el empate con un disparo cruzado que se marchó rozando el poste, y Copete tuvo otra clara tras un córner. En el tramo final, Iván Martín fue expulsado por doble amarilla al frenar una internada de Diego López, pero ni la superioridad numérica ni el empuje final bastaron para rescatar un punto.

En el descuento, Javi Guerra sirvió un balón medido a Rioja, que centró buscando a Hugo Duro, aunque el delantero no logró conectar el remate. El Valencia lo intentó hasta el último suspiro, pero el marcador no se movió.


El Valencia CF sigue compitiendo con orgullo

Pese a la derrota, el equipo de Carlos Corberán ofreció una imagen competitiva y demostró carácter ante un Girona sólido y eficaz. El conjunto blanquinegro se mantiene en mitad de la tabla y ya piensa en su próximo compromiso.

El Valencia CF volverá a jugar a domicilio el lunes 20 de octubre a las 21:00 horas, frente al Deportivo Alavés en Mendizorroza, en la jornada 9 de LALIGA EA SPORTS.


Ficha técnica

Girona FC 2 – Valencia CF 1
Goles: Vanat (18’), Diego López (58’) y Arnau (63’).
Árbitro: Isidro Díaz de Mera (Castilla-La Mancha). Expulsó a Iván Martín (min. 85).
Estadio: Montilivi.
Tiempo de juego: 101 minutos.


 

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