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’24 de marzo… Y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea

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forteaJosé Luis Fortea

………… en 1916, fallecía el 24 de marzo, a la edad de cuarenta y ocho años, el compositor y pianista español, Enrique Granados Campiña, mientras se encontraba a bordo del barco Sussex, que cubría el trayecto desde la localidad de Folkestone, en el condado de Kent, en el sureste de Inglaterra y la localidad francesa de Dieppe, al disponerse a cruzar el Canal de la Mancha, acompañado de su mujer, Amparo, que también fallecería en la citada travesía.

Regresaban de realizar su primera gira internacional, para lo cual habían partido del puerto de Barcelona, cuatro meses antes, con destino a Nueva York, en donde tenían previsto realizar el estreno de “Goyescas”, en el Metropolitan Opera House, pieza esta compuesta en 1911 y que desde el mismo día de su estreno había constituido un éxito rotundo (de hecho, la mencionada ópera, cuyo nombre hace referencia al pintor Francisco Goya por quien el compositor siente verdadera admiración, está considerada como su obra maestra) y como cabría de esperar recibió elogios la misma noche de su presentación en los Estados Unidos, de tal magnitud y calado, que el mismo presidente, el vigésimo octavo, Woodrow Wilson le remitió una invitación para realizar una actuación en la misma Casa Blanca, que alteraría en cierta manera los planes previstos de regreso a España del matrimonio Granados.

En aquellos días, inmersa Europa en guerra desde 1914, los desplazamientos no estaban exentos de riesgos y los realizados por mar no eran en modo alguno aconsejables. Los pasajes que tenían reservados zarpando desde el mismo puerto de Nueva York hasta Barcelona para el día 8 de marzo tuvieron que ser anulados, retrasando la vuelta tres días para poder acudir a la recepción con el presidente. Esto supuso reservar billetes realizando escalas, en una ruta con mayor recorrido, pero evitando zonas consideradas peligrosas, y de esta manera se estableció el viaje desde Nueva York al puerto inglés de Falmouth, en tren a Folkestone y en barco a la localidad francesa de Dieppe (eludiendo la ruta del trazado del cruce del Canal más tradicional pero considerada más comprometida de Dover a Calais).

El día 24 de marzo, en el puerto de Falmouth, a la una y cuarto del mediodía, el matrimonio embarcó en el vapor Sussex, con bandera francesa. A las 14,30 horas, la nave fue detectada por un submarino de guerra alemán UB-29, que lo confundió con un barco minador, lanzándoles, faltando diez minutos para las tres de la tarde, un torpedo que impactó en su línea de flotación, partiéndolo en dos, la  proa (su línea delantera) comenzó a hundirse de inmediato, pero no así la parte trasera, donde se encontraba el camarote de Granados y su esposa, aunque en el momento del impacto no debían estos estar allí, pues posteriormente se halló el equipaje y sus objetos personales intactos.

Enrique Granados se lanzó al mar y fue rescatado en una de las balsas de salvamento, pero al ver a su mujer en aquellas frías aguas se lanzó a rescatarla, pereciendo los dos ahogados.

El hijo del maestro, Enrique Granados Gal, acabará siendo nadador olímpico, campeón de España en la prueba de los 100 metros libres, en el año 1923, siendo considerado el primer nadador en utilizar en España el estilo crol, aunque su especialidad, en la que compitió en los Juegos Olímpicos de los años 1920 y 1924 fue el “waterpolo”.

Su hijo, y por tanto nieto del maestro, Enrique Granados Aumacellas, fue también nadador olímpico en el año 1952, en las pruebas de 400 y 1500 libres, siendo posteriormente presidente de la federación balear de natación.

Dejo dos enlaces de este extraordinario compositor;

Danza española no 5, Andaluza (4:19) https://www.youtube.com/watch?v=AUyu4UUf7wg

Oriental» de Danzas españolas (4;26)

https://www.youtube.com/watch?v=Q4_IofNT7N0

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……en 1987, el día 24 de marzo, como hoy, saltaba la noticia que conmocionaba a la sociedad española por aquellos días, cuando se anunciaba que la Fiscalía de Madrid había presentado, en los Juzgados de Guardia de la Plaza de Castilla, una querella por posible delito fiscal contra doña María Dolores Flores Ruiz, más conocida como Lola Flores, ”La Faraona” y su marido don Antonio González Batista, conocido con el remoquete de “el Pescailla”, a los que presuntamente se les imputaba el no haber realizado las declaraciones del impuesto sobre las personas físicas entre los años 1982 y 1985, reclamándoles el pago de una cantidad cercana a los 400 millones de las antiguas pesetas. En una aparición ante los medios, la bailaora, argumentó aquello de; (https://www.youtube.com/watch?v=L3wBVTrLZ5Q)

-“si cada español diera una peseta, pero no a mi, a donde tienen que darla, quizás saldría de la deuda, y después, yo no sé, me iría al estadio, con todos los que han dado esa peseta o esas cien pesetas, para tomar una copa con ellos y llorar de alegría”-

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………en 2014, cuando fallecía víctima de un cáncer de pulmón, contando con sesenta y ocho años de edad, en la ciudad condal, Hendrik Johannes Cruijff, conocido mundialmente como Johan Cruyff y al que llamaban “el flaco”, “el tulipán de oro”, amén de cientos de apodos más, de alguien que sin duda alguna es todo un símbolo y referente en el mundo futbolístico, tanto de su época de jugador en activo como en su etapa desde los banquillos, con una visión sobre un juego de pelota en el que parecía estar todo inventado y que le dio otra perspectiva, desarrollando la idea de un fútbol total que en su día diseñó el también holandés Rinus Michels.

Dejo un enlace donde se recogen sus 14 frases más emblemáticas en 3:09 https://www.youtube.com/watch?v=jXVDUYlnoxI

Y uno completo, de homenaje en (15:37)  https://www.youtube.com/watch?v=guWew9UfDmg

24m, Fortea

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Qué pasó un 22 de julio

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Qué pasó un 22 de julio

José Luis Fortea

………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.

Bernard Thévenet

Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.

Qué pasó un 22 de julio

El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.

A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.

En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.

Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.

Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.

No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.

En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.

En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.

De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.

Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.

Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.

El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .

Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.

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