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Los alimentos afrodisíacos: estos son sus efectos

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alimentos afrodisiacos

La Real Academia Española (RAE) define los alimentos afrodisíacos como aquellos capaces de excitar o estimular el deseo sexual. Es por ello que cualquier alimento o bebida que se consuma con dicho propósito podría considerarse un alimento afrodisíaco.

Todos, en algún momento, hemos escuchado decir que las ostras, el chocolate, la canela, las fresas, el ginseng… Son alimentos afrodisíacos, pero ¿qué hay de cierto?

¿Existen los alimentos afrodisíacos?

La historia muestra la relación de determinados alimentos y sus propiedades afrodisíacas, desde los primeros escritos que los mencionan y que datan de antes de Cristo en Egipto, a otros encontrados en la Edad Media en Europa, hasta llegar a la actualidad. Desde el punto de vista científico, las investigaciones que han tratado de dar sentido a estas teorías son diversas.

Teorías en contra

Algunos estudios apuntan a que la relación se estableció por el parecido a los órganos sexuales como los moluscos bivalvos (ostras), por el origen marino de algunos alimentos relacionados con el mito de la diosa del amor Afrodita (de donde proviene la palabra “afrodisíaco”), alimentos con características sensoriales placenteras como por ejemplo los que aumentan o activan la dopamina (chocolate)…

Si se repasa la bibliografía existente, hay muy poca evidencia científica en humanos que muestre la efectividad del uso de alimentos afrodisíacos. En muchos de los estudios acaban centrados en la disfunción eréctil y no en la excitación o estimulación del deseo sexual. Los estudios basados en pruebas objetivas indican que no existen los afrodisíacos naturales como tratamiento efectivo para disfunciones sexuales, tanto femeninas como masculinas.

Teorías a favor

Algunos estudios relacionan las propiedades de las vitaminas y minerales que poseen determinados alimentos con la estimulación del deseo sexual. Por ejemplo, durante la menopausia, los estrógenos, hormona femenina, disminuyen considerablemente y, como consecuencia, en muchas mujeres disminuye el deseo sexual. Es por ello que consumir alimentos ricos en fitoestrógenos, como la soja no procesada, podría mejorar la sintomatología.  Otros alimentos parece que pueden ayudar por sus propiedades:

  • Espárragos: fuente de potasio, fibra, vitaminas del grupo B como el ácido fólico, vitamina C y vitamina A; además estimula la liberación de histamina que interviene en alcanzar el orgasmo.
  • Granada: las semillas de granada favorecen el flujo sanguíneo, aumentando la sensibilidad, también de zonas genitales.
  • Sandía: contiene una sustancia llamada citrulina que es capaz de aumentar el óxido nítrico, vasodilatador que mejora la circulación sanguínea, lo que puede incrementar la excitación.
  • Zanahorias: contienen vitamina A, necesaria para la producción de hormonas sexuales, y que en los hombres protege las células del aparato reproductor del envejecimiento prematuro.
  • Plátano: contiene bromelina, una enzima que provoca la producción de testosterona.
  • Fresas: estimula las glándulas endocrinas y el sistema nervioso. Combinadas con chocolate se consideran una de las asociaciones más eróticas.
  • Chocolate: las semillas de cacao contienen fenilalanina y teobromina, sustancias que ayudan a disminuir la fatiga, mejoran la circulación sanguínea y estimulan la segregación de serotonina, neurotransmisor relacionada con la libido.
  • Canela: estimula el riego sanguíneo, y al facilitar el flujo mejora la irrigación, también de las zonas genitales, facilitando la excitación.
  • Higos: ricos en betacarotenos, sustancia precursora de hormonas sexuales, así como su forma, similar a los genitales femeninos.

Otros estudios muestran la relación entre el déficit de cinc y la disfunción gonadal, es decir, trastornos en las gónadas (testículos u ovarios) que pueden causar complicaciones como infertilidad, disfunción sexual o bajo nivel de testosterona. En un estudio reciente, los pacientes participantes se incluyeron tomaron un suplemento de zinc mejoraron en la potencia, libido y frecuencia sexual. Las ostras, alimento afrodisíaco por excelencia, son uno de los alimentos con mayor contenido en este mineral. Pese a ello, el propio estudio afirma que se necesita más evidencia científica para realizar afirmaciones concluyentes.

Un punto de vista diferente

Otro tipo de estudios realizados por psicólogos y antropólogos aportan un punto de vista diferente en los estudios, y relacionan los alimentos con el deseo sexual, no desde el punto de vista fisiológico, sino desde un punto de vista psicológico. Puede ser por vincular ciertos alimentos a determinadas situaciones eróticas, por el recuerdo de una situación anterior, por una secuencia de una película, por la forma del alimento semejante a las formas genitales… Sea cual sea el motivo, puede hacer aumentar el deseo sexual. Por otro lado, el consumo de alcohol de manera moderada, sea en forma de vino, cava, champán… facilita actuar de forma más desinhibida y estar más predispuesto a conquistar sexualmente a otra persona, probablemente por ello facilita que aumente el deseo sexual.

Conclusión sobre los alimentos afrodisíacos

La evidencia científica muestra que son necesarios más estudios para determinar si los alimentos afrodisíacos lo son realmente, pero no cabe duda de que seguir una alimentación saludable y equilibrada ayuda al sistema endocrino, que puede afectar positivamente en la sexualidad.

Es por ello que una dieta rica en alimentos saludables que pueden ser considerados afrodisíacos, lo sean o no realmente, como fresas, granada, sandía, aguacate, higo, plátano, espárragos, algas, rúcula, zanahoria, ajo, jengibre, almendras, piñones, canela, trufas… nos ayudarán como mínimo a mantener una dieta equilibrada y deliciosa.

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Esta es la hora del día en la que más calorías se queman

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hora del día en la que más calorías se queman

Ya podemos saber la hora del día en la que más calorías se queman gracias a un nuevo estudio.

La revista Current Biology ha publicado una investigación que demuestra que el gasto energético no solo depende de la dieta, del ejercicio y del número de horas que dormimos, sino también de nuestro reloj biológico.

De hecho, nuestro cuerpo quema hasta un 10% más de calorías al final de la tarde.

Según el estudio, liderado por investigadores del Hospital de Brigham y de la Mujer de Boston, la tasa metabólica en reposo, que constituye ente el 60% y el 70% del gasto energético diario en la mayoría de los adultos sedentarios, varía en función del ritmo circadiano.

De esta forma, en reposo, nuestro cuerpo quema hasta un 10% más de calorías al final de la tarde que a primera hora de la mañana cuando la tasa metabólica es menor.

“No es solo lo que comemos, sino cuando comemos y descansamos lo que impacta en la energía que quemamos o que guardamos en nuestro cuerpo como grasa”, afirma la investigadora Jeanne Duffy, coautora de este estudio. “La regularidad en hábitos como comer o dormir es muy importante para la salud”.

Para los investigadores, el hecho de que el ritmo circadiano influya en el metabolismo es relevante porque podría explicar por qué las personas con horarios de sueño irregulares son más propensas a ganar peso.

Hora del día en la que más calorías se queman

Si bien ya se había medido el gasto energético a lo largo del día en estudios anteriores, la particularidad de esta investigación reside en que se analizó el ritmo circadiano de forma aislada al efecto que tienen otras variables –como la ingesta de alimentos, la actividad física o el sueño– en el metabolismo.

Para ello, los especialistas examinaron, durante tres semanas, a siete pacientes en un laboratorio especial en el que no había ni relojes, ni ventanas, ni teléfonos, ni internet.

De esta forma, los participantes no podían saber qué hora era en el exterior y su reloj biológico no podía guiarse por factores ambientales.

Además, los participantes tenían asignadas horas para irse a la cama y despertarse que cambiaban constantemente. En concreto, los horarios se atrasaban cuatro horas cada noche, el equivalente a viajar cada día al oeste a través de cuatro zonas horarias.

Medir los ciclos circadianos

“Para poder medir todos los diferentes ciclos circadianos a lo largo de las 24 horas del día, con el mismo periodo de doce horas de descanso y reposo entre ellos, tuvimos que manipular la relación entre el sueño y el reloj biológico. Normalmente los dos siguen el mismo ritmo en relación con el otro, por lo que es imposible hacer las mediciones de la tasa metabólica en reposo bajo las mismas condiciones a diferentes momentos del día”, declara la investigadora a SINC.

“Como estaban haciendo el equivalente a rodear la tierra cada semana, el reloj interno de su cuerpo no podía mantenerse, y oscilaba a su propio ritmo”, precisa Duffy. “Esto nos permitía medir el ratio metabólico a diferentes horas biológicas del día”.

Los especialistas examinaron a siete pacientes en un laboratorio especial en el que no había ni relojes, ni ventanas, ni teléfonos, ni internet:

La hora en la que menos calorías quemamos

Según los resultados, el momento de menor gasto energético se corresponde con la fase circardiana ~0°, en la que para nuestro cuerpo es de madrugada porque se produce una bajada de temperatura en el abdomen. Por el contrario, el cuerpo quema más calorías en la fase ~180º, que tiene lugar unas 12 horas después, lo que biológicamente sería el final de la tarde.

Asimismo, hallaron que el cociente respiratorio de los pacientes, que sirve para medir la tasa metabólica porque refleja el gasto de macronutrientes, también varía con las fases circadianas. Esta medida era menor a final de la tarde y mayor en la mañana biológica.

 

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