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ANAR alerta sobre la peligrosidad de ‘El juego del calamar’: Se está produciendo una auténtica alarma social
Publicado
hace 4 añosen
La Fundación ANAR muestra su preocupación por la alarma social provocada por la imitación de conductas violentas de la serie ‘El Juego del Calamar’ por los menores de edad y recomienda a los padres y madres que supervisen en todo momento el contenido que están viendo sus hijos e hijas, para que este no suponga un riesgo para ellos.
Desde hace semanas hay una serie de la que todo el mundo habla y por la que Fundación ANAR se muestra especialmente preocupada. Se trata de ‘El Juego del Calamar’, una ficción en la que se pueden ver conductas violentas y arriesgadas y retos que pueden poner en peligro la vida de quien los realice. El problema está cuando este tipo de contenidos llegan a los niños, niñas y adolescentes, que muchas veces no son capaces de entender que se trata de una ficción y que no debe de imitarse los comportamientos de la serie en la vida real.
“La serie no está destinada a menores de edad, pero cuando este tipo de contenidos violentos llegan a los más pequeños se está produciendo una auténtica alarma social, ya que los menores de edad imitan las conductas violentas y tratan de realizar los peligrosos retos que se aprecian en la serie”, señala Benjamín Ballesteros, director de Programas de Fundación ANAR.
El problema no solo se queda en los niños/as, sino que representa un grave problema para los adolescentes, que están en un momento de su vida en el que buscan sensaciones nuevas y placer, lo que puede llevarles a realizar conductas arriesgadas, poniendo su vida en grave peligro.
Además, los padres y madres no siempre son conscientes del tipo de contenidos que está viendo su hijo/a y si estos son realmente apropiados o no para ellos. Algo especialmente complicado cuando se tratan de fenómenos mediáticos, modas o presión social.
No es la primera vez que ANAR advierte del riesgo que representan determinadas series o influencias tecnológicas, que han revolucionado el comportamiento de los menores de edad. Esto es especialmente preocupante ahora, cuando los menores de edad aún arrastran las consecuencias psicológicas del confinamiento y del covid-19.
De hecho, el informe ‘El Teléfono y Chat ANAR en tiempos de COVID-19’ ya alertaba del aumento de los problemas psicológicos entre los menores de edad, según las consultas atendidas a través de las Líneas de Ayuda ANAR: aumentaron hasta situarse en un 22,2%, respecto al 17,3% del 2019. Separado por etapas es aún más preocupante: durante la vuelta al cole, los problemas psicológicos pasaron del 16,5% en 2019 al 24,9% en 2020.
La Fundación ANAR, preocupada por este fenómeno, lanza hoy un decálogo con recomendaciones y consejos para los padres y madres de menores de edad. Entre estos consejos se encuentran el ver las series juntos, informarse sobre el contenido que les interesa a los hijos/as, tener cuidado para no normalizar la violencia, enseñarles a resistir la presión social o fomentar el pensamiento crítico y transmitirle información sobre los riesgos tecnológicos, entre otros.
Es importante señalar que cualquier niño, niña y adolescente podría verse afectado por la influencia de este tipo de contenidos, pero hay perfiles de menores de edad que son especialmente vulnerables.
Entre los que representan mayor grado de vulnerabilidad están los menores de edad con patologías psicológicas previas, como ansiedad, depresión o que hayan vivido eventos traumáticos; adolescentes enganchados al mundo digital y las redes sociales; menores de edad con un carácter excesivamente impulsivo; niños/as y adolescentes introvertidos, tímidos y solitarios, que tengan dificultades para socializar y establecer relaciones personales; adolescentes a los que les gustan excesivamente los riesgos o menores de edad que estén sobreexpuestos a las pantallas y que reciben escasa supervisión parental.
El primer perfil, el de los menores de edad con patologías psicológicas previas como ansiedad o depresión preocupa especialmente a la Fundación ANAR, ya que durante el confinamiento estricto la ansiedad aumentó un 280,6% y la depresión o tristeza un 87,7%, según datos del informe ‘El Teléfono y Chat ANAR en tiempos de COVID-19’.
Por esto es muy importante que las familias y adultos estén atentos a algunas de las señales que pueden alertar de que el menor de edad está expuesto a contenido violento no apto para su edad. Estas señales son los cambios bruscos de comportamiento o estado de ánimo, los síntomas de tristeza o ansiedad, el pasar muchas horas conectado a las pantallas, cambios de hábito y abandono de sus costumbres y hobbies, aislamiento prolongado o problemas de rendimiento escolar y/o absentismo.
ANAR recuerda que ante cualquier problema, las familias y el personal docente pueden llamar al ‘Teléfono ANAR de la Familia y los Centros Escolares’ 600 50 51 52.
Publicado
hace 12 horasen
17 diciembre, 2025
Cada mes de diciembre, el calendario señala una fecha clave que va mucho más allá de una simple curiosidad astronómica. El solsticio de invierno marca el día con menos horas de luz del año y simboliza un punto de inflexión natural: a partir de ese instante, las jornadas comienzan a alargarse de forma progresiva, aunque casi imperceptible al principio.
Este fenómeno, seguido desde hace miles de años por civilizaciones de todo el mundo, continúa despertando interés tanto por su significado científico como por su carga simbólica. En 2025, el solsticio volverá a producirse puntualmente en diciembre, dando inicio al invierno astronómico en el hemisferio norte.
En 2025, el solsticio de invierno tendrá lugar el 21 de diciembre a las 15:03 horas (hora peninsular española). Es importante matizar que el solsticio no dura un día entero, sino que es un instante exacto, el momento en el que el Sol alcanza su menor altura aparente sobre el horizonte en el hemisferio norte.
Desde ese preciso segundo, la duración del día empieza a aumentar poco a poco. Aunque durante los días posteriores el amanecer aún puede retrasarse ligeramente, el número total de minutos de luz diurna comienza a crecer, marcando el inicio del llamado “retorno de la luz”.
La palabra solsticio procede del latín sol (Sol) y sistere (detenerse), y hace referencia a la sensación de que el Sol “se detiene” en su recorrido antes de invertir su trayectoria aparente.
El fenómeno se explica por la inclinación del eje terrestre, que se mantiene en unos 23,5 grados respecto al plano de su órbita alrededor del Sol. Esta inclinación es la responsable de que las estaciones existan y de que la cantidad de luz solar que recibe cada hemisferio varíe a lo largo del año.
Durante el solsticio de invierno en el hemisferio norte:
El Sol se sitúa perpendicularmente sobre el Trópico de Capricornio, en el hemisferio sur.
En el sur se vive el día más largo del año.
En el norte se registra la noche más larga y el día más corto.
Aunque suele producirse entre el 20 y el 22 de diciembre, el solsticio de invierno no cae siempre el mismo día ni a la misma hora. La razón está en que el calendario gregoriano no encaja de forma perfecta con el año solar real.
La Tierra tarda aproximadamente 365 días y casi seis horas en completar una órbita alrededor del Sol. Ese desfase se corrige con los años bisiestos, que añaden un día extra cada cuatro años. Además, influyen otros factores como:
Pequeñas variaciones en la órbita terrestre.
La precesión del eje terrestre, un lento movimiento similar al de una peonza.
Todo ello provoca ligeros cambios en la fecha y hora exactas de los solsticios a lo largo del tiempo.
El impacto del solsticio no se percibe de la misma forma en todos los lugares del planeta. La duración del día depende directamente de la latitud:
En España, el 21 de diciembre de 2025:
En Madrid, el día durará algo más de nueve horas.
En el norte peninsular, la luz será todavía más escasa.
En latitudes próximas al Círculo Polar Ártico, el Sol no llega a salir, dando lugar a la conocida noche polar, visible en zonas de Noruega, Finlandia o Islandia.
Cuanto más al norte, menos horas de luz; cuanto más al sur, mayor duración del día durante el solsticio invernal del hemisferio norte.
Esta es una de las dudas más habituales. Existen dos formas oficiales de definir las estaciones, y ambas conviven:
Se basa en criterios climáticos y estadísticos.
Tiene fechas fijas.
Comienza el 1 de diciembre y termina el 28 o 29 de febrero.
Depende de la posición de la Tierra respecto al Sol.
Comienza con el solsticio de invierno.
Finaliza con el equinoccio de primavera.
Por eso, aunque muchas previsiones meteorológicas hablan de invierno desde principios de diciembre, el invierno astronómico no arranca hasta que se produce el solsticio.
El solsticio de invierno ha sido observado, medido y celebrado desde la antigüedad. Numerosas culturas lo consideraban un momento sagrado ligado a la renovación y al ciclo de la vida.
Monumentos como:
Stonehenge, en Reino Unido.
El Templo del Sol de Machu Picchu, en Perú.
están alineados con la posición del Sol durante el solsticio, lo que demuestra la importancia que este evento tenía para los calendarios agrícolas, los rituales religiosos y la organización social.
Hoy, aunque la ciencia ha explicado con precisión qué ocurre durante el solsticio de invierno, su significado sigue intacto. Representa el final del descenso de la luz y el inicio de un nuevo ciclo, un recordatorio natural de que incluso tras el día más oscuro del año, la claridad siempre regresa poco a poco.
El 21 de diciembre de 2025 volverá a marcar ese instante exacto en el que el Sol “se detiene” para empezar, lentamente, a ganar altura en el cielo.
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