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Cultura

Buganvilla, el nuevo concepto de electrónica en València

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Buganvilla música electrónica

Las mejores ideas siempre surgen de un grupo de amigos y esto mismo es lo que les paso a los chicos de Buganvilla, un concepto de fiesta totalmente diferente a lo visto antes en València. Buganvilla es música, amigos y flores; un concepto cultural que evoca a la Ibiza de los años 70 y 80 en el resurgir de la música electrónica. 

Buganvilla: música, amigos y flores. El nuevo concepto de electrónica en València 

València es cuna de la música electrónica. Nutridos en cierta parte por la ruta del bakalao este movimiento, Guillem Cano, precursor de Buganvilla, y su grupo de amigos inspirados por los conceptos musicales tanto de Madrid, Barcelona e Ibiza descubren hay ciertos tipos de música electrónica como puede ser el Afrohouse y el indie, que aún no habían llegado a València.

En este momento deciden crear por y para sus amigos aquello que buscaban y no encontraban. Nutridos por este tipo de música y todas las influencias culturales Ibicencas, crean un concepto diferente de fiesta que como ellos resumen se basa en música, amigos y flores. 

Evocando a Ibiza

Pero para hablar de Buganvilla, primero es necesario conocer el comienzo de la Ibiza  que hoy conocemos. La cultura hippie ha tenido un impacto significativo en la historia y desarrollo de Ibiza. En la década de 1960, la isla se convirtió en un refugio para los hippies que buscaban una vida alternativa basada en la paz, la libertad y la conexión con la naturaleza. Estos nuevos habitantes introdujeron una esencia bohemia, con énfasis en la música, el arte, la comunidad y la espiritualidad. La presencia de la cultura hippie ha dejado una huella perdurable en la isla, transformando su paisaje social y cultural. Incluso en la actualidad, se puede apreciar su influencia a través de mercadillos artesanales, festivales alternativos y un estilo de vida relajado y despreocupado adoptado por muchos residentes y visitantes.

Ibiza ha sido siempre el despertar de la cultura, un lugar donde se pone énfasis en la creación y que tiene una magia que evoca a ello. De hecho, la música electrónica Chiill Out se creó allí a manos de uno de los Djs más conocidos de la isla, José Padilla. 

El movimiento ibicenco es clave para ellos porque una vez entras en el mundo Buganvilla, te teletransporta a una fiesta Ibicenca de los años 70 en el que confluyen todo tipo de cultura y se desarrolla en un encuentro entre amigos disfrutando de música electrónica. En el mismo lugar confluyen ilustraciones, música y amigos. Aunque Cano es comedido: “Ojalá Buganvilla fuese el resurgir de la Ibiza de  los 70”. 

Buganvilla es un proyecto “íntimo por y para amigos” siendo un concepto desde el que se forma, explica Cano. Las flores son el eje principal desde el nombre hasta la experiencia en sí. Siempre llevando la naturaleza por bandera, desde la decoración hasta incluso el nombre de la marca. 

Vuelta a lo analógico

Vivir una experiencia Buganvilla es teletransportarse en el tiempo y olvidando la era digital en la que vivimos tal y como explica el precursor de Buganvilla: “Se decora la sala como se hacia en los 80, todo artesanal. Siendo lo analógico eso que queremos transmitir”. Siempre tienen un dress code con influencias vintage y  “muy psicodélico”, incluso las fotografías que se hacen durante la sala son en analógico, explica Cano. 

Lo que suena en Buganvilla es un Deep melódico, el antecedente de la música electrónica, que como ellos cuentan entre bromas: “cualquiera que no escuche electrónica puede aguantar eso”. De esta forma, hay un espacio donde se deja atrás las música mainstream del día y a día y se da paso a un encuentro de amantas de la música electro. 

El público siempre es el protagonista

La cara visible de Buganvilla es Guillem Cano, pero el grupo de amigos que hacen de Disc-jockey es muy íntimo, Guillaume, Alvar , Gurrex y Fes Bondat son los que se encargar de transmitir esta música a todos. A pesar de que ellos reconocen que no son los importantes, el público es siempre el protagonista. 

Otro de los aspectos que hacen especial a Buganvilla es que no celebran sus fiestas cada fin de semana. Ellos son fechas especiales, como la vuelta al cole, ese reencuentro de amigos después de vacaciones. La discoteca La3 de València es la que ellos consideran su casa y el lugar donde celebran sus fiestas. En cambio, Cano admite que el objetivo es hacer las fiestas en lugares singulares: “Nos dirigimos a montar fiestas más especiales en espacios singulares”. De hecho cumplen un sueño al ser Spook la residencia de su próximo evento en la fiesta de San Juan. 

 

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El tesoro oculto del caballo del Parterre

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El tesoro oculto del caballo del Parterre

Enero de 1891. El Parterre de la ciudad de València, construido décadas antes, colocaba la estatua ecuestre del Rey Jaume I. Ocupaba en el centro el lugar en el que en un principio debía ir también una gran fuente monumental y que finalmente no se llevó a cabo.

Un jardín que ha llegado a nuestros días después que fuera remodelado tras la riada que arrasó València en 1957.

La imponente obra parece dominar desde lo alto la ciudad del Turia gracias al trabajo de los hermanos escultores Agapito y Venancio Vallmitjana y que fue fundida gracias a 5 cañones y un obús enviados desde Peñíscola junto a 15 toneladas de bronce.

Pero cabe destacar como dato curioso que el caballo sobre el que descansa el rey existió en realidad. Muchos podrían pensar que salió de la imaginación de sus autores.

Pero nada más lejos de la realidad. Ese animal, el que sirvió de modelo y que quedaría inmortalizado para la posteridad pertenecía a un transportista vecino del barrio de Marxalenes llamado Rafael Martí, y que era un antiguo soldado.

Una preciada gorra de soldado miñón

Cuentan que estaba orgulloso de que su bello ejemplar llevara para siempre al monarca y por ese motivo solía acercarse a menudo al taller de los escultores para ver cómo avanzaba la obra.

Dicen que Martí era un hombre orgulloso de su pasado ya que había servido a la patria y conservaba como un tesoro todas sus condecoraciones, medallas, uniformes e incluso su preciada gorra de soldado miñón, una especie de milicia urbana que hacía frente a los delincuentes.

Nunca iba sin su gorra, prenda por la que era conocido por los vecinos.

Y tampoco la olvidó el día que fue a ver como por fin introducían el metal en el molde.

En ese momento presa de la emoción y la alegría lanzó la gorra hacia el cielo para celebrar la finalización de la obra.

Lo que había olvidado era que en el interior de esa gorra guardaba la paga correspondiente por un año de trabajo.

El tesoro oculto del caballo del Parterre

La gorra cayó en el vientre del caballo de bronce y quedó fundida junto al resto para dar forma a la figura ecuestre que hoy podemos contemplar en la Plaza de Alfonso el Magnánimo.

El tesoro del caballo del Parterre del que se habla desde hace siglos forma parte de su piel, una piel fundida con cañones, un obús, bronce y unas mil pesetas que pertenecieron a este soldado, toda una fortuna para aquella época.

El paso de los años hace que en ocasiones realidad y leyenda se mezclen formando historias y mitos como el de Martí y el tesoro del caballo del Rey Jaume I. Historias y mitos que forjan el alma de una ciudad.

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