Madrid, 1 nov (EFE) – Los niños son especialmente vulnerables a las catástrofes naturales, y organizaciones de infancia como Save the Children y la Asociación Española de Pediatría (AEP) destacan la necesidad de crear espacios seguros y de apoyo emocional para mitigar el impacto en su salud física y mental. La reciente DANA en Valencia y otras zonas de España ha puesto en relevancia la importancia de estos cuidados para los menores.
Consejos para ayudar a los niños a procesar una catástrofe
Las pautas recomendadas se centran en brindar un ambiente de seguridad y comprensión para que los niños puedan expresar sus emociones y reducir la ansiedad. Save the Children ha elaborado una guía para apoyar a las familias y cuidadores en este proceso:
Respetar sus tiempos y necesidades
Es crucial escuchar y permitir que los niños expresen sus emociones sin forzarlos, recordándoles que tienen un espacio seguro para hablar cuando estén listos. Una frase que puede facilitar este proceso es: “Es importante lo que quieras compartir, pero algunos pueden no querer hablar ahora. ¿Prefieres que busquemos otro lugar para comentarlo?”. Esto fomenta un ambiente de respeto y apoyo.
Adaptar el lenguaje según la edad
Cada etapa de desarrollo necesita un enfoque distinto para comprender situaciones difíciles. Con los más pequeños, se recomienda emplear palabras sencillas y evitar términos alarmantes como «catástrofe», a menos que se les explique de manera accesible. Además, incluir un toque de esperanza, mencionando la ayuda de bomberos y médicos, refuerza la sensación de seguridad y reduce el miedo.
Validar sus sentimientos
Es fundamental que los niños puedan expresar cómo se sienten. Decirles frases como “Es normal sentirte así” o “Parece que esto te hace sentir [triste, asustado]” les ayuda a comprender que sus emociones son válidas. Para los niños más pequeños, dibujar puede ser una herramienta útil para expresar sus sentimientos.
Primeros auxilios psicológicos
La AEP y Save the Children proponen seguir un enfoque en tres pasos para abordar las secuelas emocionales:
- Observar: Identificar señales de angustia, como llanto o temblores, y asegurarse de que el ambiente sea seguro y calmado.
- Escuchar: Permitir que expresen sus emociones sin interrupciones, utilizando preguntas abiertas como “¿Cómo te sientes?”.
- Conectar: Mantener una presencia calmada y empática, sentarse a su altura y usar frases de apoyo como “Estoy aquí contigo”. Además, permitir que mantengan cerca objetos de confort, como un peluche, puede proporcionar seguridad adicional.
Rodrigo Hernández, director de Save the Children en la Comunitat Valenciana, ha advertido de los efectos a largo plazo de las catástrofes en los niños, como insomnio, pesadillas o síntomas de estrés postraumático. Además, el cierre de escuelas interrumpe su educación, lo que puede afectar su rendimiento académico.
Problemas en la salud física: el impacto de las inundaciones
La AEP destaca que, además de las consecuencias psicológicas, también se observan problemas físicos tras una catástrofe. En su informe «Impacto de las inundaciones en la salud de la infancia y adolescencia» se documenta una alta incidencia de infecciones, problemas respiratorios y enfermedades gastrointestinales en niños afectados por inundaciones en Los Alcázares, en septiembre de 2019. Los estudios muestran que el 14 % de los menores experimentaron problemas respiratorios y el 11 % episodios gastrointestinales, como consecuencia de la exposición a aguas contaminadas y al polvo en suspensión.
La organización ha recomendado a los profesionales de salud que adopten un enfoque de resiliencia y apoyo comunitario, fomentando un papel activo en los menores para superar estas experiencias. Esto incluye estar atentos a los riesgos de contaminación en el ambiente, como la presencia de moho, monóxido de carbono y sustancias químicas peligrosas en las viviendas afectadas.
Retomar la normalidad, clave en la recuperación de los niños
Desde Educo, ONG dedicada al bienestar infantil, insisten en que es esencial para los niños recuperar cuanto antes su rutina diaria. Pilar Orenes, directora general de la ONG, asegura que «la escuela es un refugio emocional» para los menores en estas circunstancias. Además, la organización tiene previsto iniciar actividades de apoyo psicosocial, educativas y de ocio para que los niños puedan compartir sus experiencias y emociones de forma segura y acompañada.
Conclusión: Crear un espacio seguro y de apoyo para que los niños puedan procesar las catástrofes es esencial para su salud física y emocional. La coordinación entre familiares, educadores y profesionales de salud puede ayudar a mitigar el impacto de estos eventos en la vida de los menores y fomentar su resiliencia.
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