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Valencia

Desalojadas doce familias en la Creu Coberta

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València, 16 sep (EFE).- El sindicato de barrio Construyendo Malilla ha denunciado el desalojo de unas doce familias en la zona de la Creu Coberta de València y ha explicado que, a su juicio, estos desalojos no obedecen al riesgo de derrumbe en las viviendas desalojadas, como ha informado la Policía Local a las familias afectadas, sino a la especulación inmobiliaria.

Decenas de personas vinculadas a la citada asociación se han manifestado a primera hora de la mañana de este jueves frente a las casas desalojadas, con el argumento de que los desahucios están relacionados con el proyecto del Parque Central y las construcciones asociadas al mismo.

El desalojo de los vecinos de los números 9 y 11 de la calle Manuel Arnau estaba pendiente desde el pasado mes de junio, cuando la Policía informó a los vecinos del riesgo de derrumbe. Construyendo Malilla reclamó entonces un alquiler social para estas personas y mantuvo reuniones con responsables municipales.

«Tuvimos reuniones con el Ayuntamiento, se pusieron la medalla en redes sociales, pero solo han conseguido un alquiler social para una de las familias, un alquiler que, en realidad, es responsabilidad de la Generalitat», ha explicado a Efe Joanna Giménez, portavoz del sindicato de barrio.

«Esta mañana hemos llegado a las siete pero ya había allí muchos coches de Policía, Local y Nacional. Llevaban asediando las casas desde hace dos días, los vecinos necesitaban permiso policial para entrar y salir de su portal. Nos hemos encontrado vallas del Ayuntamiento enfrente a las casas y las entradas a la calle cerradas por coches policiales«, ha señalado Giménez.

«Hemos celebrado una manifestación pacífica, pero la Policía nos ha identificado y nos ha mantenido retenidos en un círculo cerrado por ellos -según la portavoz-. Los vecinos, entre los cuales hay dos adolescentes según tengo entendido, han sido desalojado a las seis de la mañana».

El sindicato de barrio Construyendo Malilla defiende que las familias afectadas, que integran a unas cincuenta personas, necesitan alquileres sociales y no solo ayudas de manutención, porque su nivel de exclusión y precariedad es muy grave.

Según esta asociación, el 9 % del proyecto del Parque Central pertenece a una empresa constructora, propietaria de las viviendas afectadas por el desalojo de este jueves.

Construyendo Malilla denuncia que al Ayuntamiento le interesa más ese proyecto que la vida de las personas a las que debe proteger. La asociación admite que las casas afectadas por este desalojo no están en buen estado, pero niega que haya peligro de hundimiento inminente que justifique el desahucio por derribo que se ha acometido esta mañana.

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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