Síguenos

Firmas

El padre, la madre, y el niño de todas las bombas, por @frandisiz

Publicado

en

 

Paco Ferrandis

Trump, el dirigente del país capitalista hegemónico, ha lanzado sobre territorio afgano la denominada La Madre de Todas las Bombas con el objetivo de desarticular al Dáesh, principal causante de la guerra que tiene lugar en territorio sirio, así como de los terribles atentados efectuados contra los seres humanos de la sociedad occidental y de otros lugares del planeta. Acciones violentas que hunden sus raíces en la moral que se desprende de una doctrina radicalizada de una religión: el islam. Esta bomba fue lanzada después de producirse el ataque aéreo contra la base del ejército sirio, al parecer, origen de la masacre de población civil mediante la utilización de gas sarín.

Poco tardó Putin -exmiembro de la KGB soviética y actual presidente de la Rusia regida por la economía de mercado- para mostrar su desacuerdo con la acción bélica contra su aliado, el presidente sirio Bashar al-Ásad, haciendo piña con el poder de los ayatolás iraníes. El presunto aliado de Trump en materia electoral quiso demostrar su posición de fuerza en el conflicto armamentístico comunicando a Estados Unidos y a la Humanidad entera que Rusia posee El Padre de Todas las Bombas, con una capacidad destructiva cuatro o siete veces (ves a saber) superior a La Madre americana.

Y en eso llegó El Niño norcoreano -un tal Kim Jong-un, líder del país más hermético y comunista del mundo, monta su particular procesión de la Pascua atea -con pepinos nucleares incluidos- y amenaza a EEUU con una guerra nuclear al ritmo del paso de la oca de miles y miles de marciales soldaditos, como clonados por uranio enriquecido. Mientras, China, un país dirigido por el Partido Comunista, pero con economía de mercado, oye las exhortaciones de Trump a la ayuda mutua contra el desafío norcoreano, y está a verlas venir.

De todos estos movimientos de tropas podemos colegir que el derribo del Muro de Berlín ha dejado al descubierto los antagonismos territoriales y de lucha por el poder, antes enmascarados por la guerra fría entre los postulados ideológicos que propugnaban un régimen soviético opuesto al sistema capitalista, y viceversa. Sin ir más lejos, la postura de la Unión Soviética en la Guerra Civil española -de ayuda a la República, de tipo burgués, y favorable a centrar los esfuerzos en ganar la guerra mediante la formación del Frente Popular, en contra del posicionamiento de las organizaciones anarquistas y del POUM tendente a fomentar la revolución social como forma de ganar la guerra- solo puede entenderse desde la búsqueda del interés del Estado soviético de una alianza con las potencias occidentales para derrotar al Eje alemán-italiano-japonés.

La omnipresencia en la sociedad de estos fenómenos cargados de egoísmo, de ambición de poder y riqueza, y de violencia que, incluso, han servido para la venta, en tanto que mercancía mediática, debería hacernos reflexionar -si eso es aún posible- sobre el mundo que tenemos y las cosas que pretendemos cambiar. Cuestiones que deberían incitar a los humanos a empezar una nueva etapa en el terreno económico, político y ético, a partir de las reflexiones sobre la miseria y el dolor que provocamos en otros individuos de la nuestra especie, así como los daños causados a la Naturaleza. Si la Humanidad no es capaz de alcanzar un mínimo común denominador ideológico y vital -lo más generalizado posible-, los enfrentamientos y el dolor continuarán su camino imparable, hacia la extinción de la especie.

Como objetivo que puede unir tanto el impulso natural del instinto territorial y predador, como la energía de nuestra autoconciencia -que se resiste a su desaparición-, sería deseable patrocinar la lucha por el bienestar de nuestra especie, el esfuerzo conjunto hacia su supervivencia mediante el fomento de la colaboración entre personas y pueblos, siempre en competencia.

Evidentemente, nunca podremos erradicar del todo el dolor y los conflictos inherentes a los seres terrenales, mas si los dirigentes políticos, religiosos y sociales, los responsables de los sistemas educativos y de los medios de comunicación, los intelectuales, y los individuos en general, asumen cada vez más esta meta general, tal vez seamos capaces de encontrar un camino más amable y esperanzador para el desarrollo de la especie humana.

Advertisement
Click para comentar

Tienes que estar registrado para comentar Acceder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Firmas

Qué pasó un 22 de julio

Publicado

en

Qué pasó un 22 de julio

José Luis Fortea

………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.

Bernard Thévenet

Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.

Qué pasó un 22 de julio

El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.

A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.

En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.

Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.

Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.

No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.

En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.

En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.

De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.

Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.

Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.

El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .

Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.

Puedes seguir toda la actualidad visitando Official Press o en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter o Instagram y también puedes suscribirte a nuestro canal de WhatsApp.

Continuar leyendo