Tal y como explica Grau Cosméticos, el peinado que lucen las falleras es uno de los trabajos de peluquería que requieren más elaboración de cuantos componen los trajes regionales españoles. Su origen se localiza en el siglo XVIII –momento en el que era habitual que las mujeres recogieran su pelo con un moño- aunque la versión actual es mucho más elaborada que la original.
Recogido de fallera
El cabello de las mujeres cuando se visten de falleras debe estar recogido en un moño bajo. Este moño se puede realizar con el cabello natural de la mujer que quiere vestirse de esta guisa, o bien –si no contamos con pelo suficiente para hacerlo o queremos una solución rápida para obtenerlo- recurrimos a un postizo.
Originariamente el cabello de las mujeres que se preparaban para vestirse de fallera se dividía en ocho partes. El cabello se cruzaba horizontalmente con una aguja gruesa (formada por lo que llaman “espasa” y “canó”), alrededor de la cual realizaban un moño que se desarrollaba en forma de ocho.
Para finalizar este peinado, las mujeres de ese momento realizaban dos trenzas y rodeaban el recogido central con cada una de ellas. De esta manera obtenían un elaborado peinado que llamaba la atención de todas las personas que lo veían y realzaba la belleza de la mujer que lo lucía.
El cambio en el siglo XIX
Durante el siglo XIX este peinado se modificó ligeramente para adaptarse a las nuevas modas que se imponían en la peluquería femenina. De esta manera el cabello se dividía en tres secciones, con una raya en medio y otra parte de oreja a oreja.
Con la sección de pelo que quedaba en la parte trasera, las mujeres realizaban el moño anterior pero, además, a cada lado de la cara, pegados a las orejas, añadían un pequeño moñito en forma de caracol, llamado “rodete”. Este pequeño moño se intentaba fijar con ayuda de dos horquillas (una que se ponía de forma vertical y otra que se colocaba en la horizontal).
El ambos casos –es decir, tanto si se quiere reproducir el moño del siglo XVIII como la variante del siglo XIX- se remata con una peineta trasera o con dos réplicas de la peineta principal pero de tamaño más pequeño, una en cada rodete.
Con todo ello se consigue dibujar el peinado típico de fallera. Un trabajo muy laborioso pero también de gran belleza.
Ondas en el peinado de fallera
Sin embargo, no sólo el moño es característico del peinado de las falleras. También es habitual que se dibujen unas ondas con la parte del cabello más cercana a las puntas. Y esto es necesario hacerlo y fijarlo adecuadamente para que durante el transcurso de nuestro paseo no se pierda esa forma.
En ambos casos necesitaremos productos que recojan nuestro cabello y lo fijen. Y es que es necesario que, después de tanto trabajo, el peinado se mantenga tal y como se ha realizado a primera hora de la mañana o de la tarde. Pero, claro, que lo haga sin afectar negativamente al cabello. Es decir, sin resecarlo o sin dejarlo apelmazado o enredado cuando lo retiremos con ayuda de agua.
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