La posibilidad de amar a más de una persona simultáneamente ha asaltado mentes -y corazones- desde siempre. Pero… ¿realmente se puede amar a dos personas a la vez?
Amor y enamoramiento
Antes de nada, es importante diferenciar estos dos conceptos. El enamoramiento es un estado emocional intenso de atracción por otra persona. Es una fase inicial en la que se idealiza al otro. El amor viene después, cuando se conoce en profundidad a la otra persona, aceptando sus defectos y sus virtudes, y buscando su bien por encima de todo. Existe un compromiso y proyección de futuro.
Muchas veces hablamos de amar a dos personas cuando puede que lo que esté ocurriendo realmente es que se ame a una y se esté enamorado de otra. Pero, ¿se puede sentir amor profundo hacia dos personas? La respuesta es sí.
¿Qué dice la biología?
Durante el enamoramiento, nuestro cuerpo se inunda de emociones de alta intensidad, que están regidas por la adrenalina y la dopamina. El cerebro está, podríamos decir, en un estado de euforia que da lugar a la pasión. Es posteriormente cuando aparece la oxitocina, la hormona del apego, se empieza a establecer el vínculo en la relación, y comienza el amor.
Nuestra constitución biológica no impide que coexistan adrenalina, dopamina y oxitocina. Pueden presentarse a la vez, por lo que enamoramiento y amor podrían también coexistir. De la misma manera, la oxitocina no tiene por qué circunscribirse a una sola persona. No es la biología la que impide ampliar el amor a más de dos, sino la influencia social.
¿Qué dicen la cultura y la sociedad?
Tradicionalmente hemos sido educados para la monogamia. El amor romántico consiste en que dos personas se quieran desde la exclusividad. Otras formas de amar crean confusión porque salen de esta regla, y esta confusión genera sufrimiento. A nivel social se tiende a rechazar lo que se aparta de lo habitual, lo supuestamente “normal”. Pero lo que es más habitual no tiene por qué ser necesariamente lo correcto, ni tampoco la única opción. Existen muchas formas de amar.
El poliamor
El término poliamor se acuñó a principios de los años 90 y consiste en mantener varias parejas a la vez con el conocimiento de todas las partes implicadas. Aunque es difícil de calcular, se estima que entre 5-8% de la población lo ha practicado en algún momento. Es, en realidad, una manera de gestionar la afectividad y no necesariamente la sexualidad. Cada relación poliamorosa acuerda sus bases y su funcionamiento, y las opciones son muy variadas. Pueden incluir diversas orientaciones sexuales entre sus miembros o pueden haber relaciones íntimas entre algunos y no entre otros. En el poliamor entra la posibilidad de amar a dos personas a la vez.
Es importante no confundir el poliamor con la poligamia (donde se ha producido un matrimonio legal entre un hombre y varias mujeres o viceversa) ni el intercambio parejas o swinging (donde la relación no es amorosa sino sexual).
Tipos de poliamor:
- Amor jerárquico: existe un núcleo de personas que tienen una relación más cercana o intensa, que se vincula con otras personas manteniendo relaciones secundarias.
- Polifidelidad: existe un círculo acotado de personas con las que se pueden tener relaciones íntimas, pero fuera de ese límite se prohíben.
- Amor libre o anarquía relacional: no existen restricciones, hay una libertad absoluta tanto para amar como para mantener relaciones sexuales, pero tiene que basarse en el consenso desde el principio.
¿Cómo manejarlo?
- Para que el amor entre varias personas sea algo saludable, es fundamental no sólo que todas las partes estén informadas, sino que además estén de acuerdo. Caso contrario sería una infidelidad. El acuerdo entre las partes tiene que derivar de la voluntad individual, sin presión por parte del otro, ni tampoco para complacerlo.
- Es clave estar de acuerdo en el funcionamiento de la relación y sus límites.
- No hay motivo para pensar que los problemas de las relaciones entre dos personas no se den en las relaciones entre más personas. Pueden aparecer, por ejemplo, celos o miedo a ser excluido. Es importante aclarar los tiempos y las actividades compartidas para no dar lugar a equívocos.
- La comunicación es crucial. Si ya es costoso a veces entenderse en una relación a dos (cada uno viene de una familia de origen con criterios diferentes, historias de vida y experiencias diversas, creencias dispares, momentos vitales o necesidades concretas…), aún más complicado puede ser cuando intervienen más personas.
- La tolerancia y la generosidad siempre son buenas aliadas.
- Es importante poder estar abierto a que la relación evolucione, ampliando o limitando los miembros que la conforman o cambiando las “normas” internas.
- El poliamor nunca debe plantearse como una forma de reactivar una pareja en crisis.
- Por lo que respecta a la crianza de los niños, no hay evidencia que confirme mayores problemas por nacer en el seno de una familia poliamorosa o tradicional. Son simplemente formas diferentes de amar.
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