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Valencia

Gema Amor, exconsellera de Zaplana: «Ni su propio partido espera nada de Isabel Bonig. Cada uno se retrata como lo que es»

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VALENCIA, 24 May. (EUROPA PRESS) –

Gema Amor,  portavoz del grupo municipal Liberales en el Ayuntamiento de Benidorm, que fue miembro del gobierno del expresidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, ha lamentado la actuación del PP, que no tardó 21 minutos en darle de baja, y la ha enmarcado el «deporte nacional que es la envidia y el rencor».

Asimismo ha señalado que contrasta la tardanza en reaccionar de la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, porque «nadie ni su propio partido espera nada de ella. Cada uno se retrata como lo que es».

Amor ha indicado que el PP, «que tenía que dar ejemplo de los más esenciales preceptos del Estado del Derecho, se ha cargado la presunción de inocencia» y ha criticado al coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, que ha justificado la rápida actuación por pertenecer Zaplana al pasado.

Asimismo ha calificado de «penosas» declaraciones del actual portavoz en el congreso, Rafael Hernando, renunciando a lo que es «una gran parte del pasado del PP sin dejar el más mínimo resquicio a la defensa».

«Ha añadido que debe ser el único caso en el que se ha actuado de forma autónoma, cosa que dudo. No han dejado ninguna posibilidad de que se pueda defender ni de conocer la causa, ni el mínimo beneficio de la duda», ha dicho.

Las «diferentes varas de medir del PP tras la fulminante» actuación con Zaplana demuestra «que no se le tiene respeto a la persona» y que el partido se encuentra en total descomposición, a la deriva, que no respeta su pasado».

Además de no respetar la presunción de inocencia, «hemos tenido que asistir al dantesco espectáculo de que el PP dé crédito al autodenominado ‘yonky del dinero’, con una película de ciencia ficción con una versión inverosímil de un imán sirio y el altillo. Lo único que se ha podido demostrar es que el empresario sirio existe y que ha dicho que es falso».

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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