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Cultura

‘La Galería Mr.Pink redescubre la ausencia’, por Mireia Muñoz

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Mireia Muñoz Vidal

Mireia Muñoz

Historiadora del Arte

Parece comúnmente aceptado que cuando atendemos al significado del término “ausencia” lo relacionamos inevitablemente con la “no presencia”. Sin embargo, es probable que no seamos conscientes de la complejidad y amplitud de un concepto lleno de matices que puede llegar a provocar multitud de sensaciones. En contra de la injusta simplificación que existe en torno a este sentimiento se construye la exposición Ausencias, una muestra presente en la Galería Mr. Pink (C/Guillem de Castro 110, Valencia) hasta el próximo 10 de marzo, que pretende explorar la naturaleza del término en busca de nuevos significados.

El proyecto pop-up, comisariado por Antonio Jiménez (director de AJG Contemporary Art Gallery de Sevilla), acoge las creaciones de una selección de artistas compuesta por Cristóbal León, Joaquín Cociña, Niles Atallah, Eduardo Nave, Martínez Bellido, Francisco Reina, Andreas Von Gehr y Rodríguez Silva. Los tres primeros reflexionan en torno a la ausencia a través del medio audiovisual, mientras que el resto se sirve de recursos como la fotografía o las técnicas graficoplásticas.

El acceso a la galería está flanqueado por tres fotografías que hacen referencia al término “ausencia” explorado precisamente desde la perspectiva de los espacios arquitectónicos. En estas instantáneas de Eduardo Nave (Valencia, 1974), que se engloban en el trabajo Solo vol. IV compuesto por 32 piezas, se reflexiona en torno al espacio deshabitado y desafectado de la antigua cárcel de Segovia (actualmente un centro cultural), desde el punto de vista de la memoria contenida por un lugar, donde sólo resulta posible alcanzar atisbos de comprensión de lo allí acontecido a partir del reconocimiento de su genius locci.

Unos pasos más allá se desvela el volumen completo de la sala y con éste, en primera instancia, las elaboradas ilustraciones de grafito sobre papel de Martínez Bellido (Cádiz, 1992). A partir de la reproducción de fotografías antiguas, de su propio archivo familiar y de ajenos, trata la ausencia a través de la despersonalización de las identidades de los protagonistas, teniendo en cuenta que ésta consiste en la pérdida de los recuerdos que nos permiten construir la idea de uno mismo. En paralelo, el desdibujado de personalismos y vivencias transforma la representación permitiendo la apropiación de la escena por parte del espectador.

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En la línea de Martínez Bellido, Francisco Reina (Sevilla, 1979) se aproxima también a la idea de despersonalización, y por ende de ausencia, a partir de la representación de escenas que por tan aisladas se convierten en puros conceptos, todo ello sobre un fondo de intencionalidad política. Las fotografías muestran la envergadura y apreciación de los poderes fácticos por parte de la sociedad: un rascacielos infinito, un micrófono sin voz o gestos persuasivos que encarnan intenciones.

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Al fondo del espacio, el carácter de la obra de Andreas Von Gehr (Chile, 1972) hace acto de presencia. El artista hace uso del arte como vehículo de actualización de la memoria, cuyo antónimo, el olvido, está en estrecha relación con la ausencia. Concretamente, su obra gira en torno a la dictadura chilena, que dejó a sus espaldas numerosos desaparecidos. En la pieza presente, se hace referencia a este alegato de la justicia y el recuerdo a través del rostro impreso de una mujer viva en la que destaca una estrella sobre su cara (símbolo de la bandera chilena), acompañada de pintura roja simulando el derramamiento de sangre. El hecho de que una persona viva represente de forma conceptual a las víctimas de la dictadura, pretende escenificar el limbo en el que se encuentran los numerosos desaparecidos y sus familias, en un vacío entre la ausencia más real que es la muerte y el hecho de vivir.

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En contraposición a la ausencia transmitida desde el contenido figurativo que se trata en el resto de la muestra, se sitúan las piezas de Rodríguez Silva (Sevilla, 1960). En ellas, la ausencia es protagonista desde el punto de vista de la intervención y la intencionalidad del artista, primando la interpretación del espectador a partir del ámbito estético, con un carácter supremacista y minimal que recuerda a la pintura matérica posterior a la II Guerra Mundial enmarcada en la corriente del informalismo que tanta huella dejó en la Historia del Arte.

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Mientras se lleva a cabo este recorrido, el rumor de los vídeos Lucía y Luis, realizados con la técnica stop-motion por Joaquín Cociña (Chile, 1980), Cristóbal León (Chile, 1980) y Niles Atallah (1978, California), ejercen de banda sonora del silencio. En ambas muestras, dos niños como son Lucía y Luis narran la ausencia de la forma más inocente posible, expresándose con la ingenuidad e inocencia que solamente un infante es capaz de sentir.

Por tanto, no solo la innegable calidad estética y artística de las obras allí presentes hacen de Ausencias una exposición envolvente y altamente recomendable, sino precisamente el valor de unas creaciones que pretenden explorar la naturaleza del término “ausencia” en busca de nuevos significados (en realidad descubiertos, no creados). ¿Es la ausencia entonces necesariamente sinónimo de un adiós? Al salir de la muestra podría confirmarse que el adiós no siempre indica un final, sino que a veces da paso a la revitalización de un proceso, a un nuevo principio.

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Cultura

¿Sabes cuál es el patrimonio de la ciudad de Valencia en millones de euros?

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patrimonio ciudad de Valencia
¿Sabes cuál es el patrimonio de la ciudad de Valencia?-Foto: VISIT VALENCIA

A más de 3.700 millones de euros asciende el importe total del patrimonio municipal de la ciudad de Valencia. Concretamente: 3.700.293.921,35 €. La Comisión de Patrimonio ha dado el visto bueno este martes al Inventario General de Bienes y Derechos Reales de la Corporación a fecha 31 de diciembre de 2022, que será aprobado definitivamente en la próxima sesión plenaria del mes de mayo. Se trata de una fotografía detallada del patrimonio que atesora el Ayuntamiento de Valencia, desde monumentos y edificios de un valor incalculable como las Torres de Serrans, la Llotja de la Seda o las Torres de Quart, por ejemplo, hasta parajes como la Dehesa y el real lago de l’Albufera, la colección de pesas y medidas donadas por el conde de Trénor, los Silos de Burjassot o la ermita de Sant Jordi en el término de El Puig.

El inventario municipal es un documento vivo que sufre cambios a través de las altas, las bajas o las modificaciones de los bienes. Tal como marca el Reglamento de Bienes de las Entidades Locales, el Ayuntamiento ha efectuado las operaciones necesarias para actualizar la situación del Inventario a 31 de diciembre de 2022. Para ello, el Servicio de Patrimonio cuenta con una potente aplicación informática: SIGESPA. El Sistema de Gestión Patrimonial se implantó en 1997 y permite instruir con celeridad y eficacia todos los expedientes administrativos vinculados con las variaciones del inventario. Hay que tener en cuenta que los 4.382 bienes inmuebles municipales suponen aproximadamente el 94,32% del valor total de patrimonio del Ayuntamiento de València.

El inventario municipal está distribuido en ocho epígrafes. Los más destacados son los que se corresponden con los inmuebles, los muebles históricos o de considerable valor económico, los vehículos y los 18 caballos de la Policía Local.

Bienes inmuebles

El listado de los bienes inmuebles municipales está encabezado por la Llotja de la Seda, las Torres de Serrans y las de Quart, la Casa Consistorial, el Cementerio General y la Dehesa del Saler. En este apartado se incluyen también parques urbanos, jardines, edificios públicos, mercados, cementerios, fuentes y todo tipo de parcelas municipales. El valor global a 31 de diciembre de 2022 supera los 3.490 millones de euros.

Aunque la legislación actual obliga a indicar “el valor que correspondería en venta al inmueble” es evidente que los monumentos históricos declarados como Bien de Interés Cultural (BIC) son edificios únicos e insustituibles, están fuera de mercado y no se pueden poner a la venta. Así sucede, por ejemplo, con la Llotja de la Seda y las Torres de Serrans y de Quart, que fueron declarados “monumentos histórico-artísticos pertenecientes al Tesoro Artístico Nacional” por el gobierno español en junio de 1931.

Entre los parajes que figuran en el inventario destacan, sin duda, las 778 hectáreas del monte de la Dehesa del Saler y las 2.964 hectáreas del real lago de l’Albufera. Desde el punto de vista medioambiental e histórico tienen un valor, literalmente, incalculable.

Inventario municipal de 1925

El primer inventario municipal elaborado por el Ayuntamiento data del 31 de diciembre de 1925, en la época de Luis Oliag como alcalde de la ciudad. El valor del patrimonio municipal de hace un siglo era de poco más de 38 millones de pesetas. Para hacerse una idea del coste de la vida en 1925, una consulta a la prensa valenciana en la Hemeroteca Municipal nos revela que el precio de la entrada de butaca para disfrutar de una zarzuela en el teatro Apolo, en la Nochevieja de 1925, era de tres pesetas.

Los esforzados funcionarios que elaboraron el primer inventario municipal en 1925 se encontraron con muchas dificultades técnicas y lamentaron no haber anotado la colección de cuadros existentes en la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer y no haber valorado tampoco la colección conquiliológica municipal, entre otros elementos. Eso sí, le otorgaron un valor económico a inmuebles como la Llotja de la Seda (dos millones de pesetas), Torres de Serranos (500.000 ptas.); Palacio Municipal (450.000 ptas.); Cementerio General (300.000 ptas.); Torres de Quart (200.000 ptas.) o El Almudín (150.000 ptas.).  Se trata, en definitiva, de una muestra del patrimonio municipal de València, tanto histórico como artístico, que no tiene precio para los vecinos y vecinas de la ciudad.

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