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La Reina Letizia, en zapatillas y sin maquillar, protagonista en la ‘vuelta al cole’ de sus hijas

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MADRID, 11 Sep. (CHANCE) – Septiembre es el mes de la vuelta a la rutina y como no podía ser de otra manera, los pequeños de la casa tienen que regresar a las aulas para comenzar un nuevo curso escolar. En esta ocasión y tras un fin de semana de lo más ajetreado, han sido la infanta Sofía y la Princesa Leonor las que han protagonizado su particular vuelta al cole.

Como cada año y siguiendo la tradición, los Reyes Felipe y Letizia han acompañado a sus hijas al colegio en su primer día. En esta ocasión y como es habitual, ha sido Felipe VI el encargado de conducir el coche hasta y de lo más simpática y sonriente con la prensa, Doña Letizia ha bajado la ventanilla para dedicar un saludo de buenos días.

Ambos han bajado del coche, y mientras Doña Letizia y la infanta iban por delante, el Rey se ha quedado un poco atrás de la mano de Leonor antes de entrar al colegio. Muy sonrientes, la Princesa y Sofía han decidido saludar a la que probablemente sea la directora del colegio, que estaba en la puerta esperando la llegada de todos los alumnos para el comienzo del nuevo curso.

Para la ocasión, la Reina ha sorprendido al escoger un maquillaje de lo más sencillo y natural que asemejaba un aspecto de ‘cara lavada’ y un look muy cómodo, con zapatillas de deporte que combinaba con pantalón blanco con el bajo recogido, una camiseta lisa de la misma tonalidad y una chaqueta sport en verde caqui. La pequeñas han acudido al cole con el uniforme de rigor y una coleta, de lo más iguales estrenando su nueva melena.

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La ‘jeta’ de Bertín Osborne: de negar a su hijo a exhibirlo en una portada 

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Bertín Osborne hijo portada
Portada de ¡Hola!

De villano a padre ejemplar en cuestión de meses. Así parece que quiere venderse ahora Bertín Osborne, que tras negar a su hijo David, pedir una prueba de paternidad y asegurar que no quería volver a ser padre a los 70, aparece sonriente en la portada de ¡Hola! abrazando al pequeño. Todo bajo el argumento de que no quiere que «sea un niño escondido».

La jugada huele a lo de siempre: negocio, blanqueo de imagen y un reportaje bien pagado. Osborne no se conforma con el perdón íntimo de Gabriela Guillén, la madre del niño, sino que lo convierte en espectáculo mediático, el mismo que él mismo alimentó con sus desplantes.

El padre ausente que ahora posa de revista

Que Bertín quiera presentarse como un padre orgulloso no borra la hemeroteca. Cuando se filtró el embarazo, el artista se desentendió y dudó de Guillén públicamente. Ahora, con el niño ya crecido y diciendo «papá», Osborne asegura: «Con el niño estoy encantado. Estoy muy contento de conocerlo, de compartir con él momentos. El niño es una monada, cariñosísimo, un amor».

El contraste es brutal: el hombre que en su día declaró que «nunca quiso ser padre otra vez» es el mismo que ahora afirma querer «conocerlo, que me conozca, estar y que sepa quién es su padre». Una contradicción que resulta difícil de digerir para quienes recuerdan su reacción inicial.

Gabriela Guillén: dignidad frente al espectáculo

Guillén también aparece en el reportaje, aunque no hay ninguna foto de los tres juntos «para evitar confusiones», según explican. La empresaria se muestra cordial, pero sus palabras siguen cargadas de verdad: «Quiero que mi hijo sea lo más feliz posible y que tenga una normalidad. Que, independientemente de que sus padres no estén juntos, él sienta el amor de los dos».

Una declaración que contrasta con la confesión de su propio pasado: «Tener un padre es muy necesario. Yo no lo tuve. Por eso, no le quiero privar a mi hijo de ese derecho, porque él sí lo tiene». Una frase que evidencia lo mucho que ella ha cedido para facilitar esta relación y lo poco que Osborne asumió al principio.

El discurso de Osborne: entre excusas y resignación

En la entrevista, Osborne reconoce que «ejercer de padre es complicado a estas alturas de mi vida, pero el niño no tiene culpa de nada». Una frase que muchos interpretan como una justificación tibia, que no encaja con el desplante inicial ni con el giro posterior hacia el escaparate de revista.

Además, habla de Gabriela como «una mujer estupenda, discreta, trabajadora, responsable», aunque no evita subrayar que nunca quiso volver a tener hijos: «Ahora ayudaré a que el niño tenga sus estudios estupendos y que viva lo mejor que pueda». Palabras que suenan más a compromiso económico que a verdadera implicación emocional.

La estrategia de Osborne: del escándalo al “padre modelo”

Lo llamen “reconciliación” o “presentación oficial”, lo que hay detrás es: un reportaje supuestamente rentable y una nueva narrativa para Bertín, que quiere pasar página con una sonrisa y unas declaraciones amables. El problema es que la memoria colectiva no es tan frágil: cuesta olvidar la prueba de paternidad, los desplantes y las frases hirientes.

Lo que ahora Osborne presenta como un acto de normalidad suena más a marketing que a amor paternal. Y la pregunta queda en el aire: ¿de verdad busca ser un padre presente o simplemente otro titular que engorde su ya larga lista de portadas? Lo que sí parece confirmarse es que la imagen de Bertín será difícil de recuperar.

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