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Valencia

Nochebuena en València: 56 denuncias por saltarse el toque de queda y 10 actas por ruido

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València, 25 dic (EFE).- La Policía Local de València ha denunciado a 56 personas en Nochebuena por saltarse la restricción de movilidad de 12 de la noche a seis de la mañana y ha levantado diez actas por ruido de fiestas en domicilios.

Agentes de la Unidad de Convivencia y Seguridad (UCOS) actuaron en dos locales por incumplir la normativa aprobada por las autoridades sanitarias para hacer frente a la COVID-19 y en tres botellones en los que denunciaron a ocho personas por no llevar mascarillas, informan fuentes de la Policía Local.

El concejal de Protección Ciudadana del Ayuntamiento de València, Aarón Cano, ha destacado el comportamiento «ejemplar» de la mayoría de la ciudadanía y ha manifestado que en una ciudad de 800.000 habitantes, 56 denuncias es «una cifra baja».

Cano ha felicitado a toda la población que ha hecho «una demostración una vez más de su responsabilidad para superar esta situación».

Por otra parte, la Policía Local de València ha detenido a dos personas por delitos contra la seguridad vial tras dar positivo,a dos hombres por delitos de violencia de género y a otro hombre por una tentativa de agresión sexual que se produjo en las inmediaciones de la avenida de Francia a las 22.58 horas, cuando un hombre agarró a una mujer presuntamente para realizarle tocamientos.

La víctima facilitó, junto a su madre, la descripción del presunto agresor al que agentes de UCOS localizaron y detuvieron en las inmediaciones del lugar.

Respecto a una de las dos detenciones por violencia de género, la detención se produjo alrededor de las 00.15 horas cuando las patrullas fueron alertadas de una persona que al parecer estaba muy agresiva y no quería marcharse de una vivienda.

Al llegar al lugar de los hechos, la víctima les explicó que convive con su expareja, con la que finalizó la relación hace dos semanas, y este le había insultado y amenazado tras llegar ebrio al domicilio. Un amigo de la familia intervino en el momento en que el presunto agresor estaba empujando a su expareja en presencia de su hijo, por lo que fue detenido en la azotea del edificio, en un intento de escapar.

Cano ha señalado que la violencia de género es «el mayor desafío de seguridad que tiene esta ciudad para el que trabajamos con todo nuestro esfuerzo desde todo el cuerpo de Policía Local y en especial desde la Unidad GAMA».

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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