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Valencia

Paco Sanz, el hombre de los 2.000 tumores acepta 2 años de cárcel por estafa

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EFE/Manuel Bruque /Archivo

Madrid, 8 feb (EFE).- Paco Sanz, conocido como el hombre de los 2.000 tumores, ha aceptado una pena de dos años de cárcel al inicio del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid, tras llegar a un acuerdo con la Fiscalía en el que reconoce haber estafado a miles de personas simulando una enfermedad terminal.

Al inicio del juicio la defensa del valenciano Paco Sanz y la Fiscalía han negociado una conformidad y finalmente han llegado a un acuerdo en lo penal pero no en lo referido a la responsabilidad civil sobre cada uno de los afectados.

Así la Fiscalía ha rebajado su petición de prisión para Paco Sanz de seis años de cárcel a dos, y para la que era su novia en la época de la estafa de tres años de cárcel a un año y nueve meses.

Por tanto en el juicio se dirimirá únicamente la posible responsabilidad civil de los procesados, según han acordado las partes la inicio de la sesión.

Las acusaciones se han adherido a la petición el Ministerio Fiscal.

Paco Sanz está acusado de fingir en los medios de comunicación la gravedad de su enfermedad y estafar 264.780 euros a miles de personas, entre ellas varios famosos, a las que pidió dinero para curarse.

Junto a Paco Sanz está acusada de estafa su expareja, Lucía Carmona, así como la madre del acusado, quien según la Fiscalía fue partícipe a título lucrativo junto con los anteriores. El padre, que también fue imputado, ya falleció.

Entre los afectados que están citados a testificar en esta causa se encuentran el humorista José Mota, el presentador de televisión Jorge Javier Vázquez, el ex director general de Juventud de la Comunidad de Madrid y exjugador de waterpolo Pedro García Aguado, conocido por el programa televisivo «Hermano mayor», los actores Santi Rodríguez, Nacho Guerreros y David Muro, y el chef Pedro Roca.

Otros perjudicados son un oncólogo y un dermatólogo, e igualmente está citado para testificar el escritor Alejandro Ruiz Hurtado, autor del libro «Así cayó Paco Sanz».

Han renunciado a las testificales los cantantes Ramón Melendi y Charo Reina, los presentadores de televisión Risto Mejide y Dani Mateo, el youtuber Auronplay y el futbolista del Cádiz Álvaro Negredo, sin perjuicio de las indemnizaciones y otros efectos de la sentencia que les pudiera corresponder.

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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