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Valencia

«Rehenes» en sus propias casas: un año sin ascensor tras la DANA en Valencia

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Un año después de la DANA del 29 de octubre de 2024, centenares de vecinos de Valencia y localidades cercanas siguen sin poder utilizar sus ascensores, lo que dificulta la vida cotidiana de personas mayores, dependientes o con movilidad reducida. Muchas familias se sienten “rehenes en sus propias casas”, dependiendo de la ayuda de familiares o de organizaciones como Cruz Roja para poder salir o entrar a sus viviendas.

Ascensores dañados y reparaciones pendientes

Según la Asociación de Empresas de Ascensores de la Comunitat Valenciana (Ascencoval), a finales de septiembre de 2025 todavía había 780 ascensores pendientes de reparación, de los 7.530 dañados por las inundaciones. Las reparaciones se han ralentizado debido a la complejidad de los equipos afectados y a que muchas comunidades de vecinos aún esperan las ayudas del Consorcio de Seguros, necesarias para financiar las reparaciones.

Empresas como el Grupo Fain, una de las más afectadas, gestionaron más de 427 ascensores fuera de servicio tras la DANA. Gracias a esfuerzos coordinados, más del 80% ya está operativo, mientras que los casos más complejos requieren sustituciones completas o modificaciones de gran envergadura.

Personas vulnerables y asistencia de Cruz Roja

La Cruz Roja ha realizado más de 4.800 servicios de asistencia a personas que no pueden salir de sus casas sin ayuda, utilizando sillas oruga motorizadas para subir y bajar escaleras. Estas movilizaciones permiten a los usuarios acudir a citas médicas, gestiones administrativas o centros de día, y proporcionan un respiro a sus familias.

Luis Llorens, director técnico de Cruz Roja en Aldaia, explica que muchas personas mayores o con movilidad reducida sienten ansiedad y frustración por no poder realizar actividades cotidianas. Casos como el de María, una joven con parálisis cerebral, muestran cómo estas asistencias permiten socializar y mantener cierta autonomía pese a las limitaciones de infraestructura.

La vida diaria tras la DANA

Vecinos como José Luis Izco Soler, de Catarroja, relatan cómo el ascensor inutilizado complica la vida familiar: subir y bajar con niños pequeños o realizar tareas cotidianas se convierte en un reto diario. Aunque algunos residentes afrontan la situación con paciencia, los colectivos más vulnerables dependen totalmente de la ayuda externa para mantener su movilidad y calidad de vida.

Avances y retos pendientes

La reparación de los ascensores afectados continúa, priorizando los edificios con personas dependientes o mayores. Las empresas han reforzado plantilla, logística y turnos de trabajo para acelerar las reparaciones, aunque los proyectos más complejos aún requieren tiempo. Mientras tanto, organizaciones humanitarias y familiares siguen siendo esenciales para garantizar que los damnificados puedan salir de sus casas y realizar su vida cotidiana.

 

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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