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Cultura

VÍDEO | Rigoberta Bandini se postula para Eurovisión 2022 frente a Chanel

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Rigoberta Bandini se postula para Eurovisión 2022 frente a Chanel
La cantante Rigoberta Mandini celebra su pase a la final, tras su actuación en la segunda semifinal del Benidorm Fest, para la elección del representante de España en Eurovisión 2022. EFE/Morell

Benidorm (Alicante), 27 ene (EFE/OP).- Rigoberta Bandini y su canto a la maternidad y la femineidad sin ataduras, «Ay Mama», han puesto este jueves un pie en Eurovisión 2022 tras su victoria en la segunda semifinal de Benidorm Fest con las mayores puntuaciones del jurado profesional y el televoto… si Chanel se lo permite.

En total ha obtenido 111 puntos, seguida por Rayden («Calle de la llorería», con 90), Xeinn («Eco», 81) y Gonzalo Hermida («Quién lo diría, 76), que también han conseguido la clasificación. Por contra, se han quedado fuera de la final Marta Sango («Sigues en mi mente», 63), Javiera Mena («Culpa», 50) y Sara Deop («Make you say», 48).

La de este jueves, de nuevo en el Palau d’Esports L’Illa de Benidorm y bajo el mando de Alaska, Màxim Huerta e Inés Hernand, ha vuelto a ser una gira ágil que en hora y media ha despachado ocho actuaciones a concurso, las de los invitados Ruth Lorenzo y Niña Polaca, y la trepidante lectura de votaciones.

El inicio, con vibración ochentera en lo musical y en lo escenográfico, ha correspondido a Xeinn y «Eco». El joven debutante ha clavado los agudos de la canción original gracias a una actuación estática pensada para exprimir los recursos del escenario y la realización televisiva con homenajes espacios musicales míticos.

Sin moverse de esa década, Marta Sango ha apostado para «Sigues en mi mente» por la aparente ingenuidad y sencillez de aquellos tiempos en los que la música se volvía mágica con una guitarra eléctrica, una batería, un sintetizador y una coreografía orgullosamente petarda y en los que la modernidad se imaginaba con trajes espaciales rosas.

Javiera Mena ha mantenido esa gama de colores en la puesta en escena de «Culpa», una propuesta de electropop con una centrifugadora final de luces y una escala de metal y cableados infinitos por la que, cual ángel caído, ha escenificado su descenso a un mundo postapocalíptico para brindar redención a los mortales.

El positivo en covid-19 de Gonzalo Hermida, enclaustrado en su hotel de Benidorm desde el pasado martes, le ha impedido interpretar en vivo su bucólica balada de toque andaluz «Quién lo diría». Como no llegó a tiempo de grabar ningún ensayo, el público ha tenido que conformarse con disfrutar su videoclip.

Todos los ojos pendientes se han posado entonces en la máxima favorita, el «Ay Mama» de Rigoberta Bandini. Para su gran noche, la catalana ha decidido reírse de lo que la sociedad podría concebir como su gran día y así, de blanco como una Madonna virginal, se ha desfajado de estereotipos en torno a la femineidad, con un globo-teta terráqueo gigante de fondo que ya quisiera el Museo Dalí.

En ese éxtasis mamario ha llegado Rayden para jugar la contrapartida masculina y predicar desde su púlpito la vulnerabilidad para un nuevo tipo de hombre, todo desde el otrora machista género del hip hop. Raudo con la palabra, seductor en sus miradas a cámara, el madrileño se ha traído a su «Calle de la llorería» a muchos acólitos.

A la benjamina Sara Deop le ha correspondido cerrar con la sensual «Make You Say». Sin embargo, tras siete actuaciones previas con imaginería ochentera, su túnel de neones, los patines sobre ruedas y los tonos fucsia no han llamado demasiado la atención.

«¡Ruth a Eurovisión!», ha reclamado el público del pabellón tras la apabullante versión de «Bailar pegados» que ha realizado Ruth Lorenzo, un lapso tras el que han llegado la lectura de votaciones, con las mejores notas para Rigoberta Bandini del jurado profesional (56 puntos) y del televoto (30).

«Lo he disfrutado mucho, que hubiese público me ha ayudado mucho, la gente me ha dado un calor y un amor que he disfrutado», ha dicho la gran triunfadora de la noche en rueda de prensa, antes de bromear sobre el tamaño del pecho de su escenografía: «La teta nunca es suficientemente grande».

Bandini además ha recibido la segunda mejor votación del jurado demoscópico. Sus 350 integrantes, representación de la población española por edad, sexo y comunidad autónoma, han decidido sorprendentemente que su mayor valoración, 30 puntos, fuese a manos de Gonzalo Hermida aún sin haber podido intervenir en vivo.

«No tenía ninguna expectativa, estoy flipando», ha reconocido el músico gaditano, que ha achacado «al buen trabajo previo» con su videoclip el haber emocionado al público. Se ha anunciado que mañana y el sábado se le harán pruebas de antígenos y, en caso de salir negativos, podría participar en la final.

Ante esa cita, Rayden ha prometido por su parte que, si gana la plaza para el festival europeo, se llevará a Tanxugueiras como coristas.

Será el próximo sábado, 29 de enero, cuando se conocerá la identidad del candidato español a Eurovisión 2022 en una final con los cuatro clasificados de hoy, además de la gran triunfadora de la primera semifinal, Chanel («SloMo»), y Tanxugueiras («Terra»), Varry Brava («Raffaella») y Blanca Paloma («Secreto de agua»).

Por Javier Herrero

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Cultura

Muere a los 55 años Esther Uria, actriz de ‘Hospital Central’ y ‘Cuéntame cómo pasó’ 

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Esther Uria
Esther Uria, en una imagen del sindicato vasco de actores. (Euskal Aktoreen Batasuna)

El mundo de la interpretación y la cultura vasca llora la pérdida de Esther Uria, actriz y pedagoga donostiarra conocida por sus papeles en series de televisión tan emblemáticas como Hospital Central, Cuéntame cómo pasó, Doctor Mateo o El comisario.
La intérprete falleció el pasado jueves 23 de octubre a los 55 años, en el Hospital Donostia, tras sufrir una breve enfermedad que sorprendió a familiares, compañeros de profesión y antiguos alumnos.

Su muerte ha provocado un hondo pesar en el sector audiovisual y educativo, donde era muy querida por su doble faceta como actriz y docente.


Una artista con alma de educadora

Nacida en San Sebastián, Esther Uria se formó en Arte Dramático y dedicó buena parte de su vida a unir dos de sus grandes pasiones: el teatro y la educación.
En el escenario, destacó por su talento natural, su versatilidad y su compromiso con los textos clásicos y contemporáneos. Participó en obras como La cacatúa verde y La importancia de llamarse Ernesto, donde demostró una sólida técnica interpretativa.

Su rostro también se hizo familiar en la pequeña pantalla, con participaciones en algunas de las series más populares de la televisión española.
Entre ellas, Cuéntame cómo pasó, El comisario, Doctor Mateo y Hospital Central, donde interpretó a personajes secundarios cargados de humanidad y cercanía.


Una nueva etapa dedicada a la investigación y la enseñanza

En 2008, en el punto álgido de su carrera artística, decidió dar un giro radical y retomar sus estudios universitarios. Su inquietud intelectual la llevó a obtener el Premio Extraordinario en Educación Especial y la Licenciatura en Psicopedagogía con Premio Fin de Carrera.
Posteriormente, cursó un Máster de Formación del Profesorado en Secundaria (2012) y una beca internacional en la Universidad de Victoria (Canadá) para desarrollar una tesis sobre el teatro como herramienta pedagógica para fomentar la convivencia en las aulas.

Esa investigación culminó en 2018 con su doctorado en la Universidad del País Vasco (EHU/UPV), bajo el título:
Diseño, desarrollo y evaluación de un programa basado en las técnicas del sistema teatral para el fomento de la convivencia positiva en el alumnado de secundaria del País Vasco.

Con este trabajo, Esther Uria consolidó una línea de investigación pionera sobre el poder del teatro como motor educativo y emocional.


Teatro, pedagogía y vida: su legado

Pese a su dedicación a la docencia, Esther Uria nunca abandonó del todo los escenarios. En 2013, junto a su pareja y colaborador artístico Edu Errondosoro, estrenó la obra Cada día es solo una vez al día, un montaje íntimo y reflexivo sobre la importancia de la risa, el amor y el presente.

En una entrevista concedida a El Diario Vasco, Uria resumía su filosofía vital con una frase que hoy resuena con fuerza:

“No nos lamentamos del pasado, tenemos el presente y una forma muy positiva de vivirlo es empezar a hacerlo con humor reflexivo. Vivamos el presente con humor y amor.”

Esta obra representaba fielmente su manera de entender la existencia: optimismo, resiliencia y humanidad. A través de su trabajo, defendía que el teatro no solo debía emocionar, sino también educar y sanar.


Una figura querida en Donostia y en el ámbito cultural vasco

En el País Vasco, su figura trascendía el ámbito artístico. Esther Uria fue reconocida por su compromiso con la cultura local, la enseñanza inclusiva y la promoción del arte como herramienta de convivencia.
Sus compañeros de la Universidad del País Vasco la definen como “una mujer brillante, entusiasta y profundamente humana”.

También numerosos intérpretes que coincidieron con ella en platós y escenarios han expresado su tristeza en redes sociales, recordando su sonrisa constante, su humildad y su forma de hacer del teatro un espacio de encuentro.


El adiós a una vida dedicada al arte y la educación

La muerte de Esther Uria deja un vacío en el panorama cultural español, pero también un legado de inspiración para nuevas generaciones de actores, docentes y creadores.
Su vida fue una lección sobre cómo reinventarse sin perder la esencia, y cómo el arte puede convertirse en una herramienta de transformación personal y social.

El funeral se celebrará en Donostia-San Sebastián en la más estricta intimidad familiar, aunque sus allegados no descartan organizar más adelante un acto público de homenaje para celebrar su vida y su obra.

A los 55 años, Esther Uria se despide dejando tras de sí una huella imborrable: la de una mujer que hizo del teatro una forma de entender el mundo y del humor una forma de resistirlo.

Las tragedias de los protagonistas de la serie Hospital Central

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