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València cierra los cementerios y las salas de velatorio como medida de contención del COVID-19

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propuesta del Ayuntamiento de València para enterrar a las personas

València, 24 mar.- Dentro de las múltiples medidas sanitarias, económicas y sociales que está tomando el Ayuntamiento de València para combatir la expansión del coronavirus, el concejal de Cementerios y Servicios Funerarios, Alejandro Ramón, ha firmado este martes una resolución que concreta cómo se aplica en nuestra ciudad lo dispuesto por toda la normativa relacionada con la contención del virus (el Real Decreto del gobierno central del día 14, las resoluciones de Alcaldía –del día 15- y las de la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública –de los días 12 y 20- y la Orden del Ministerio de Sanidad –del día 21-). El cierre de los cementerios municipales y de las salas de velatorio y la suspensión de todos los oficios religiosos son las principales novedades.

En primera instancia, la resolución decreta la prohibición de la prestación del servicio habitual de salas de velatorio de cadáveres y de todas las celebraciones religiosas y laicas en los tanatorios-crematorios públicos de la ciudad (tanto el que gestiona Funespaña como el crematorio municipal). Esta indicación afecta ahora a todas las defunciones, no solo –como ocurría desde el pasado día 12- a las de aquellas personas que se hubieran visto contagiadas por el coronavirus. Además, se suspenden todos los servicios religiosos en la capilla del Cementerio General y en los entierros por los ritos musulmán y judío. En este sentido, el edil ha querido trasladar la solidaridad del gobierno municipal con las familias y las personas queridas de los fallecidos y ha avanzado que “una vez concluya el estado de alarma pondremos a disposición de las familias la posibilidad de hacer las ceremonias de despedida que las circunstancias impiden ahora”.

Por otro lado, se cierran al público los siete cementerios municipales de la ciudad (General, el Cabanyal, Campanar, el Grau, Benimàmet, Massarrojos y el Palmar), con la excepción de la realización de los servicios de inhumación que correspondan, siempre con la obligatoriedad de cumplir con todo lo previsto en la normativa de aplicación relacionada con el COVID-19.

Además, se estipula que el entierro, la incineración o la donación a la ciencia del cadáver se podrán realizar sin necesidad de esperar 24 horas después de la defunción si esto no va en contra de la voluntad de la persona difunta o de los herederos.

“Con esta resolución damos respuesta a lo estipulado por las diversas administraciones públicas para combatir la expansión del COVID-19 con la esperanza de que todas estas restricciones, que en algunos casos sabemos que son especialmente duras, sobre todo teniendo en cuenta que afectan en momentos de duelo, acabarán contribuyendo a acabar con la amenaza de este coronavirus”, ha explicado Alejandro Ramón.

La resolución firmada incorpora el levantamiento del cierre provisional de la sala de tanatopraxia vinculada al IML, decretado en julio de 2017, que se habilitará para las actuaciones que sean necesarias por la pandemia. Además, se reduce el horario del tanatorio, que pasa a ser de 9.00 a 21.30 horas; se ratifica la suspensión del servicio del bar-cafetería del Cementerio General y se traslada a la contratista de los servicios de beneficencia esta resolución para que se apliquen las medidas correspondientes. Complementariamente, se insta a comunicar este acuerdo a todas las empresas responsables de los tanatorios de la ciudad que son de titularidad privada.

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Se filtran 100 millones de números de teléfono de WhatsApp: por qué podrían usarse para estafas y fraudes empresariales

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Una grave vulnerabilidad en WhatsApp ha vuelto a situar a Meta en el centro del debate sobre la privacidad y la ciberseguridad. Un grupo de investigadores de la Universidad de Viena logró extraer 100 millones de números de teléfono vinculados a cuentas activas de la plataforma de mensajería, poniendo de relieve los riesgos asociados a la exposición masiva de datos personales.

Aunque la compañía ha asegurado que el fallo ya ha sido corregido y que no existen indicios de uso criminal de la información, expertos en seguridad digital advierten de que una filtración de este calibre podría tener consecuencias a medio y largo plazo, especialmente en forma de estafas dirigidas y fraudes empresariales.

Una vulnerabilidad que expuso el alcance real de WhatsApp

La investigación académica permitió, además, estimar el número total de cuentas activas en WhatsApp: alrededor de 3.500 millones de usuarios en todo el mundo. El acceso a esta información se produjo a través de un fallo en el funcionamiento interno de la plataforma que permitía comprobar qué números estaban asociados a cuentas reales.

Según explicaron los investigadores, los datos obtenidos se presentaban en forma de listados estructurados, lo que, en manos equivocadas, podría facilitar la creación de directorios globales de usuarios.

Desde Meta insisten en que el hallazgo se produjo en un entorno controlado y que no se comprometieron las conversaciones, gracias al sistema de cifrado de extremo a extremo que protege los mensajes.

¿Pueden leer tus chats si se filtra tu número?

Expertos en ciberseguridad aclaran que este tipo de filtración no permite acceder al contenido de los mensajes. WhatsApp utiliza claves criptográficas que impiden que terceros lean conversaciones privadas, incluso aunque tengan acceso a los números de teléfono.

Sin embargo, el problema no está en los chats, sino en la información asociada a la cuenta. Entre los datos que podrían haberse recopilado se encuentran:

  • Número de teléfono

  • Foto de perfil

  • Nombre visible

  • Antigüedad de la cuenta

  • Tipo de dispositivo utilizado

Este conjunto de información es suficiente para perfiles de riesgo, especialmente cuando se combina con datos de otras filtraciones previas.

Estafas más creíbles y fraudes dirigidos

Especialistas en seguridad digital advierten de que una base de datos de este tipo es un punto de partida ideal para estafas muy específicas. A diferencia del spam masivo, estos datos permiten ataques más personalizados, conocidos como phishing dirigido o spear phishing.

Entre los principales riesgos destacan:

  • Estafas empresariales, suplantando a proveedores o directivos

  • Fraudes financieros con mensajes aparentemente legítimos

  • Ingeniería social, usando fotos y nombres reales

  • Vigilancia o seguimiento en países con restricciones políticas

El número de teléfono es un dato especialmente sensible porque, a diferencia de una contraseña, rara vez se cambia, lo que convierte la filtración en un problema persistente en el tiempo.

El efecto “bola de nieve” de las filtraciones

Cuando un número de teléfono aparece en una filtración, puede reutilizarse durante años. Los ciberdelincuentes pueden:

  • Vincularlo con perfiles en redes sociales

  • Asociarlo a bases de datos anteriores

  • Cruzarlo con correos electrónicos o nombres reales

Esto genera un efecto acumulativo, en el que cada nueva filtración aumenta la precisión de futuras estafas.

Cómo proteger mejor tu cuenta de WhatsApp

Aunque no existe el riesgo de lectura de mensajes, sí es recomendable reforzar la privacidad dentro de la aplicación. Algunas medidas básicas incluyen:

  • Revisar los ajustes en Ajustes > Privacidad

  • Limitar quién puede ver la foto de perfil y los estados

  • Controlar quién puede añadirte a grupos

  • Desactivar la ubicación en tiempo real si no es necesaria

  • Activar la verificación en dos pasos

Como recomendación adicional, expertos sugieren utilizar un número de teléfono diferente para usos públicos, anuncios o actividades profesionales, separándolo del número personal.

Un aviso sobre la importancia de la ciberseguridad

Aunque Meta ha asegurado que la vulnerabilidad ya está solucionada y que no fue explotada por cibercriminales, el caso vuelve a demostrar que incluso las plataformas más utilizadas del mundo no están exentas de fallos.

La filtración de 100 millones de números de teléfono de WhatsApp sirve como recordatorio de que la protección de los datos personales no depende solo de las empresas tecnológicas, sino también de los hábitos y precauciones de los propios usuarios.

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