Valencia
Valencia rinde homenaje a sus personas centenarias
Publicado
hace 2 añosen

El Salón de Cristal de la casa consistorial ha sido el escenario del tradicional homenaje que el Ayuntamiento de Valencia rinde a sus personas centenarias durante este año. En este acto, que se enmarca en la programación de la Semana de las Personas Mayores, se han evocado experiencias de los últimos 100 años, muchas de ellas vividas en Valencia, y han aflorado sentimientos y vivencias de 32 mujeres y 6 hombres, un 25 % de las 153 personas que, según el Padrón Municipal, durante 2023 han cumplido un siglo de vida.
38 personas de 100 años en Valencia
La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, acompañada del concejal de Mayores, José Vicente Gosálbez, y de la defensora de los mayores, Asunción Pérez Calot, ha presidido hoy este homenaje a quienes forman parte de la memoria viva de la ciudad: 38 personas centenarias que han acudido hasta el Ayuntamiento acompañadas de sus familiares, y han sido protagonistas de un acto en el que ha primado “el respeto y el agradecimiento por su contribución y por su legado”.
El agradecimiento a los que más saben
En su intervención, la alcaldesa, María José Catalá, ha manifestad que esta “es una magnífica oportunidad para agradecerles todo lo que han aportado al desarrollo de nuestra ciudad y para mostrarles todo nuestro respeto, cariño, atención y solidaridad.
A lo largo de sus vidas, desde sus diferentes trayectorias tanto personales como profesionales, nuestros mayores han protagonizado y contribuido a la evolución y la construcción de lo que hoy es la ciudad de Valencia, por lo que son un tesoro de sabiduría, de experiencia y de ejemplo”.
Valencia rinde homenaje a sus personas centenarias
“Hoy hemos celebrado el homenaje a los centenarios, a estas personas vecinos de Valencia que cumplen 100 años. Estamos en la Semana del Mayor y hoy concretamente estamos creo yo con los mejores de los mejores. 153 personas que cumplen 100 años aquí en el Cap i Casal y hoy nos acompañan 38 personas”, ha indicado, por su parte, el concejal de Mayores, José Vicente Gosálbez. A su vez, ha agradecido a sus familias el esfuerzo que han hecho para que ellos puedan asistir.
“Para nosotros, para este gobierno las personas son los primero y tanto son lo primero que hay que resaltar que en el presupuesto que hemos aprobado el 48 % va destinado a políticas de familia. Entre los que nos acompañan hoy, de las 38 personas que nos acompañan, hay dos venezolanas y una ucraniana. Las demás son españolas. A todas ellas unas sentidas y sinceras felicidades y a las familias pedirles que sigan cuidándoles como hasta ahora y, por supuesto, que cumplan muchos más”, ha añadido.
Los centenarios y las centenarias que han sido homenajeados y homenajeadas son:
Amparo Aparisi Verdes, Ana Argente Darocas, Aurora Barrera Lucas, Pilar Blanquer Gil, Ángeles Calatayud Beneyto, Heliodora Campos Ramos, Manuel Carbonell Sanz, María Cerdá Blanes, Teresa Cogollos Vicens, Mariana Comino Gálvez, Rosa Contells Llorens, María Teresa de la Concha Pellico, Concepción Dobón Puerta, Presentación Fenollosa Martínez, Carmen Terresa Escalona Márquez, Carmen García Urias, Josefa Gimeno Fito, Rosario Gimeno Ros, Amparo Gisbert Canet, Leocadia González Miguel, Rafael Hernández de Andrés, Isabel Mallol Jordán, Pedro Martinez Orts, Amparo Mecho Arnal, Francisco Millán Ferrer, José Morales Pérez, María Desamparados Navarro Gimeno, Rosa Nuñez González, Amelia Ortí García, Delfina Pérez Hinarejos, Beatriz Rossi Pachón, Francisca Ruiz Santa Quiteria Martínez, Manuel San Ambrosio López, Carmen Vázques Faus, Filomena Mir Muñoz, Luisa Deltell Amoros, Vitorina López Puerta y Virginia Sánchez Carrasco.
En el transcurso del acto, los responsables municipales han entregado la insignia de “Amable amb els Majors” a los familiares que han acompañado a las personas centenarias.
La cuadragésima edición de la Semana de las Persona Mayores se inauguró el lunes con otro acto homenaje “Als Nostres Millors Persones Majors de València”, que este año ha destacado a dos entidades que trabajan contra la soledad no deseada de las personas mayores: El Teléfono de la Esperanza y la asociación Hogares Compartidos; al capellán titular del Cementerio General, Benjamín Zorrilla; y a título póstumo, a Luis Manuel Ferri Llopis, más conocido como Nino Bravo.
La programación de esta semana, organizada “para visibilizar y rendir homenaje a quienes han contribuido en el devenir de la ciudad”, se clausurará el próximo viernes con otro acto “emblemático”: la clausura del certamen intergeneracional “Abuelo, abuela he de contarte una cosa”.
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Publicado
hace 4 horasen
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Antes de nada, quiero expresar mi respeto y mi solidaridad más profunda hacia todas las víctimas de la Dana y hacia sus familias. Soy plenamente consciente del sufrimiento que provocó aquella tragedia. Lamento de corazón si en algún momento mi decisión de mantenerme en un segundo plano pudo haber generado dolor. Esa decisión la tomé para no avivar el circo mediático y para evitar que mi nombre pudiera ser utilizado como un instrumento político, como lamentablemente ha sucedido.
Dicho esto, me he decidido a escribir estas líneas después de la continua oleada de ataques, falsedades y mensajes de odio que he recibido en redes sociales, amplificados además por otros canales, tras mi reciente intervención como consejera portavoz del Levante Unión Deportiva, una responsabilidad que asumo desde 2023.
Soy la primera interesada en que se clarifiquen absolutamente los hechos que acontecieron aquel día, porque es imprescindible que no se desvíe el foco hacia historias paralelas que lo único que han hecho es generar más dolor a los afectados. Pero también porque las consecuencias que esta situación está teniendo sobre mi persona, sobre mi familia, sobre mi vida laboral y sobre mi estado psicológico están siendo brutales.
Ese día mantuve mi agenda laboral tal y como estaba prevista, como cualquier otro día, porque no era consciente de la magnitud de la tragedia que se avecinaba.
Mi jornada comenzó a las 9:30h en Ford Almussafes, donde impartí un curso de formación para sus profesionales que finalizó sobre las 14:00h. Cuando los asistentes se marcharon, me quedé unos 30 minutos más en el aula, como hago habitualmente, para elaborar el informe de la sesión y dejar todo documentado.
Después recogí mis cosas, fui a por mi vehículo y me trasladé desde Almussafes al centro de Valencia, donde había sido citada por el presidente de la Generalitat para una comida de carácter profesional. Estacioné el coche en un aparcamiento cercano y llegué al restaurante pasadas las 15:00h.
Acudí a esa cita a petición del presidente, con el objetivo de explorar posibles vías de colaboración profesional. Durante la conversación se me plantearon varias opciones, entre ellas presentar una candidatura a un cargo en la televisión autonómica, que rechacé de forma clara por convicción personal y profesional. A partir de ahí, me pidió mi opinión sobre la situación de la televisión: qué aspectos consideraba que funcionaban bien o mal y qué cambios podrían aplicarse. Desde mi experiencia, expuse mi punto de vista, lo que derivó en un intercambio de pareceres y acabó en una sesión de consultoría de comunicación en la que se abordaron cuestiones propias de mi especialidad.
En un momento determinado de la comida, el presidente empezó a recibir llamadas que interrumpieron nuestra conversación de manera continuada. Yo seguí en el restaurante, completamente ajena a esas comunicaciones: no pregunté, no participé, ni conocí en ningún momento su contenido, y el presidente tampoco me trasladó ninguna inquietud al respecto. Actué, como siempre he hecho, desde la discreción y el respeto que me caracterizan.
Esas interrupciones, sumadas a la espera y a la despedida, demoraron también mi salida del restaurante, que se produjo finalmente entre las 18:30 y las 18:45. En su momento, en medio de la vorágine con que se desencadenaron los hechos, el desconcierto y la presión vivida, sinceramente no dimensioné la importancia de ese desfase horario inicial que se hizo público. Sin embargo, con la distancia del tiempo y tras hablarlo con las personas más cercanas, he considerado necesario aclarar también ese punto.
Quiero dejar claro que en el momento en que me marché de la reunión no era consciente de la gravedad de lo que estaba sucediendo en otras localidades valencianas, porque en la ciudad no llovía y eso me hizo sentir todavía más ajena a la situación. Al regresar a casa, empecé a tomar verdadera dimensión de lo ocurrido. Nada más entender la magnitud de lo que había pasado, me puse en contacto con el presidente cuando le fue posible. En esa conversación le trasladé mi angustia y también le pedí, de forma muy clara, que por favor mi nombre no saliera. Le expliqué que me parecía profundamente injusto quedar vinculada a un capítulo tan doloroso cuando no había tenido absolutamente nada que ver. Ese fue mi error, porque ese silencio, aunque bienintencionado, alimentó la especulación y, cuando finalmente se supo, desembocó en un acoso brutal.
Los días posteriores fueron una auténtica pesadilla. Me sentí absolutamente perdida. Y cuando finalmente se dio a conocer públicamente que yo era la persona que había estado con el presidente durante aquella comida, mi cabeza estalló. Entré en un shock que me llevó a un ingreso hospitalario.
Cuando salí del hospital, mi situación seguía siendo extremadamente delicada. No me sentí con fuerzas para tomar yo las riendas y exponerme directamente. Por eso pedí a una persona de mi total confianza que explicara de mi parte lo sucedido. Así se hizo público entonces el relato de los hechos.
Pero con el paso del tiempo he comprobado que no fue suficiente. Hoy entiendo que es necesario hablar en primera persona. Hasta ahora no lo había hecho porque confiaba en que el tiempo y el sentido común bastarían para que se entendiera lo evidente: que yo no tengo nada que ver en esta historia. Pensé que quedaría claro por sí solo, pero no ha sido así.
La realidad es que me he convertido en una diana. Una diana utilizada políticamente y alimentada con insinuaciones machistas que han condicionado esta historia desde el principio. Y por eso hoy hablo: porque ya no puedo seguir soportando que este relato eclipse lo verdaderamente importante, que es esclarecer qué pasó aquel día y asumir las responsabilidades que correspondan.
Durante estos diez meses he vivido sometida a una presión insoportable. He sido objeto de un acoso constante, de insultos, de burlas y de un escrutinio injusto. Estoy en tratamiento psicológico con un diagnóstico de estrés postraumático. Es una terapia dura y compleja, que afronto con esperanza, pero la realidad es que mi salud mental se ha visto gravemente dañada. Cada nuevo golpe reabre heridas que aún no han cicatrizado.
Este proceso no solo me ha afectado a mí. Ha golpeado también a mi familia, que sufre al verme sufrir. Ellos han tenido que soportar conmigo este acoso, y ese es, sin duda, el dolor más grande de todos.
Dicho esto, no puedo obviar una triste realidad que me ha roto desde el principio y quisiera que estas líneas sirvieran de reflexión: ¿realmente habría pasado lo mismo si en lugar de una mujer hubiera sido un hombre quien se reunió con el presidente? ¿Se habrían dicho las mismas cosas, con el mismo tono y el mismo juicio? ¿Habría despertado tanto morbo, tanto machismo rancio y tanto prejuicio? Ese enfoque profundamente sexista ha servido como cortina de humo para desviar la atención de lo verdaderamente importante: esclarecer las responsabilidades que se derivaron de aquella jornada. No se puede construir un relato cargado de insinuaciones y morbo para distraer el foco de lo que realmente importa. Es realmente triste y decepcionante, porque no solo me ha hecho daño a mí, sino que ha distorsionado una historia que merece ser abordada con rigor y respeto.
Estar allí aquel día fue una maldita coincidencia y un horrible golpe de mala suerte. Pudo haber sido cualquier otro, pero fue ese día. El día más difícil y duro para miles y miles de valencianos. Ese es y será siempre mi tormento, y tendré que aprender a sobrellevar esa carga durante toda mi vida.
Lo único que pido ahora es respeto. Respeto hacia mi persona, hacia mi familia y hacia mi vida privada. Respeto para poder seguir adelante sin que mi nombre se siga utilizando como arma política ni como entretenimiento morboso.
Pero, sobre todo, pido respeto para las víctimas. Porque a ellas es a quienes les debemos sensatez. Les debemos que su dolor no se utilice ni se banalice.
Y a los responsables les corresponde dar las explicaciones que yo no puedo dar, porque nunca he ostentado ningún cargo público ni ese día tuve capacidad de decisión alguna. Ojalá hubiera estado en mis manos hacer algo, pero no fue así. Por eso el foco debe estar donde corresponde: en las personas que aquel día tenían responsabilidades y poder de decisión. Son ellas las que deben dar explicaciones.
Y para concluir, me gustaría agradecer a todas aquellas personas que me han acompañado en este proceso. Han sido muchas: desde mi círculo más cercano hasta mi entorno profesional, compañeros de medios de comunicación y ciudadanos completamente anónimos que han querido hacerme llegar su solidaridad y su apoyo. Gracias de corazón, porque es lo que me ha sostenido en pie.
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