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A semifinales con sufrimiento, penaltis…y Jaume, por @JordiSanchiss

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Jaume Valencia CF

Nadie dijo que iba a ser fácil. Esto es la Copa y los favoritismos se reducen. Durante muchas fases de los cuartos, el Alavés fue superior al Valencia, pero la clasificación para semifinales no está exenta de mérito, aunque ante un rival en teoría inferior se tuvo que llegar hasta la tanda de penaltis para conseguirlo. Jaume fue el héroe. Solo cuatro equipos están a dos partidos de disputar una final, y uno de ellos es el valencianista. Es la quinta semifinal copera del Valencia en el siglo XXI.

Los dos equipos afrontaron el tramo inicial jugando ordenados, con el ánimo de no descomponerse y, sobre todo, de no encajar un gol que, dado lo apretado del resultado de la ida, podría ser fatal para el que lo encajara. Poco a poco, el Alavés fue asumiendo la inciativa.

El Valencia se dedicó a defender en el primer tiempo, incluso dando cierta sensación de indolencia por momentos. Los locales ganaban todos los duelos, todos los balones divididos, todas las carreras… Parejo, Kondogbia  y Maksimovic no aparecían; Guedes fallaba hasta en los controles; y Vietto y Zaza ni la olían. El agobio blanquiazul fue creciendo con el paso de los minutos, con Pedraza como jugador más destacado. Se iba de todos.  Eso sí, no hubo ocasiones claras.

En el minuto 20, el drama de los centrales valencianistas vivió un nuevo capítulo. Paulista se lesionaba al rematar en el área contraria y pisar mal en la caída. Se tuvo que retirar entre gestos de dolor y su lugar lo ocupó Garay, que había sido reservado para recibir al Real Madrid en la Liga por ser el único central disponible para Marcelino en dicha competición.

El propio defensa argentino fue protagonista de manera inmediata, al tocar el balón con las manos cerca de su portería. En una extraña decisión, Álvarez Izquierdo no señaló penalti ni siquiera córner.

En los minutos finales de la primera parte, el Valencia se sacudió el dominio rival, e incluso Gayà, se atrevió a asomarse en ataque inquietando, aunque poco, a la defensa alavesista. Duarte en el 44 y desde lejos realizó el único disparo entre palos hasta ese momento. Jaume atrapó con seguridad.

Con otro remate lejano, esta vez de Ibai, arrancó la reanudación, con idéntica respuesta del guardameta valenciano. Y más protagonismo para Jaume, que sacó una mano impresionante para enviar a córner el chutazo de Pedraza, ya confirmado como el mejor del partido.

El Alavés se vino arriba ante un contrincante que daba signos de debilidad, más todavía. Fiarlo todo a mantener el cero en la portería propia para pasar de ronda era un riesgo enorme, pero los valencianistas no daban señales de vida ofensivamente y sufría cada vez más atrás.

Rodrigo entró por un inédito Vietto. Qué poquito aporta el argentino en encuentros con tanta exigencia física. El ritmo del conjunto de Abelardo disminuyó, era imposible mantener ese empuje. El Valencia lo aprovechó para acercarse a Sivera y ponerlo a prueba, con un remate duro y ajustado de Guedes que el portero acertó a rechazar. Era el minuto 69. En la jugada posterior, Kondogbia enviaba al travesaño.

Fueron los únicos avisos de peligro blanquinegro, justo antes del gol del Alavés. Centro al corazón del área y Munir de cabeza marca el 1-0.  La locura en Mendizorroza. Error en cadena de la defensa visitante, y el Valencia eliminado con ese resultado. De nuevo la maldición de los ex.

Los jugadores de Marcelino quedaron noqueados. Se sabían eliminados, pero apareció Santi Mina. A los 20 segundos de su entrada, recibió un balón preciso en una contra fulgurante con el Alavés innecesariamente volcado. El delantero gallego se plantó ante Sivera y definió con efectividad y simpleza. 1-1.

Pero en otro fallo garrafal de la retaguardia del Valencia y de Jaume que no sale, balón muerto en el área pequeña que Rubén Sobrino aprovecha para fusilar. 2-1. Eliminatoria igualada, y a la prórroga, a la que los valencianistas llegaban con más frescura.

Guedes probó de nuevo los reflejos de Sivera. La inciativa, por fin, era visitante, pero de ideas, justitos. El cansancio pesaba cada vez más en las piernas de todos los futbolistas. Rodrigo la tuvo en el 107. Sivera y el larguero evitaron el tanto. Y también pudo empatar Mina con un remate de espuela, y Montoya con un chut desde la frontal, pero tampoco. ¡A los penaltis!

Jaume paró dos y los valencianistas estuvieron casi infalibles en sus lanzamientos. Sobrino tiró el decisivo por encima del larguero. Con mucho sufrimiento -escenificado por un Marcelino hundido en el banquillo y sin querar mirar durante la tanda-, el Valencia estará en el bombo de las semifinales porque supo competir en los momentos más complicados.

2. Deportivo Alavés:  Sivera, Martín, Laguardia, Rodrigo Ely (Demirovic, 84), Rubén Duarte, Dani Torres, Tomás Pina, Ibai Gómez (Munir, m. 72), Pedraza, Sobrino y Guidetti (Hernán Pérez, m. 71).

1. Valencia CF: Jaume, Montoya, Ruben Vezo, Gabriel Paulista (Garay, m. 22), Gayá, Maksimovic (Santi Mina, m. 77), Parejo, Kondogbia, Guedes, Vietto (Rodrigo, m. 59) y Zaza.

Goles: 1-0. M. 73: Munir. 1-1. M. 77: Santi Mina. 2-1. M. 86: Rubén Soriano.

Penaltis: 1-0. Tomás Pina, gol. 1-1. Rodrigo, gol. 1-1. Pedraza, para Jaume. 1-2. Santi Mina, gol. 1-2. Hernán Pérez, para Jaume. 1-2. Kondogbia, para Sivera. 2-2. Munir, gol. 2-3. Gayà, gol. 2-3. Rubén Soriano, fallo. Clasificado el Valencia CF por 2-3.

Árbitro: Álvarez Izquierdo, del comité catalán. Amonestó a Dani Torres, Pedraza, Tomás Pina y Rubén Duarte del Deportivo Alavés, y a Maksimovic, Ruben Vezo, Kondogbia, Parejo, Guedes y Santi Mina del Valencia CF.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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