Salud y Bienestar
1 de cada 3 mujeres que acuden a IVI tras superar su cáncer consiguen su esperado bebé
Publicado
hace 4 añosen
De repente llega la temida palabra: “Cáncer”. Un diagnóstico, casi siempre inesperado, que dinamita el presente y hace tambalearse cualquier plan futuro.
“Es uno de los golpes más duros que te puede dar la vida, como paciente, familiar y como médico en una especialidad que, hasta hace 15 años, poco podía hacer para ayudar a estas mujeres. Fue entonces cuando importamos de manera pionera la técnica de la vitrificación de ovocitos, lo cual nos abrió un amplio abanico de indicaciones en el campo reproductivo. Y entre ellas, un grupo de pacientes que se podían beneficiar era el de las jóvenes diagnosticadas de cáncer, la mayoría sin hijos todavía”, comenta el doctor Javier Domingo, Coordinador del Programa gratuito de Preservación de la Fertilidad para pacientes oncológicos.
Así, en 2007, nació “Ser Madre después del Cáncer” y “Ser Padre después del Cáncer”, una esperanza futura para mujeres y hombres con una lucha por delante y una meta a la que aferrarse. Desde entonces, más de 1.400 mujeres diagnosticadas de cáncer han vitrificado sus ovocitos antes de someterse a un tratamiento de quimio o radioterapia que pudiera dañar su fertilidad. Una ilusión y opción futura de ser madres que les da fuerza y valor para afrontar y superar esta batalla.
“No hay mejor regalo que los 48 bebés ya nacidos gracias a nuestro programa de Preservación por cáncer, a los que se sumarán 3 que están en camino. Bebés muy deseados por sus madres, por sus familias, perfecto ejemplo del coraje y la valentía de esas mujeres en su lucha contra el cáncer”, añade el Dr. Domingo.
Precisamente uno de esos bebés en camino es la niña que tendrá Estrella, paciente de IVI Madrid, embarazada de 37 semanas, para la que la noticia del cáncer fue un “jarro de agua fría”, sobre todo cuando supo que tendría que aplazar su maternidad, tan deseada desde hacía años . ”La cirujana me tranquilizó mucho sobre el cáncer, pero yo no paraba de pensar, ¿y cuando lo supere, qué? Por eso siempre dije a los oncólogos durante el tratamiento que quería ser madre”, explica.
Estrella preservó en IVI Madrid sus óvulos y cuando los médicos los consideraron apropiado interrumpió el tratamiento oncológico para quedarse embarazada y retomarlo después de la lactancia. ”La preserva me dio mucha tranquilidad porque a partir de los 35 años baja la calidad de los óvulos. No sabes si vas a poder ser madre, pero si guardas los óvulos, paras el reloj”.
De entre todos los cánceres, el de mama es el tipo de cáncer más frecuente entre las mujeres que solicitan técnicas de preservación de la fertilidad, y supone aproximadamente el 65% de las preservaciones por cáncer en las clínicas que IVI tiene repartidas en la geografía española.
Se trata de mujeres jóvenes, con una media de edad de 32,5 años, con un importante potencial reproductivo que, en la mayoría de los casos, quedará truncado por los tratamientos oncológicos a los que deban someterse. Este perfil de pacientes de Preservación por motivos oncológicos dista del perfil de mujeres que preserva su fertilidad por motivos sociales, quienes lo hacen a una edad más tardía, con el objetivo de postergar voluntariamente su momento de ser madres.
“No solo este mes, que se destina especial atención al Cáncer de Mama, sino cada día del año, desde IVI apoyamos a estas y todas las mujeres que lidian contra su enfermedad ofreciéndoles lo que está en nuestras manos: Una esperanza futura y real de ser madres una vez superada su enfermedad. Queremos que luchen por la vida en todas sus vertientes, y ponemos a su alcance nuestra mejor tecnología para hacerlo posible”, concluye el Dr. Domingo.
Estrella también lanza un mensaje a todas estas mujeres: ”Que no tengan miedo porque al principio lo ves muy lejos, pero el tiempo pasa muy rápido y llega tu momento”.
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Salud y Bienestar
Qué significa tener hambre al rato de comer: la señal de que algo va mal
Publicado
hace 3 horasen
11 noviembre, 2025
¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.
¿Es normal tener hambre poco después de comer?
Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.
El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.
Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.
Causas más frecuentes del hambre poco después de comer
1. Comidas bajas en proteínas o grasas saludables
Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.
Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.
2. Exceso de azúcares o carbohidratos refinados
Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.
Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.
3. Comer demasiado rápido
Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.
Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.
4. Falta de fibra en la dieta
La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.
Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.
5. Desequilibrio hormonal
En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.
Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.
6. Deshidratación
A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.
Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.
7. Falta de sueño y estrés
Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.
Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.
8. Consumo excesivo de alcohol o cafeína
El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.
Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.
Cómo saber si lo que sientes es hambre real o emocional
A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.
Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.
Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.
Consejos para evitar tener hambre al poco tiempo de comer
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No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.
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Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.
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Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
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Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.
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Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.
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Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.
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Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.
Cuándo consultar con un especialista
Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.
Conclusión: el hambre temprana es una señal que el cuerpo envía, no un fallo
Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.
Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.
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