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’21 de octubre… y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea
Publicado
hace 8 añosen

José Luis Fortea
……………….a la reunión no faltaba nadie. El presidente del gobierno Roney Majoy había convocado a todos los que, a su juicio, debían tener conocimiento sobre aquel asunto, ampliando la presencia a la misma, no solamente para los miembros de su gabinete, sino también para quienes de alguna u otra forma, desempeñaban o habían desempeñado, cargos de relativa influencia en la nación, llegando a ser veintidós, los asistentes en total.
La vicepresidenta Zumaya de Mantesaría, haciendo las veces de anfitriona, inaugura aquella sesión secreta dirigiéndose a los allí presentes; -“caballeros, dice en un tono grave, el presidente es partidario de esperar y seguir observando el devenir de los acontecimientos pero la situación nos obliga a tomar una serie de medidas urgentes, medidas estas, que hacen necesario el compromiso por su parte de no desvelar a nadie, nunca, nada, de lo que aquí van ustedes hoy a ser testigos”-.
Uno de los ministros, Tristán Contoro, comienza a repartir entre los presentes un dosier, -“no lo abran todavía señores”- iba repitiendo, mientras depositaba en aquella mesa helicoidal de roble, ante estos veintidós representantes elegidos, un paquete grueso con una treintena de folios, con la cubierta forrada de piel, y un emblema en su portada, desconocido para aquellos, con unas palabras impresas sobre la misma, -“21 de Octubre: Come back to Cat”-.
Entre los concurrentes, se observan gestos que denotan cierta tensión y nerviosismo. Robert Irvera se alisa la corbata, Arredro Sénsez guiña un ojo a la ministra Taima Zañeb, y Pol Silesias, rompiendo el ensordecedor mutismo presente, manifiesta su firme deseo de participar, en aquella reunión, a título de “simple observador”, por lo que es invitado rápidamente a abandonar la misma, dado el riguroso secretismo que el asunto requiere, siendo acompañado por Paul Married hasta la puerta de aquella sala, donde el sonido de sus pasos rompe el ensordecedor silencio que mortifica a los asistentes. La actual presidenta del parlamento, Jana Taspor mira con un gesto de complicidad a la portavoz del grupo socialista en el congreso, Tarmarita Borles, y el ex presidente Josque Arima Nazcár comenta la escena con el también ex presidente Dogrímez Zarpero.
Zumaya de Mantesaría, toma un pequeño sorbo de agua y prosigue. –“Lo que van ustedes a descubrir hoy, les va a dejar asombrados, puede hasta que confundidos, ya que está realmente extraído de una verdadera novela de ciencia ficción”-, haciendo un gesto al ministro del interior JanAlacio Dozio, quien ligeramente nervioso toma la palabra;
-“Como ya sabrán, señala el ministro, la cuestión independentista en Cataluña ha llegado a un extremo de difícil, por no señalar, de imposible solución. El atoramiento de la situación nos ha ido reconduciendo hasta un verdadero callejón sin salida. La ruptura es total y absoluta, por lo que para revertir esta, necesitamos, sin duda, algo más que política y diplomacia. Lo que les vamos a presentar aquí –prosigue el ministro – como bien ha indicado la vicepresidenta, es realmente “ciencia ficción”, por lo que un grupo de psicólogos expertos, después de esta reunión, departirán individualmente, con cada uno de ustedes, para evaluar el impacto emocional que el conocimiento del mismo hubiera podido ocasionar y paliar de esta forma, los posibles efectos contrarios que esta situación haya podido crear entre ustedes.
El rey, Sespe Flesto, que preside uno de los extremos de aquella mesa hace un gesto con la mano, poniéndose en pie el Jefe del Estado Mayor del ejército del aire, Jivaer Talso, mientras desde la parte superior de la techumbre de aquella estancia, al fondo de la misma, desciende una pantalla de proyección retráctil, oscureciéndose al mismo tiempo aquella zona.
-“Con su permiso”-, y dirigiéndose a los allí presentes les dice, -“Estimados miembros; en la base aérea de Valverde de la Virgen en León, llevamos trabajando desde hace varios años en este proyecto. La idea surgió conjuntamente entre nuestro servicio de inteligencia, los científicos del ejército del aire y los americanos de la base de Torrejón, viendo una noche, en nuestras instalaciones de la base aérea de Morón, la película “Regreso al futuro”, de Robert Zemeckis.
-“Tras sopesar varias posibilidades sobre la credibilidad o no, de una máquina de estas características, y su viabilidad, así como una serie de circunstancias que no vienen al caso y cuyos detalles no me está permitido desvelarles, desarrollamos conjuntamente un instrumento, en forma de avión, que permite la realización de viajes temporales. Son por tanto posibles, aunque con una pequeña salvedad y limitación, y es que únicamente pueden estos realizarse durante los días 21 del mes de octubre. De hecho, mientras hoy, día 21 de octubre, nos encontramos presentándoles este proyecto, tres aparatos están realizando estos viajes con objetivos concretos y bien detallados”-.
Los asistentes no dan crédito a lo que se les está relatando, incluso alguno de ellos, como el que fuera presidente del parlamento europeo, Yep Robell, piensa que se trata de una broma. El general prosigue con su exposición, detallando los asuntos y los objetivos de cada uno de estos “dispositivos de vuelo”.
-“Abran sus dosieres, por favor. En la primera hoja, verán una fotografía de un militar con un pequeño bigote, este, -prosigue el Jefe del Estado Mayor-, es Juan Grafián Cano originario de la localidad de La Bobadilla, situada a 40 kilómetros de Jaén, al que en el pueblo conocen como Juan el de la Frasca, el segundo de ocho hermanos, que conocerá con quince años a María Pérez Salazar, de la misma localidad jienense. Estos, son los abuelos del diputado de ERC Rubiel Grafián.
El matrimonio tendrá cuatro hijos, Purificación, Rafael, Juan y Antonio, siendo este último, Antonio Grafián Pérez el padre del futuro diputado. Las penurias que tendrán que padecer llevará al aludido matrimonio a trasladarse, a comienzos de 1962, hasta Santa Coloma de Gramanet, a la calle Terrasa, donde “el de la Frasca”, encontrará acomodo y trabajo en la construcción. El objetivo de este primer viaje, es doble, por una parte, hacerles entrega, a los abuelos de Grafián, de varios boletos con el número 02365, que acabará siendo premiado con el gordo de aquella Navidad de 1960 (dos años antes de emigrar hacia Cataluña) y por otro lado, preparar el futuro encuentro de los padres del diputado, Antonio y Josefa Romero, “Pepi”, en un mitin político de “Bandera Roja” que se celebrará en 1982 en Sevilla en lugar de hacerlo en Barcelona, para que con el acomodo de los abuelos y la aproximación de la madre de Rubiel a Andalucía, nazca este, el 8 de febrero de 1982, en el barrio de Triana y no en Santa Coloma.
El segundo de los vuelos, tiene como objetivo, visitar los antepasados del presidente de la Generalitat, concretamente a José Ruiz Valdivia, un joven de Dalías, provincia de Almería, que conocerá a Joaquina Toledo Valero, de Cuevas de Almanzora, de la misma provincia y que tendrán una hija, Manuela Ruiz Toledo, nacida el 12 de abril de 1905 en La Carolina, Jaén, que será la abuela materna del “president”, Celes Muchdepont, haciéndoles entrega de varios boletos de participación de la lotería de Navidad de ese mismo año, de 1905, con el numero 32865 que resultaría a la postre ganador de aquel sorteo, permitiéndoles un cierto acomodo que no les constriña a abandonar aquellas tierras.
Para acabar de perfilar el encuentro entre los abuelos de Muchdepont, una parte de este vuelo especial se dirige hacia la casa del joven Carles Casamajó (futuro marido de Manuela Ruiz) para hacerle llegar una oferta laboral irrechazable, ofertando de la misma forma otro puesto de trabajo al otro abuelo de Muchdepont, Francisco, desde la pastelería Los Alpes inaugurada en 1924 por José Lázaro Sánchez y Leonor Gil Philip, de la calle Madrid en la misma localidad Jienense de La Carolina, que le dará las bases para acabar fundando su propia pastelería en Granada y no en Gerona.
El tercero de los viajes tiene como destino la localidad extremeña de Esparragalejo, de la provincia de Badajoz, lugar de nacimiento del bisabuelo de Yenzol Ungueras, para facilitarle su acomodación a aquellas tierras.
Mientras el jefe del Estado Mayor acababa su exposición y desarrollo, la puerta de aquella sala se abría de golpe, entrando agitado el director del Centro Nacional de Inteligencia, Kelvin San Rollán, dirigiéndose hacia el lado de la mesa que ocupa el rey Sespe Flesto.
-“Majestad, Muchdepont lo ha hecho, acaba de declarar el “Califato independiente de Andalucía”.
Nada es lo que parece………..
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José Luis Fortea
………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.
Bernard Thévenet
Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.
Qué pasó un 22 de julio
El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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