Salud y Bienestar
Qué alimentos ayudan a prevenir la gripe
Publicado
hace 11 mesesen
Con la amenaza constante de la gripe y otras enfermedades infecciosas, la importancia de mantener un sistema inmunológico robusto no podría ser más evidente. Afortunadamente, la clave para fortalecer nuestras defensas a menudo se encuentra en nuestras elecciones alimenticias diarias. Este artículo se sumerge en el fascinante mundo de la nutrición preventiva, explorando una amplia gama de alimentos que no solo deleitan nuestro paladar sino que también desempeñan un papel crucial en la prevención de la gripe.
En la búsqueda de una armadura natural contra los embates virales, comenzamos con los cítricos, esa explosión de vitamina C que la naturaleza nos ofrece en forma de naranjas jugosas, mandarinas y pomelos. Estos frutos brillan con su capacidad para impulsar nuestro sistema inmunológico, proporcionando un escudo contra las invasiones microbianas. Pero la fortaleza no se detiene ahí.
A medida que exploramos la despensa y la nevera, nos encontramos con el modesto ajo, un bulbo con propiedades que van más allá de su aroma distintivo. El ajo no solo agrega sabor a nuestros platos, sino que también despliega su arsenal antimicrobiano, ayudándonos a combatir infecciones y resfriados comunes. El jengibre, con sus notas picantes y propiedades antiinflamatorias, se une a la batalla, proporcionando un impulso adicional a nuestras defensas.
Pero la prevención de la gripe no es solo una cuestión de vitamina C y condimentos. Nos aventuramos hacia el mundo de los probióticos, donde el yogur, con sus cultivos activos, se convierte en un aliado esencial. Este lácteo no solo deleita nuestro paladar sino que también nutre nuestra flora intestinal, construyendo un ejército interno contra las amenazas virales.
Mientras exploramos más allá de la dieta convencional, nos sumergimos en el caldo de huesos, un elixir ancestral repleto de nutrientes que nutren nuestras células y fortalecen nuestras defensas. Las verduras de hojas verdes y los pimientos rojos entran en escena, cada bocado lleno de vitaminas y antioxidantes que trabajan en conjunto para mantener nuestro sistema inmunológico en su máxima expresión.
En este viaje nutricional, también prestamos atención al zinc, encontrado en frutos secos, semillas y carnes magras, que desempeña un papel vital en la respuesta inmunológica. No olvidamos el té verde, con sus catequinas que no solo calientan nuestras tazas sino que también despiertan nuestro sistema inmunológico para la batalla.
Sumergiéndonos en las profundidades del océano, exploramos los beneficios del pescado graso, una fuente rica en ácidos grasos omega-3 que no solo es amigable con el corazón, sino que también nutre nuestras células y mejora la respuesta inmunológica.
Es importante destacar que mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y tener buenos hábitos de sueño también son componentes cruciales para fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades como la gripe.
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Publicado
hace 2 díasen
26 noviembre, 2025
Las gambas son uno de los mariscos más populares en la gastronomía, especialmente en celebraciones y cenas festivas. Su carne tierna y sabrosa es un manjar que muchos disfrutan en una gran variedad de platos, pero una parte de la gamba que causa controversia es su cabeza. Hay quienes disfrutan chupar las cabezas de las gambas para aprovechar todo su sabor, mientras que otros se abstienen de hacerlo por diversas razones. Entonces, ¿es seguro chupar las cabezas de las gambas? Aquí te contamos por qué es recomendable evitar esta práctica.
Las cabezas de las gambas contienen una gran cantidad de jugos y una sustancia gelatinosa que, para muchos, tiene un sabor muy intenso y delicioso. Sin embargo, esta «delicadeza» puede ser más problemática de lo que parece.
Una de las razones principales para evitar chupar las cabezas de las gambas es que estas partes del marisco pueden concentrar una gran cantidad de contaminantes. Las gambas, como otros mariscos, filtran el agua mientras se alimentan, lo que significa que las toxinas, los metales pesados, los pesticidas y los productos químicos presentes en el agua pueden acumularse en sus sistemas digestivos, especialmente en las cabezas.
Uno de los metales pesados más peligrosos que se acumula en las cabezas de los crustáceos es el cadmio, un metal tóxico que puede tener efectos nocivos a largo plazo. El cadmio se encuentra principalmente en la cabeza de las gambas, cigalas, langostinos, cangrejos y otros crustáceos, ya que es una zona donde se concentra una mayor cantidad de residuos provenientes de su sistema digestivo.
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), es conveniente «limitar en la medida de lo posible» el consumo de la carne localizada en la cabeza de estos crustáceos para evitar la acumulación de cadmio en nuestro organismo. Este metal pesado es altamente perjudicial para la salud humana, ya que se acumula lentamente en los órganos, principalmente en el hígado y los riñones.
El cadmio tiene un potencial cancerígeno y su eliminación del organismo es extremadamente lenta, lo que significa que puede permanecer en el cuerpo durante años, incluso décadas. El cadmio tarda entre 10 y 30 años en eliminarse, lo que incrementa su peligrosidad con el paso del tiempo.
El consumo de mariscos crudos o mal cocidos, incluida la práctica de chupar las cabezas, puede aumentar el riesgo de contraer infecciones bacterianas o parasitarias. Las gambas pueden albergar bacterias como Vibrio o Salmonella, que son responsables de enfermedades transmitidas por alimentos. Aunque el proceso de cocción suele eliminar estas bacterias, algunas veces los jugos concentrados en las cabezas pueden no estar completamente libres de bacterias, especialmente si las gambas no se han cocinado de manera adecuada.
En el sistema digestivo de las gambas, particularmente en las cabezas, se encuentran restos de su alimentación, como pequeños organismos o residuos que no siempre son visibles a simple vista. Al chupar la cabeza, podrías estar ingiriendo estos residuos, que, aunque no sean peligrosos en su mayoría, pueden resultar poco agradables o incluso causar malestar digestivo en algunas personas, sobre todo si el marisco no ha sido completamente fresco.
Para ciertos grupos de personas, como las mujeres embarazadas, los niños pequeños, las personas con sistemas inmunológicos comprometidos o las personas mayores, el riesgo asociado a consumir mariscos en mal estado o mal cocidos es aún mayor. Las toxinas, bacterias y parásitos presentes en las gambas pueden ser peligrosos para su salud, por lo que se recomienda tener precauciones adicionales en el consumo de mariscos, especialmente de las partes más propensas a concentrar estos riesgos, como las cabezas.
Si bien no es necesario evitar por completo chupar las cabezas de las gambas, es importante ser consciente de los riesgos potenciales. Para quienes no quieran prescindir de esta costumbre, es fundamental asegurarse de que las gambas estén bien cocidas y sean de buena calidad, procedentes de fuentes fiables y limpias.
Si eres una persona que disfruta de este ritual, ten en cuenta que la seguridad alimentaria siempre debe ser la prioridad. Si tienes dudas sobre la frescura o la procedencia de las gambas, lo mejor es optar por disfrutarlas de manera más segura, como en platos cocidos donde los contaminantes puedan ser eliminados mediante un buen proceso de cocción.
Si bien las cabezas de las gambas pueden parecer deliciosas y ofrecer un sabor profundo, existen riesgos asociados con chuparlas, especialmente en cuanto a toxinas, bacterias y otros contaminantes que pueden concentrarse en esa parte del marisco. El cadmio, un metal pesado presente en las cabezas de los crustáceos, es uno de los principales peligros, ya que puede acumularse en el organismo y tener efectos tóxicos a largo plazo. La mejor opción es disfrutar de las gambas de manera segura, cocinándolas adecuadamente y considerando aprovechar sus cabezas en caldos o sopas para extraer su sabor de manera más controlada y saludable.
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