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‘América lo primero: populismo y nacionalismo’, por @pacovillena2015
Publicado
hace 9 añosen
De
¡América será lo primero, tenemos que proteger nuestras fronteras de quienes nos quieren robar nuestras fábricas, nuestros puestos de trabajo…!. Uno tras otro Donald Trump fue lanzando sus soflamas en su discurso de toma de posesión contra las élites políticas norteamericanas, contra el libre comercio, contra la globalización, contra el terrorismo islámico del que asegura borrará de la “faz de la Tierra”…. Un discurso de estructura simple, de lenguaje directo y llano, dirigido exclusivamente a sus votantes, como en si de un mitin electoral se tratara en lugar de un discurso institucional al uso. En realidad, el discurso de Trump fue un resumen de su campaña, dieciocho minutos, más o menos, de populismo puro y duro. Y es que, tras escuchar su parlamento, ya no hace falta bucear en Google la palabra populismo y su significado: Populista es Trump y como argumentario perfecto de su manual ideológico sirven sus primeras palabras en Washington como presidente de los EE.UU.
¡América será lo primero!, qué americano medio puede no estar de acuerdo con esta exclamación. Pero, ¿significa acaso que América será lo único a considerar?, ¿y los Tratados?, ¿y la OTAN?… demasiados interrogantes aún que, poco a poco o de golpe, el gabinete de multimillonarios de Trump irá desvelando. El nacionalismo y el proteccionismo económico constituyen los dos grandes pilares de la política que va a llevar a cabo el nuevo emperador de Occidente. También dice Trump que va a realizar una “bajada masiva” de impuestos, sin explicar si ello va a llevar aparejada una bajada proporcional del gasto público para equilibrar el presupuesto. Habrá que verlo sin que la deuda pública norteamericana se dispare. En todo caso, el populismo, no es que esté ya de moda que lo está, es que ha alcanzado con Trump la más alta magistratura de la primera potencia del planeta. El nuevo presidente de EE.UU. es un populista de libro, vive, piensa y actúa en clave populista y el efecto Trump va a ser contagioso, desde luego, en otros países democráticos occidentales. Ya está aquí.
A los tradicionales aliados de los norteamericanos como son Gran Bretaña e Israel, se une ahora la Rusia de Putin, amigo personal de Trump, una auténtica revolución geopolítica y militar en el Oriente Próximo y la lucha contra el yihadismo. Por otra parte, el Brexit no deja de ser una expresión del nacionalismo proteccionista económico y político de Gran Bretaña frente a la Unión Europea. Y los británicos se van, aunque su primera ministra, la conservadora Theresa May, no fuera partidaria del sí en el referéndum que le costó el cargo a su predecesor David Cameron. La nueva y reforzada alianza comercial que se vislumbra entre británicos y sus primos norteamericanos de la era Trump anti-libre comercio hace que el viento sople ahora con más fuerza a favor de la salida de Gran Bretaña del mercado único europeo. Hace unos días, al rebufo del efecto Trump, se han reunido los líderes populistas europeos de Francia, Holanda, Alemania e Italia, todos ellos anti-Unión Europea y, uniendo fuerzas y discurso, han proclamado el nacimiento de un nuevo tiempo. Y nadie duda de que la ultranacionalista Le Pen disputará este año, con posibilidades incluso de ganar, las elecciones a la presidencia francesa.
¿Y en España?. En España no existe todavía el llamado fenómeno populista, ni populismo de derechas ni de izquierdas. Ninguno de los partidos tradicionales o los nuevos emergentes tienen en el nacionalismo español el primer mandamiento de su discurso político. Hasta Ciudadanos va abandonando, poco a poco, su originaria oposición radical al nacionalismo separatista, dentro de su estrategia de atraer a sus urnas al nacionalismo moderado catalán (vease a Inés Arrimadas). El nacionalismo/independentismo vasco y catalán son una manifestación a pequeña escala territorial del populismo nacionalista excluyente porque, aunque más de la mitad de los vascos y catalanes no son separatistas, poco importa a sus gobiernos autonómicos que gobiernan para todos en clave independentista en claro desafío al Estado y desprecio a sus paisanos/gobernados que no piensan como ellos. Pero un populismo español, nacional, no existe, ya que la bandera del nacionalismo español como principal eje de actuación política, con un líder populista que saque rentabilidad electoral a esos valores y sentimientos primarios del populismo nacionalista aún no ha aparecido en nuestro país. De momento.
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José Luis Fortea
………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.
Bernard Thévenet
Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.
Qué pasó un 22 de julio
El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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