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«Chemsex», así son las nuevas peligrosas fiestas sexuales y el perfil de los consumidores
Publicado
hace 5 añosen
València, 12 may (EFE).- Jóvenes de unos 35 años, con título universitario y salarios de más de mil euros: así es el perfil de las personas que suelen frecuentar las conocidas como «chemsex», peligrosas fiestas sexuales rodeadas de drogas que, según los expertos, han aumentado peligrosamente durante la pandemia.
El «chemsex» es el uso de drogas psicoactivas en un entorno sexual, un anglicismo que según la RAE es posible adaptar al español como sexdopaje, o lo que es lo mismo, la utilización de diferentes tipos de sustancias para facilitar o potenciar las relaciones sexuales con el objetivo final de desinhibir a la persona.
El perfil de los usuarios que acuden a una chemsex suele corresponder a personas jóvenes, alrededor de los 35 años, universitarios hasta en un 69 % de las ocasiones y con unos ingresos mensuales que superan los mil euros, según un estudio realizado por 22 hospitales de la Comunidad de Madrid.
Aunque no hay datos oficiales de cómo la pandemia ha podido influir en la realización de este tipo de prácticas de riesgo, la psicóloga y sexóloga Alba Alonso ha asegurado a Efe que esta crisis sanitaria no solo ha modificado los patrones de consumo, sino que además lo ha disparado.
Alonso, que trabaja con la ong Imagina Más, una organización que defiende la igualdad, la salud sexual y la diversidad, asegura que “el patrón de consumo de estas fiestas ha cambiado”.
Antes de la pandemia estas prácticas «se centraban en los fines de semana, pero ahora muchos usuarios nos cuentan que tienen ese consumo también entre semana», un cambio de modelo causado por los meses de confinamiento.
En 2020 la organización atendió 515 sesiones a causa de estas prácticas y, aunque en 2021 todavía no han recopilado datos, dicen que estas cifras están aumentando de manera alarmante.
Este tipo de reuniones en los que se mezclan sexo y drogas se siguió realizando incluso en los tres primeros meses del confinamiento, según explica a Efe Jesús Troya, médico especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Infanta Leonor de Madrid.
Incluso «durante los primeros meses de pandemia había gente que te mandaba un correo electrónico para preguntar por la posibilidad de venir al hospital porque tenía diversas enfermedades de transmisión sexual”.

EFE/ David Casasús
Troya defiende que estamos ante un “problema de salud pública” ya que «probablemente los sanitarios no hayan sabido dar la respuesta adecuada, ni establecer las necesidades y las prioridades necesarias para afrontarlo».
“Esto es un problema lo suficientemente grave e importante para que haya un apoyo institucional de primera mano, como se hizo antaño con el programa de la toxicomanía por la adicción a la cocaína o la heroína. Aquí hay una práctica que puede verse como un divertimento social pero que en muchas ocasiones se convierte en un problema sanitario”, afirma.
Muchos de los casos que diagnostica Troya han estado ligados a fiestas «chemsex», y la mayoría de las veces los pacientes que acuden a su consulta dan positivo en sífilis, gonorrea, clamidia, hepatitis y VIH, ya que el 90 % de estas prácticas se hacen sin preservativo.
Asegura además que el «chemsex» suele generar una dependencia muy peligrosa ya que en muchas ocasiones los pacientes acaban totalmente desestructurados, pierden el trabajo, acaban con problemas familiares, en la calle e incluso “en algunas ocasiones intentan suicidarse”.
El valenciano Juan C.M. responde al patrón de consumidor «chemsex»: tiene 35 años y tiene un trabajo estable. Mientras atiende a Efe para explicar en qué consisten estas prácticas, encima de la mesa hay todo tipo de drogas: poper, mefedrona y alfa, una droga química sintética de color blanco que aumenta la frecuencia cardíaca y la tensión arterial.
Tapado con capucha negra y usando mascarilla, en la habitación hay una luz tenue, una cortina por la que entra algún rayo de sol y mucho humo. Con una pipa de cristal fuma alfa, aunque explica que también se puede tomar vía oral, esnifada o inyectada, algo especialmente peligroso.
“Ahora hay sesiones de ‘slam’, de gente que se pincha por vena», una práctica que «conocí en Madrid, pero creo que ya ha llegado a toda España, aunque yo no la practico, me da miedo”, dice a Efe.
De hecho, la forma de realizar estas «chemsex» ha evolucionado y los expertos aseguran que el «slam» cada vez está más presente en estas peligrosas fiestas, una combinación de alto riesgo difícil de controlar.
“Un solo asistente puede llegar a transmitir hasta a quince personas la Hepatitis C si se comparten jeringuillas”, asegura Troya, quien además añade que “es importante» que las personas que decidan participar en este tipo de reuniones se hagan chequeos regulares, «especialmente en Hepatitis C y VIH”.
En cuanto a la organización de estas «chemsex», Juan C.M. asegura que han proliferado aplicaciones específicas para mantener este tipo de encuentros y que, por tanto, se facilitan muchísimo. Él suele quedar con el mismo chico, consumen y más tarde abren una «app» para que acuda más gente. Asegura que ha llegado a estar hasta 72 horas sin dormir con diecisiete personas en una casa privada en Madrid.
La realización de estas «chemsex» ya no se limita a ambientes marginales: ahora, la disponibilidad de aplicaciones al alcance de todos y la facilidad del «aquí y ahora» permiten participar en este tipo de reuniones en muy poco tiempo.
Según los expertos, desde 2003 el uso de drogas en el ámbito sexual ha aumentado considerablemente, pero es en 2016 cuando esta práctica se ha socializado de forma más masiva a causa del fácil acceso a las aplicaciones.
“Antes estábamos acostumbrados a escuchar hablar de cuartos oscuros o saunas», ambientes más o menos sórdidos, pero ahora el desarrollo tecnológico ha permitido «socializarlas, es decir, yo realizo en mi casa una reunión y basta una aplicación en la que hago una convocatoria para que varias personas vengan”, explica Troya.
Por todo ello resalta que la combinación de sexo, drogas y redes sociales hace necesario que se le preste una especial atención a lo que considera un grave problema de salud pública que puede estar «pasando por debajo de los radares oficiales».
Publicado
hace 19 horasen
5 diciembre, 2025
La Navidad ya se deja sentir en todas las tiendas y oficinas de Inditex, donde miles de empleados han recibido su esperada cesta navideña 2025. Este tradicional obsequio corporativo, valorado en 200 euros y viral cada año en redes sociales, vuelve a sorprender por su cuidada presentación, sus productos gourmet y el simbólico detalle navideño que acompaña a cada caja. La cesta vuelve a consolidarse como uno de los gestos empresariales más comentados y apreciados del sector retail en España.Los empleados de las distintas franquicias de la marca triunfan en las redes sociales mostrando el generoso regalo que les brinda Amancio Ortega, valorado en 200 euros, como preludio de lo que serán las grandes comilonas propias de estas fechas.
En TikTok ya podemos encontrar vídeos de varias trabajadoras que han descubierto, in situ, el contenido de la cesta que, este año, tiene un bonito packaging: una caja de rayas blancas y granates, que bien se puede reutilizar como almacenaje. Como siempre, el primer producto que aparece es un original adorno para el árbol de Navidad que, este año, es un ratoncito de peluche. Después, la trabajadora en cuestión ha sacado un pequeño paquete blanco que contiene una carta escrita y firmada por Marta Ortega, hija del magnate, acompañada de una tableta de chocolate para celebrar los 50 años de la marca ZARA.
Ya en el centro de la caja, encontramos: bombones de pistacho, un generoso bote de nueces, galletas de nata artesanas, moscovitas, que se incluyen todos los años, polvorones, sardinillas, mejillones en escabeche, un bote de setas, queso de mezcla y humus como la gran novedad de este 2025. No pueden faltar tampoco los turrones Picó, el paté de centollo y buey de mar, un chorizo y salchichón ibérico de bellota, champán, vino tinto, vino blanco, aceite de oliva Virgen Extra y la carne que ya se incluyó el año pasado: una lata con un pollo campero de Navidad de Galo Celta.
Con este regalo, Marta Ortega agradece -un año más- el compromiso de los trabajadores para con la empresa; un detalle que, por lo que se puede leer en los comentarios de los vídeos, no es frecuente en todos los conglomerados. Cada Navidad, los empleados de Inditex muestran una gran emoción por recibir esta cesta, lo que contribuye a una mayor satisfacción en la plantilla.
Este tipo de iniciativas tiene también un impacto positivo en la reputación de marca y en la motivación de los equipos, además de reforzar el sentimiento de pertenencia a la compañía textil más influyente del mundo. La cesta navideña se ha convertido en un símbolo de agradecimiento y tradición corporativa dentro del universo Inditex.
Mientras que Inditex opta por una apuesta gastronómica, otras compañías siguen estrategias diferentes para premiar a sus empleados. Algunas de las opciones más destacadas incluyen:
Esta variedad de enfoques refleja cómo las empresas adaptan este gesto a sus valores y al perfil de sus trabajadores.
Si estás pensando en seguir el ejemplo de Inditex, aquí tienes algunos consejos para elegir la cesta ideal para tus empleados:
El fenómeno de compartir la cesta de Navidad en redes sociales, especialmente en plataformas como Instagram o TikTok, ha convertido este detalle empresarial en una herramienta de marketing indirecto. En el caso de Inditex, el contenido exclusivo y el diseño cuidado de su cesta de 2025 han generado miles de interacciones, posicionándola como un referente de generosidad y buen gusto.
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