Salud y Bienestar
¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?
Publicado
hace 8 mesesen

El cuidado de la salud infantil es una prioridad para cualquier familia. Desde que un bebé llega al mundo, los padres comienzan a recibir visitas periódicas al pediatra, un médico especializado en la salud de los niños. Estas consultas son esenciales para el seguimiento del desarrollo físico y emocional, la vacunación, y la prevención de enfermedades. Sin embargo, con el paso de los años, surge la pregunta: ¿cuándo dejan los niños de ir al pediatra? A continuación, te ofrecemos una guía sobre este proceso y todo lo que debes saber acerca de la transición a la atención médica para adultos.
El papel del pediatra en la infancia
El pediatra es fundamental durante los primeros años de vida del niño. En sus consultas, no solo se encarga de las revisiones físicas, sino que también realiza un seguimiento del desarrollo emocional y cognitivo. Entre las principales funciones del pediatra se encuentran:
- Control de crecimiento y desarrollo: El pediatra evalúa el desarrollo motor, cognitivo y emocional del niño. Esto incluye la observación de hitos como caminar, hablar y socializar.
- Vacunación: Asegura que el niño reciba todas las vacunas necesarias para prevenir enfermedades graves.
- Diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes: Los pediatras tratan desde resfriados y fiebre hasta problemas más complejos como infecciones o enfermedades crónicas.
- Consejos sobre la salud y el bienestar: Los pediatras brindan orientación sobre la alimentación, el sueño, la actividad física y otros aspectos del cuidado general del niño.
¿Hasta qué edad es recomendable seguir visitando al pediatra?
Aunque la recomendación general es que los niños sigan siendo atendidos por un pediatra hasta los 14 o 15 años, esta edad puede variar dependiendo del país, la cultura y las necesidades individuales de cada niño. La transición a un médico de adultos, como un médico de familia o un internista, puede realizarse gradualmente a medida que el niño crece. Aquí te presentamos los momentos clave:
1. Hasta los 2 años: Consultas frecuentes
Los bebés y niños pequeños requieren visitas al pediatra con mayor frecuencia, debido a su rápido desarrollo y a la necesidad de seguir el calendario de vacunas. Entre los 0 y los 2 años, las consultas son habituales, ya que el pediatra monitorea el crecimiento, las enfermedades comunes y las etapas de desarrollo.
2. De 2 a 6 años: Visitas periódicas
Durante la infancia temprana, las visitas al pediatra siguen siendo necesarias, aunque no tan frecuentes. El pediatra continúa controlando el crecimiento, las enfermedades, la nutrición y el desarrollo físico. También se realizan revisiones periódicas a medida que el niño comienza la escolarización. El calendario de vacunación sigue siendo una prioridad.
3. De 6 a 12 años: Visitas anuales
A medida que el niño entra en la escuela primaria, las consultas al pediatra suelen ser anuales, salvo que haya problemas de salud que lo requieran. Durante este período, el pediatra también revisa el desarrollo social, emocional y físico, y se asegura de que el niño se esté desarrollando adecuadamente en todas las áreas. También se trata el control de enfermedades comunes y se sigue con el esquema de vacunación.
4. De 12 a 14 años: Adolescencia temprana
Cuando los niños entran en la adolescencia, las visitas al pediatra continúan siendo importantes. A esta edad, los pediatras están acostumbrados a tratar problemas relacionados con la pubertad, cambios hormonales, salud mental y orientación sobre hábitos saludables. La adolescencia es un momento crítico para la prevención de problemas como el acné, trastornos de la conducta alimentaria o problemas de salud mental.
5. ¿Cuándo se transita a un médico de adultos?
Alrededor de los 14 o 15 años, algunos pediatras sugieren que es el momento de realizar la transición a un médico de adultos, en parte debido a los cambios fisiológicos que ocurren durante la pubertad. Sin embargo, este paso no es obligatorio y depende de las necesidades específicas del adolescente. En algunos casos, especialmente si el niño tiene una afección crónica o un problema médico significativo, el pediatra puede seguir siendo el médico principal hasta los 18 años.
Consideraciones para la transición al médico de adultos
El paso del pediatra a un médico de adultos no siempre es fácil. Aquí hay algunos factores a tener en cuenta:
- La relación con el pediatra: Muchos niños y adolescentes se sienten cómodos con su pediatra, que ha sido parte de su vida durante años. La transición puede ser emocionalmente difícil para algunos, ya que pueden sentirse inseguros al cambiar de médico.
- El tipo de atención médica necesaria: Si el niño o adolescente tiene una condición crónica (como asma, diabetes o problemas cardíacos), es posible que necesite un seguimiento más cercano y especializado. En este caso, el pediatra podría seguir involucrado en el tratamiento hasta la edad adulta.
- La disponibilidad de un médico de adultos: La transición también depende de la disponibilidad de un médico de adultos en la localidad, especialmente si el niño vive en una zona rural o tiene un acceso limitado a servicios médicos.
¿Qué sucede si el niño tiene problemas de salud a una edad avanzada?
Algunos adolescentes pueden enfrentar problemas de salud a medida que entran en la adolescencia. El pediatra sigue siendo la mejor opción en estos casos debido a su experiencia con problemas específicos de la adolescencia, como trastornos hormonales o emocionales, aunque los médicos de familia también están capacitados para tratar estos problemas.
¿Es posible que el niño no pase directamente al médico de adultos?
En algunos casos, los pediatras pueden seguir atendiendo a niños mayores de 15 años si la situación lo requiere, especialmente si el niño tiene condiciones médicas complejas que necesitan seguimiento. Además, en algunos países, existen clínicas de atención para adolescentes donde se puede seguir recibiendo atención especializada, pero no necesariamente bajo el marco de la pediatría tradicional.
Conclusión
El momento de dejar de ir al pediatra depende de varios factores, incluidos el desarrollo físico y emocional del niño, así como la salud y el tipo de atención médica que necesite. Aunque la mayoría de los niños hacen la transición a un médico de adultos entre los 14 y 15 años, este proceso puede ser flexible, dependiendo de las circunstancias. Lo importante es asegurarse de que el niño o adolescente reciba el seguimiento médico adecuado en todas las etapas de su vida para garantizar su bienestar.
Es fundamental que los padres y cuidadores estén atentos a las necesidades de salud de sus hijos, y si tienen dudas sobre cuándo hacer la transición o cómo, pueden consultar con su pediatra para determinar la mejor opción para el futuro de la salud de su hijo.
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Cuidado, así afecta el calor del verano a los medicamentos
Publicado
hace 5 díasen
25 junio, 2025
Especialistas del Departamento de Salud de la Ribera alertan de que una incorrecta conservación de los medicamentos en verano puede provocar importantes problemas de salud en el organismo al verse alteradas las características de calidad y eficacia de los fármacos.
Efectos nocivos que el calor puede provocar en los medicamentos
Teniendo en cuenta las altas temperaturas que suelen alcanzarse en estos meses, el personal especializado advierte de la necesidad de llevar a cabo una correcta utilización de los fármacos, con especial atención a aquellos medicamentos que deben conservarse en frío o deben utilizarse tan pronto se hayan sacado de la nevera.
Según los farmacéuticos de Atención Primaria del Departamento de Salud de la Ribera, Miguel Murcia y Rocío Broseta, “las condiciones de conservación que indica un medicamento, se establecen según los ensayos realizados antes de ser comercializados, por lo que deben respetarse para no perder su eficacia y seguridad”.
Por ello, antes de consumir cualquier medicamento, se debe comprobar su estado y su apariencia exterior, sobre todo en cremas, colirios, supositorios u óvulos, ya que por su aspecto se puede conocer su estabilidad.
Cuando nunca debes consumirlos
Si no se ha conservado correctamente o el producto ha cambiado al abrirlo, el medicamento no debe ser consumido bajo ningún concepto, ya que podrían estar alteradas las propiedades del fármaco.
Por lo que respecta a la conservación en casa, es aconsejable mantener los medicamentos en sitios frescos y secos, evitando la exposición directa a la luz solar.
Por ello, el personal experto recomienda no guardarlos en la cocina o el baño, estancias de la casa que, por lo general, suelen acumular más calor a lo largo del día, y siempre lejos del alcance de los niños.
En cualquier caso, es importante que antes de tomar un medicamento se consulte con profesionales sanitarios y se evite la automedicación.
Igualmente, cuando se adquiera por primera vez, se recomienda leer el envase y el prospecto para conocer la temperatura a la que debe conservarse.
Viajar con medicamentos
En los trayectos por carretera, es recomendable no llevar los medicamentos en el maletero o la guantera del coche, ya que pueden llegar a alcanzar altas temperaturas.
Es imprescindible mantener las condiciones de transporte específicas para cada medicamento; es decir, los fármacos a conservar entre los 2ºC y 8ºC, deben conservarse siempre en nevera y, por tanto, transportarse en embalaje isotérmico refrigerado (sin llegar a congelar); por su parte, los fármacos que deben permanecer a una temperatura de entre 25ºC y 30ºC, han de transportarse en un embalaje isotérmico no refrigerado para evitar que puedan alcanzar temperaturas mayores.
Síndrome de agotamiento y golpe de calor
Por otro lado, el personal especializado advierte de que algunos medicamentos pueden acentuar los efectos de las altas temperaturas, agravar el síndrome de agotamiento-deshidratación, propiciar los golpes de calor o inducir una hipertermia.
En este grupo de medicamentos se encuentran los diuréticos, los antiinflamatorios no esteroideos, los antihipertensivos, algunos antibióticos y antivirales, los antiarrítimicos, algunos antidiabéticos, los hipolipemiantes (empleados para regular el colesterol), los antidepresivos, los antihistamínicos y los antipsicóticos.
“Hay que estar atentos al estado general de aquellos pacientes que toman este tipo de medicamentos, así como propiciar una serie de medidas que ayude a controlar su temperatura corporal: ambiente fresco, buena ventilación y aireación, y continua hidratación.
Es importante resaltar que, a pesar de las altas temperaturas, en ningún caso se deben suspender los tratamientos establecidos por los facultativos”, concluyen Murcia y Broseta.
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