Salud y Bienestar
El joven ingresado por adicción a Fortnite llegó a estar conectado 20 horas diarias
Publicado
hace 4 añosen
(EFE).- El psiquiatra que atendió al menor que estuvo hospitalizado en Castellón por un uso abusivo del videojuego Fortnite ha explicado hoy que el paciente llegó a estar conectado a las pantallas 20 horas diarias y ha recomendado a los padres limitar el tiempo que pasan los menores con estos dispositivos y que los más pequeños «no tengan contacto con ellos por una cuestión de desarrollo».
Así lo ha explicado hoy a EFE el doctor, Matías Real, psiquiatra responsable del programa de atención mental infanto-juvenil del Hospital Provincial de Castellón y miembro del equipo que atendió al menor afectado por esta adicción.
Real ha indicado que no había ningún caso publicado en la literatura científica que hubiese necesitado ingreso hospitalario para desintoxicarse del uso de un videojuego.
Este caso, ha agregado, es un adolescente que progresivamente había ido aumentando el tiempo de juego y abandonando progresivamente actividades de su vida diaria, desde las relaciones sociales y el tiempo con los amigos, hasta aspectos de higiene personal (ducharse o cambiarse de ropa) o incluso los hábitos de la alimentación -no salir a comer o cenar con los miembros de la familia-.
Esta actitud, ha explicado el médico, llevaba aparejada «un malestar emocional intenso» para evitar enfrentarse a la realidad, aumentando todavía más el tiempo de juego.
«Cuando el problema era muy grande llegaba a jugar 18 ó 20 horas con dedicación exclusiva», ha señalado Matías Real, quien ha añadido que cuando se empezó a limitar la actividad, aunque no se conseguía solucionar el problema, iba mejorando pero «todo el tiempo que estaba en casa tenía que dedicarlo a las pantallas».
En los momentos más complicados, ha indicado el doctor, «él no era consciente de los problemas que le generaba. Luego sí fue consciente, pero no venía la relación entre estar tanto tiempo jugando y el abandono de las otras cosas».
El equipo médico decidió entonces hacer una intervención «como si se tratase de una adicción a una sustancia química» y para ello se programó un ingreso que actuase de desintoxicación de la sustancia, en este caso, las pantallas.
Real ha explicado que un ingreso de estas características permite, durante las primeras semanas, «hacer un aislamiento del entorno, incluyendo la conducta-problema -en este caso el juego- y nos permite, después de los primeros días en los que aumenta el malestar, ir disminuyendo el tiempo de juego, lo que permite un análisis detallado con el paciente».
Se «una reincorporación progresiva» después de las primeras semanas de mayor aislamiento para que fuese retomando el contacto con su familia y su entorno hasta conseguir que pudiera volver a su casa y a la habitación donde pasaba muchas horas, sintiéndose acompañado y seguro y pudiendo regresar al hospital para poder contar y trabajar con él después de un alta a modo de seguimiento.
Este seguimiento continuó durante unos 8 meses y finalmente se le dio de alta definitiva para que siguiera con su vida en su entorno educativo, dejando el tratamiento terapéutico y retomando un uso normalizado de las pantallas, con limitaciones horarias y condiciones.
Matías Real ha asegurado que los adultos deberían supervisar el uso de estos dispositivos por parte de los jóvenes, limitarlo a una duración concreta y después de haber hecho determinadas tareas o haber cumplido unas obligaciones». Y que no tengan acceso los niños muy pequeños por una cuestión de desarrollo, ha apostillado.
En este sentido ha explicado que más allá de horas concretas «hemos de fijarnos en si el tiempo de uso aumenta dejan de lado otras actividades o tareas básicas o complejas.
La Navidad es una época llena de celebraciones, reencuentros familiares y abundantes cenas, pero también puede ser un período en el que muchas personas experimentan trastornos del sueño. A pesar de que las fiestas deberían ser sinónimo de relajación y descanso, la realidad es que el estrés, las alteraciones en la rutina y otros factores propios de la temporada pueden dificultar un sueño reparador. A continuación, exploramos las razones por las que durante la Navidad muchas personas duermen peor y cómo podemos intentar mejorar la calidad del sueño en estas fechas tan ajetreadas.
Durante las festividades, las rutinas diarias suelen verse interrumpidas. Las cenas, las reuniones familiares y los compromisos sociales pueden hacer que nos acostemos más tarde de lo habitual, lo que afecta negativamente nuestro reloj biológico. El cuerpo humano tiene un ciclo natural de sueño y vigilia que puede desajustarse fácilmente cuando cambiamos nuestros horarios de descanso. Al no seguir un horario regular de sueño, es más probable que nos sintamos cansados o que tengamos dificultades para dormir.
Aunque la Navidad es sinónimo de alegría para muchos, también puede generar estrés. Las compras de último minuto, las celebraciones familiares, la planificación de viajes y la presión por cumplir con todas las expectativas sociales pueden causar ansiedad. Esta tensión emocional puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que afecta la capacidad del cuerpo para relajarse y conciliar el sueño. Las preocupaciones sobre los regalos, las cenas o incluso los compromisos laborales pueden mantener nuestra mente activa durante la noche, dificultando el descanso.
Las cenas y comidas abundantes son parte esencial de las celebraciones navideñas, pero la cantidad y el tipo de alimentos consumidos pueden influir negativamente en la calidad del sueño. El consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares puede aumentar la actividad digestiva durante la noche, provocando molestias estomacales y dificultando que el cuerpo entre en un estado de relajación necesario para dormir. Además, el alcohol, aunque inicialmente pueda inducir somnolencia, interrumpe los ciclos de sueño y reduce la calidad del descanso, lo que puede provocar despertares frecuentes a lo largo de la noche.
Durante las fiestas navideñas, muchas personas disminuyen su nivel de actividad física debido a las vacaciones o a las celebraciones. El ejercicio regular es esencial para un sueño saludable, ya que favorece la relajación del cuerpo y la liberación de endorfinas. Sin embargo, en Navidad, el sedentarismo aumenta debido a la cantidad de tiempo que pasamos en reuniones o en actividades que no requieren esfuerzo físico. Esto puede dificultar la conciliación del sueño, ya que el cuerpo no está lo suficientemente cansado para descansar de manera profunda.
Las visitas a familiares o la llegada de familiares a nuestra casa también pueden alterar nuestro entorno de descanso. Dormir en un lugar diferente al habitual o compartir espacio con otras personas puede generar incomodidad y dificultar el sueño. Además, la decoración navideña, con luces brillantes y colores llamativos, puede interferir con el ambiente relajante necesario para dormir bien. Las luces intensas, como las de los árboles de Navidad o las decoraciones externas, pueden alterar la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
La Navidad es una época cargada de estímulos visuales, auditivos y emocionales. Las luces brillantes, la música festiva y el bullicio de las reuniones familiares pueden mantenernos en un estado de alerta constante. Este exceso de estímulos puede dificultar que nuestra mente se relaje antes de acostarnos, retrasando la conciliación del sueño. Además, el ruido generado por las celebraciones o los fuegos artificiales puede interferir en un descanso tranquilo y reparador.
En invierno, los días son más cortos y la exposición a la luz natural disminuye, lo que puede alterar la producción de melatonina y afectar nuestro ritmo circadiano. Este desajuste de la luz natural y artificial, sumado a los cambios en los horarios durante las festividades, puede dificultar la sincronización de nuestro reloj biológico y empeorar la calidad del sueño. El aumento del uso de pantallas electrónicas (como smartphones, tabletas y televisores) por la noche también puede inhibir la producción de melatonina debido a la luz azul emitida por estos dispositivos.
A pesar de que la Navidad puede traer consigo una serie de factores que afectan el sueño, hay varias estrategias que pueden ayudar a mejorar la calidad del descanso durante estas fechas:
La Navidad puede ser una época de mucha diversión y alegría, pero también puede alterar nuestros hábitos de sueño debido al estrés, la interrupción de las rutinas, la comida y la bebida en exceso, y la sobrecarga de estímulos. Para disfrutar de unas fiestas más relajadas y descansar mejor, es fundamental prestar atención a las necesidades de nuestro cuerpo y adoptar hábitos saludables que nos ayuden a mantener la calidad del sueño.
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