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Cultura

El secreto de los jardines de Parcent de València

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los jardines de Parcent de València
Foto: Hugo Román

Los jardines de Parcent de València están cerca del Mercado Central, en pleno barrio de Velluters, nos encontramos con un jardín que esconde un secreto. Seguramente habrás pasado por él en muchas ocasiones. Parece un parque más, de los que encontramos en cualquier barrio, por su construcción un tanto moderno en su interior.

Pero la puerta de acceso nos pone en la pista del secreto que guarda desde hace tiempo. Secretos llenos de historia, silenciados por el paso del tiempo, y que muy pocos que lo visitan conocen.

Porque en el mismo espacio en el que ahora se sientan vecinos a leer la prensa en sus bancos o a charlar con los amigos hace siglos durmió José Bonaparte.

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Para ello debemos trasladarnos atrás en el tiempo, concretamente al siglo XVIII. En ese mismo lugar, en época de Carlos III (1759-1788) la familia Cernecio, de origen italiano y herederos de la casa Condal de Parcent, construyeron un palacio.

De estilo neoclásico, el imponente palacio disponía de dos entradas, una que daba a la calle Santa Teresa y la de principal acceso en la calle Juan de Vilarrasa.

El edificio era uno de los palacios más grandes que jamás haya tenido la ciudad y disponía de dos patios interiores obteniendo gran fama debido a su belleza, lujo y sus grandes salones.

El Palacio de Parcent

Uno de sus más ilustres huéspedes fue José Bonaparte alojado en agosto de 1812. Pero no fue el único ya que otras ilustres familias de la realeza europea eligieron el Palacio de Parcent durante su estancia en València.

Eran años de gloria hasta que con el paso del tiempo sus días dorados llenos de grandeza se fueron desvaneciendo, quedando lejos los tiempos de ilustres invitados llegados de todos los rincones del continente. A finales del siglo XIX y principios del XX comenzó su decadencia.

El palacio se convirtió en el año 1897 en la sede de la Sociedad Coral El Micalet, que estuvo allí hasta que ya en 1954 se trasladó a la calle Guillem de Castro.

En 1954, ya de propiedad municipal, el palacio tuvo varias funciones y ocupantes siendo fábrica de abanicos, una fábrica de sedas o sede de la Organización Nacional de Ciegos.

Foto: valenciaactua

Su derribo en los años 60

En estado de abandono y con sus paredes en ruina, el Ayuntamiento de València permitió el derribo en los años 60 del que fuera uno de los edificios más importantes de la ciudad del Turia.

Para la construcción del jardín que actualmente ocupa toda la plaza, se aprovecharon algunos elementos del viejo palacio que permanecen a día de hoy como testigos del pasado. El que sin duda destaca del resto es la gran portada de acceso, una puerta formada por un arco de medio punto con las jambas almohadilladas al exterior.

Dando la bienvenida en una especie de dintel se puede leer ‘Jardín de Parcent’, aunque este bloque es un añadido realizado posteriormente sobre la portada.

Como detalle, resaltar que puerta que nos recibe en los jardines, y que en su momento fue la entrada principal del palacio, cambió su ubicación una vez derribaron el edificio, situándola en la calle Santa Teresa como acceso al jardín.

Los secretos de Parcent

Pero todavía esconde más secretos en la actualidad los jardines de Parcent. Al visitarlo, nos encontramos con cuatro fuentes circulares, con cuatro figuras femeninas ubicadas en cada esquina.

Realizadas cada una con mármol de Italia según cuentan simbolizan cada uno de los continentes: Europa con un caballo, África con un león, América con un caimán y Asia con lo que podría ser un camello.

Pero no estuvieron siempre allí, ya que su lugar originario era el Parterre de la ciudad. Allí se encontraban junto al resto de fuentes y la estatua ecuestre del rey Jaume I hasta que la riada de 1957 destrozó el lugar.

Tras la posterior rehabilitación del jardín de la plaza Alfonso el Magnánimo fueron instaladas en 1973 en el lugar que hoy ocupan.

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Los jardines de Parcent continúa recibiendo la visita de los vecinos, que sin saber la historia del lugar que pisan, llegan hasta allí en busca de descanso.

Mientras, el jardín permanece guardando en secreto los días de grandeza y esplendor de siglos pasados.

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Cultura

Muere Robe Iniesta a los 63 años, alma eterna de Extremoduro

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Robe Iniesta Extremoduro
Robe Iniesta de Extremoduro

El mundo de la música ha perdido a Robe Iniesta, que ha muerto a los 63 años, según han confirmado fuentes cercanas al entorno del artista. Su fallecimiento supone un golpe emocional para la cultura española, ya que el compositor y vocalista cacereño, fundador de Extremoduro, era una de las figuras más influyentes y reconocidas del rock en español. Millones de oyentes lo consideran una voz imprescindible para entender la libertad creativa de los años 90 y 2000.

El legado de un genio que transformó el rock en español

Robe, natural de Plasencia, revolucionó la música desde principios de los años 90 con un estilo visceral, poético y transgresor que convirtió a Extremoduro en un fenómeno generacional. La banda consiguió conectar con jóvenes y adultos de toda España gracias a unas letras descarnadas, cargadas de realidad, amor, rebeldía y un profundo sentido vital.

Álbumes como Somos unos animales, Deltoya, Agila o La ley innata marcaron a varias generaciones y consolidaron a la banda como una referencia imprescindible en la historia cultural del país. Estas obras no solo fueron éxitos musicales, sino que redefinieron la manera de escribir canciones en castellano, fusionando rock urbano, poesía, marginalidad y emociones a flor de piel.

Una carrera en solitario sin perder su esencia

Durante los últimos años, el músico había desarrollado una exitosa carrera en solitario, explorando nuevos sonidos y una escritura más introspectiva, sin perder la autenticidad que siempre lo caracterizó. Robe Iniesta se mantuvo fiel a su espíritu creativo, rechazando modas, preservando el misticismo de su figura y demostrando que su obra no dependía únicamente de la nostalgia. Su música seguía siendo libre, intensa y profundamente humana.

Un impacto emocional que se extiende por toda España

La noticia de su fallecimiento ha generado un profundo impacto en el panorama musical y en miles de seguidores que crecieron con sus canciones y su forma única de entender el arte. Redes sociales, compañeros de profesión, periodistas culturales, artistas emergentes y fans de toda España han comenzado a despedirlo con mensajes de admiración y gratitud por una obra que ya forma parte de la memoria colectiva.

El público recuerda conciertos inolvidables, recitales de poesía improvisada, entrevistas enigmáticas, silencios prolongados y una personalidad que rehuía la fama, pero abrazaba la libertad. Cada canción sigue siendo un territorio emocional donde generaciones enteras han encontrado acompañamiento en sus momentos de euforia, rebeldía, dolor o búsqueda personal.

Un artista irrepetible con una obra eterna

Robe se marcha, pero deja una huella imborrable: versos que desbordaban vida, libertad y crudeza; una manera de hacer música que rompió moldes; y una voz que seguirá acompañando a quienes encontraron en sus canciones un refugio, una herida o un camino. Extremoduro no solo fue un grupo: fue un lenguaje, una actitud, un espejo de la realidad de miles de jóvenes que encontraron en sus letras una forma de entender el mundo.

Muchos expertos musicales coinciden en señalar que Robe Iniesta es uno de los últimos grandes poetas del rock español, comparable con referentes literarios en cuanto a su capacidad de generar una comunidad emocional alrededor de sus palabras. Su influencia continúa viva en nuevas generaciones de músicos y escritores que recogieron su audacia artística y su forma de convertir la vida cotidiana en poesía eléctrica.

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